La oratoria fue una de las facetas medulares del quehacer martiano. Una parte de ella llegó a nosotros ?integral o fragmentariamente- gracias a versiones taquigráficas o a los manuscritos del propio Martí. Otra, se ha perdido. De esta última sólo nos queda la posibi-lidad de rescatar reseñas periodísticas que nos brinden una idea relativamente aproximada de lo dicho por Martí. Dado el progresivo deterioro que sufren en nuestras bibliotecas las ya de por sí incompletas colecciones de los periódicos cubanos de New York del siglo XIX, se hace necesario apresar esos instantes de la vida de Martí antes de que esas fuentes desapa-rezcan irremisiblemente. Este breve artículo forma parte de ese intento.
Su bienio mexicano (1875-1876) significó para José Martí su descubrimiento personal de la América Latina. Fue allí donde utilizó por primera vez la expresión de identidad “nuestra América”, y a partir de entonces toda su obra estuvo atravesada por un discurso identitario que postulaba la macroidentidad cultural latinoamericana como factor de unidad y vehículo para un consenso político continental, que en su ensayo más importante definiría como «unión tácita y urgente del alma continental».