Acerca de El Viajero y sus centelleantes páginas
Por: Lic. Mayra Beatriz Martínez

Mayra_BeatrizJunto a los textos en prosa harto conocidos y valorados —es decir, en paralelo con su periodismo y su ensayismo—, coexistió una cierta proyección martiana mucho más íntima y, de cierta forma, emparentada con áreas de su corpus literario con mayor marca subjetividad y autobiografismo —semejantes a los que pueden palparse en su poesía, su narrativa de ficción, y, desde luego, en su correspondencia, anotaciones dispersas y fragmentos. Es un espacio que da cuenta de una cercanía inminente con su práctica social y, por la persistencia con que acude a él, a lo largo de toda su vida, merece alcanzar adecuada atención. Incluye el registro de sus numerosas estancias breves y visitas a territorios americanos —al Caribe, Centro y Suramérica e, incluso, refiere su llegada primera a la Nueva York que le diera abrigo por tantos años. Ha sido poco explorado por los estudiosos y resulta solo parcialmente conocido por los lectores actuales.

Está constituido, pues, por los que podrían considerarse diarios y memorias, algunas de sus crónicas, cartas y determinados cuadernillos con observaciones de camino, y ha sido preterido, quizás, porque buena parte de esos documentos permanecieron inéditos en su época y hasta inconclusos —los destinó mayormente a amigos o a su consumo personal. Y, como consecuencia, se olvidan sus posibles alcances ideo-estéticos, si exceptuamos, claro, la connotación adquirida por sus espléndidos diarios finales, no solo porque se avecindan con su trágico fin —circunstancia que siempre atrae a los lectores—, sino por sus indiscutibles excelencias literarias, que los colocan entre los documentos más trascendentes de su obra.

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