En la Casa de Altos Estudios Don Fernando Ortiz, de la Universidad de La Habana se organizó este primero de setiembre la despedida del Doctor en Ciencias Históricas Eduardo Torres-Cuevas, imprescindible voz de la historiografía cubana.
Personalidades de nuestra cultura y cientos de sus amigos, colegas, alumnos y compañeros de trabajo de las diversas entidades que prestigió con su sabiduría y constancia estuvieron presentes en las honras fúnebres: Oficina del Programa Martiano, Centro de Estudios Maartianos, Sociedad Cultural José Martí, Centro Interdisciplinario para el Desarrollo de las Ciencias Sociales, Biblioteca Nacional de Cuba José Martí, Academia de la Historia de Cuba, Alianza Francesa de Cuba,Cátedra Voltaire y Grupo Parlamentario de Amistad Cuba-Francia, entre otras.
Manuel Marrero Cruz, primer ministro y miembro del Buró Político del Comité Central del Partido Comunista de Cuba, asistió a la ceremonia en la que se recibieron ofrendas florales del General de Ejército Raúl Castro Ruz, líder de la Revolución, así como de Miguel Díaz-Canel Bermúdez, presidente de la República y primer secretario del Partido.
La partida física del querido profesor Eduardo Torres-Cuevas deja un vacío enorme en la comunidad intelectual cubana, así lo recordó en su discurso de despedida Abel Prieto, director de la Casa de las Américas, quien recomendó muy especialmente la lectura de la última obra que publicó, dedicada “a los jóvenes cubanos donde quiera que estén”: Memorias de la nación cubana.
En esta página de nuestro Portal incluimos parte de los mensajes de condolencias que se han ido recibiendo en las instituciones martianas.
Torres-Cuevas, al servicio de la patria Por Marlene Vázquez Pérez
Hoy Cuba se duele por la pérdida de uno de sus hijos ilustres: el Dr. Eduardo Torres Cuevas. Nos deja una obra inmensa, hija de la constancia, el amor a la sabiduría, al trabajo y a la investigación. Su legado y labor educativa son invaluables. Sigamos hoy, en estos momentos difíciles, su ejemplo de entereza y su optimismo contagioso. Nunca dejó de soñar, ni siquiera cuando ya se sabía enfermo y con poco tiempo de vida. Prefiero decir, como José Martí, en su obituario de otro gran cubano, Antonio Bachiller y Morales: «No ha de afearse con lamentos falsos la cesación natural de una vida
larga y feliz, empleada amorosamente en el servicio de la patria.» Muchas gracias, mi admirado doctor, por sus enseñanzas. Descanse en paz. Luz para usted hoy y siempre.
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Hasta siempre querido profesor
Por: Yusuan Palacios
Ya vemos su sobrevida, ya se anuncia su clase mejor, ya nos disponemos a crear las nuevas obras que llevan en sí su espíritu lleno de actividad, tansformador y de profundas raíces culturales e históricas. Nos damos cita, una y otra vez; desafiando el tiempo y las circunstancias, con un hombre incansable, exponente vital de la búsqueda continua del pensamiento liberador, del sueño fundador, de la obra más allá de lo posible, de la raíz patria y el ala que eleva la nacionalidad nuestra.
No muere alguien así, con tanto por hacer, en plena disposición creadora, que era su combate, el que libraba con las ideas y el pensamiento, pero al mismo tiempo, con una práctica impresionante, reveladora de esencias, hacedora de una especie de impulsión histórica cuya osamenta encontramos en los cimientos de la nación, en los rasgos que definen la cubanidad y en el orgullo sublime de ser cubanos.
No muere alguien con tanta luz, con una obra de excelencia, de una altura científica fundamental, con una grandeza ética propia de los hombres de decoro, honor y dignidad. Sus 82 años de vida muy fecunda son expresión de entrega, dedicación y consagración a ideales, principios y verdades que defendía con su palabra y acción creadora.
Es más allá del eminente historiador, un pensador cuya cubanía saltaba fuera de sus poros. Un científico al servicio de la Patria, la Revolución y el Socialismo, ejemplo de intelectual revolucionario, heredero de la filosofía electiva cubana, maestro en su enseñanza, cultor de una obra de continuidad pedagógica e historiográfica emancipadora, con enfoque marxista y de creación original.
Es el Dr. Eduardo Torres Cuevas, destacado profesor universitario e investigador, con quien podíamos estar largas horas conversando, o mejor, casi todo el tiempo escuchándolo y aprendiendo de su cultura vastísima, tomando notas de sus ideas para nada arcaicas o atrasadas. Impresionaba su capacidad para adecuarse a los códigos de hoy, para oxigenar su pensamiento, para acompañar con mucha humildad ideas juveniles que nos permitió siempre compartirlas con él.
Estos últimos años me acercaron más a la obra del gran intelectual pero lo más importante fue el acercamiento a un ser humano excepcional, un caballero elegante y bien cubano, de quien seguiremos escribiendo, pese al dolor de su partida física, porque ya asoma su sobrevida.
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Por: Eloísa Carrera Varona
Desde la distancia en la que me encuentro, recibo con profunda tristeza la noticia del fallecimiento de quien fue para mí el querido y respetado profe Torres, y que más adelante pasó a ser mi jefe en la Biblioteca Nacional y en la OPM. Ya conocemos sus inmensas virtudes, pero en este momento recuerdo especialmente su noble y entrañable cubanía, su erudición y su amor por Cuba —por su cultura e historia—, a la que sirvió hasta el último aliento.
También vienen a mi mente su compromiso con nuestra patria, con la martiana revolución de Fidel, su entrañable amistad con Armando. A su vez, repaso en mi memoria al colega generoso, al compañero y amigo solidario y afectuoso. Su partida nos deja un vacío inmenso, pero también una huella imborrable en quienes tuvimos el privilegio de compartir con él, el día a día, y que ahora tenemos el deber de honrar su memoria para siempre.
Acompaño de corazón a cada uno de ustedes en este momento tan doloroso. Que encontremos consuelo en su legado, en los valores que nos transmitió y en la memoria viva de su presencia entre nosotros. Especialmente en esta hora de dolor, envío un fuerte abrazo con todo mi cariño a Patricia.
Con todo mi afecto y respeto,
Los trabajadores de la Oficina del Programa Martiano (OPM) y su sistema de instituciones comparten la triste noticia del fallecimiento hoy –domingo 31 de agosto–, de su director, el doctor en Ciencias Históricas Eduardo Torres-Cuevas (La Habana, 1942) y profesor titular de la Universidad de La Habana.
Luego de una extensa y satisfactoria hoja de servicios en instituciones científico-culturales de gran valía, Torres-Cuevas desarrolló su apreciable carrera como director de Centro Interdisciplinario para el Desarrollo de las Ciencias Sociales, Casa de Altos Estudios Don Fernando Ortiz, Biblioteca Nacional de Cuba José Martí y Sistema Nacional de Bibliotecas Públicas, y presidente de la Academia de la Historia de Cuba, Sociedad Cultural José Martí, Alianza Francesa de Cuba, Cátedra Voltaire y Grupo Parlamentario de Amistad Cuba-Francia.
Desde la Casa de Altos Estudios Don Fernando Ortiz, de la Universidad de La Habana, Torres-Cuevas realizó, en paralelo, interesantes proyectos y asumió responsabilidades editoriales y de investigación como: director de Imagen Contemporánea y de la muy valiosa Colección Biblioteca de Clásicos Cubanos, de la revista Debates Americanos; presidente de la Cátedra Interdisciplinaria de Estudios Históricos de la Masonería Cubana “Vicente Antonio de Castro”; vicepresidente del Club Martiano Faustino Pérez para el estudio del Movimiento Revolucionario Cubano entre 1940 y 1963; jefe de los grupos de investigaciones interdisciplinarias “Evolución de las Ideas en Cuba” y “Evolución de las instituciones religiosas y de la religiosidad en Cuba”.
Fue miembro de número de la Academia Cubana de la Lengua (desde 2007), de la Comisión Nacional de Grados Científicos de la República de Cuba, del Tribunal Nacional de Historia para la defensa y otorgamiento de grados científicos, del Consejo Científico del Instituto de Historia de Cuba, del Consejo Asesor del grupo Color Cubano de la UNEAC, del Grupo de creación del Centro Fidel Castro, de la Comisión Redactora de la Constitución de 2019; de la Unión Nacional de Historiadores de Cuba (UNHIC), Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), Sociedad Económica de Amigos del País (SEAP), del Comité Científico de la Facultad de Filosofía e Historia, de la Comisión Nacional de la Carrera de Historia y de los consejos asesores del Ministro de Cultura, del Instituto Cubano del Libro, Editorial de Ciencias Sociales y de la Comisión Permanente de Educación, Cultura, Ciencias, Deporte y Medio Ambiente.
Entre las numerosas obras publicadas por Torres-Cuevas destacan: La polémica de la esclavitud. José Antonio Saco, 1984; Félix Varela. Los orígenes de la ciencia y conciencia cubanas, 1995; Antonio Maceo: las ideas que sostienen el arma, 1995; La Historia y el oficio de historiador, 1996; Félix Varela. Los orígenes de la ciencia y con-ciencia cubanas, 2002; Historia de la masonería cubana. Seis ensayos, 2005; La historia y el oficio de historiador, 2012; En busca de la cubanidad, 2016; Pedro José Guiteras. Primeros historiadores del siglo xix, 2016, y otros muchos textos esenciales para conocer y comprender la historia de Cuba.
Fue condecorado con títulos internacionales como Caballero de la Orden de las Palmas Académicas (Ministerio Francés de Educación Nacional) y Caballero de la Legión de Honor de la República Francesa, entre otras y, en Cuba reconocida su labor con la Distinción por la Cultura Nacional, Premio Nacional de Ciencias Sociales 2000, Premio Nacional de Historia 2005, Distinción Félix Elmuza (Unión de Periodistas de Cuba), Profesor de Mérito de la Universidad de La Habana, Maestro de Juventudes 2014, de la Asociación Hermanos Saiz. El Consejo de Estado de la República de Cuba le concedió la Medalla por la Alfabetización y las órdenes Frank País de Segundo Grado y Carlos J. Finlay.
Como parte de su desempeño profesional su trabajo ha sido reconocido en universidades alemanas, francesa, españolas, norteamericanas y latinoamericanas donde impartió conferencias magistrales: Leipzig y Rostock; París III (Sorbona), de Pau, de Aix, Provence, de Saboya (Chambéry), de Bordeaux; Autónoma de Barcelona, Complutense de Madrid, de Zaragoza; de Columbia, Nueva York, Universidad CUNY, Pittsburg (Pensilvania), Universidad de Chapel Hill (Carolina del Norte), Universidad de Gainsville (Florida), Los Ángeles (California), así como en casas de altos estudios de Colombia y Perú.
Durante la celebración del Día del Historiador Cubano (primero de julio último), la Universidad de Matanzas le entregó la condición académica de Doctor Honoris Causa en Ciencias Sociales “como premio a su dedicación a la investigación histórica, la docencia, la defensa de la identidad nacional, el conocimiento, su amor por Cuba y su cultura” que acogió con beneplácito. Días después, a propósito del aniversario 48 del Centro de Estudios Martianos, obsequió a cada trabajador de nuestra institución el primer tomo del libro Memorias de la nación cubana (en el que comparte autoría con el también doctor en Ciencias Históricas Joel Cordoví).
Entre tantos intelectuales cubanos que han valorado la obra de Eduardo Torres-Cuevas, queremos recordarlo a través de dos comentarios de ilustres personalidades vinculadas tanto a la fundación de la Oficina del Programa Martiano como al Centro de Estudios Martianos: “innegable contribución a las Ciencias Sociales de nuestro país, con un valor estratégico, pues sustenta científicamente la coherencia y la trayectoria revolucionaria y siempre ascendente del pensamiento cubano” (Armando Hart Dávalos), y: “obra historiográfica que por la amplitud de sus investigaciones, su rigor metodológico y la cubanía de su sensibilidad, constituye un aporte sustancial a la cultura de nuestra patria” (Cintio Vitier).
La Universidad de Costa Rica (UCR) reabrió la Cátedra Conmemorativa José Julián Martí, adscrita a la Vicerrectoría de Docencia y manejada por la Sede del Pacífico, informó hoy el Semanario Universidad.
El espacio de recordación al intelectual y líder independentista cubano, cerrado en mayo de 2024, “cuenta de nuevo con el apoyo institucional para que salga a escuelas, colegios y a la comunidad a compartir los ideales del poeta, ensayista y político cubano”, comenta el Semanario.
La obra del Martí poeta, ensayista, periodista y revolucionario, cuyo pensamiento cobra una enorme vigencia en los tiempos actuales, llenos de incertidumbre y pobreza ideológica, volverá a marcar el territorio puntarenense y nacional, decisión que le correspondió a la actual directora de la referida sede, María José Quesada, subrayó la publicación.
“El espíritu martiano, inquieto, siempre profundo y con la patria como norte indiscutible –destaca el Semanario- vuelve a ondear en los corazones de los profesores, estudiantes y ciudadanos que profesan sus credos ideológicos, que fueron luz y guía para que Cuba, finalmente, alcanzara la independencia en 1898 del yugo español”.
Esos pensamientos –opina Universidad- se trastocaron luego en ideales de toda la América mestiza, tan explícitamente invocada en su texto fundacional de Nuestra América y en gran parte de los 29 volúmenes que conformaron la primera edición de sus obras completas.
“Ese Martí que visitó en dos oportunidades Costa Rica –recuerda el Semanario- y que le dedicó al menos dos textos reconocidos, y que compartió con los porteños, es el mismo que hoy, con el retorno de la Cátedra, revive el afán del análisis de los problemas que en la actualidad aquejan a Puntarenas y en buena medida al país”.
La publicación recuerda que el espacio martiano, nacido en el año 2000 y cerrado por el entonces director de la Sede del Pacífico, Oriester Abarca, en mayo de 2024, “contará con la coordinación de la profesora Marjorie Jiménez, del recinto del Pacífico”.
“Estudiantes y profesores de la sede de la UCR en Puntarenas –rememoró- impulsaron el surgimiento de la Cátedra Conmemorativa José Julián Martí en el 2000, fruto de una convergencia de intereses en contar con un espacio para el debate de la realidad regional y nacional”.
Según el Semanario Universidad, “el contexto en que emergió la cátedra martiana no es gratuito; por el contrario, se dio en la encendida coyuntura del combo del Instituto Costarricense de Electricidad, que de manera clara enfrentó y dividió a la sociedad nacional, con la apertura respaldada por el gobierno de Miguel Ángel Rodríguez”.
Por otro lado, la publicación reseña declaraciones desde Cuba de la directora del Centro de Estudios Martianos, Marlene Vázquez, quien calificó como “una gran noticia el que se haya reactivado la Cátedra. En las últimas décadas -exaltó la funcionaria- esta ha sido una de las más activas de la red internacional de cátedras martianas”.
Medios académicos nacionales precisaron que Costa Rica tiene 61 universidades privadas y cuatro públicas, entre las cuales la UCR es la más importante, por la cantidad de aspirantes que recibe, las variadas carreras que ofrece y el rigor académico con que imparte sus clases.
Con la lectura de textos que repasan la gran afinidad de nuestro Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz con el pensamiento visionario de José Martí, el Centro de Estudios Martianos invita a nuestros lectores del Portal a celebrar el 99 cumpleaños de Fidel, este 13 de agosto.
En la memoria colectiva de América Latina, José Martí es mucho más que el Héroe Nacional de Cuba: es el primer pensador que articuló una identidad continental capaz de resistir los embates del tiempo y las trampas del poder. Su figura trasciende los marcos académicos y se convierte en un faro que alerta sobre los peligros de la fragmentación y la sumisión. Anualmente, cada 28 de enero, cuando se conmemora su natalicio, no solo recordamos a un poeta y un revolucionario; reafirmamos un proyecto político que aún no ha terminado: la construcción de una América libre, unida y profundamente democrática.
Martí irrumpió en el escenario latinoamericano en un momento en que las repúblicas recién independizadas oscilaban entre el caudillismo y la tentación neocolonial. Mientras las élites criollas soñaban con emular a Europa o se subordinaban a los designios de Estados Unidos, él propuso otra vía: la unidad continental basada en la justicia social y el orgullo de lo mestizo.
En Nuestra América, texto que debería ser lectura obligatoria en cada escuela del continente, advirtió que “el problema de la independencia no era cambiar de dueño, sino dejar de tenerlo”. Esa frase resume una revolución conceptual: la libertad no se mide por la bandera que ondea en el palacio, sino por la capacidad de un pueblo para decidir su destino sin tutelas externas.
La importancia de Martí radica también en haber sido el primer latinoamericanista consciente de que la soberanía nacional dependía de la solidaridad regional. Fundó el Partido Revolucionario Cubano en 1892 no como un mero instrumento para expulsar a España, sino como una plataforma continental contra el avance imperial. Invitó a países hermanos a sumarse a la causa cubana porque entendía que la caída de La Habana ante el imperialismo desencadenaría un efecto dominó en el Caribe. Su visión geopolítica anticipó, con décadas de ventaja, los planes de la doctrina Monroe y la ocupación de Puerto Rico en 1898. Hoy, cuando el Grupo de Puebla o la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) buscan mecanismos de integración, retoman la intuición martiana de que “la patria es toda la América”.
En el terreno cultural, Martí desmontó el racismo científico que justificaba la dominación. Reivindicó la mezcla indígena, africana y europea como fuente de riqueza y resistencia. En La Edad de Oro, dirigida a los niños, escribió que “los hombres del sur somos más libres porque llevamos en la sangre la rebeldía de tres continentes”. Ese gesto pedagógico fue revolucionario: enseñaba a las nuevas generaciones que no debían avergonzarse de sus raíces ni aspirar a ser “occidentales” a cualquier precio. La descolonización del imaginario que hoy promueven movimientos como el zapatismo o el afrodescendientismo encuentra en Martí un antecedente insoslayable.
La dimensión ética del pensamiento martiano lo convierte en un referente imprescindible para las izquierdas contemporáneas. Mientras algunos sectores justifican alianzas con potencias extranjeras en nombre de la “realpolitik”, Martí recordaba que “la política es la conducta pública de la moral”. Rechazó la idea de que los pueblos pequeños deben resignarse a ser piezas de ajedrez de las grandes potencias. Su firmeza antianexionista no era un romanticismo: era una estrategia para impedir que Cuba se convirtiera en “llave del Golfo” de Estados Unidos, como él mismo escribió.
La influencia de Martí se extiende al feminismo y al ecologismo. Fue uno de los primeros varones públicos en denunciar la trata de mujeres y en reivindicar la educación de las niñas como base de la emancipación. En su crónica “La mujer española en Cuba” denunció la doble opresión de raza y género que sufrían las negras esclavizadas. Además, su poética de la naturaleza —donde el paisaje caribeño es protagonista— anticipa la conciencia ecológica: veía en la tierra no un recurso a explotar, sino un cuerpo al que pertenecemos. Los movimientos indígenas que defienden el buen vivir o las comunidades que resisten la megaminería encuentran en Martí un aliado inesperado.
En el ámbito educativo, la pedagogía martiana sigue siendo un modelo. El “maestro” —como lo llamaban sus compañeros— creía que enseñar era despertar la conciencia crítica. Sus aulas eran espacios donde se discutía la independencia mientras se aprendían matemáticas. Hoy, los programas de alfabetización cubanos retoman esa síntesis entre conocimiento y compromiso. La frase “ser culto es el único modo de ser libre”, que aparece en sus escritos, ha sido adoptada por movimientos populares que ven en la educación la herramienta para romper cadenas invisibles.
La muerte de Martí en Dos Ríos, el 19 de mayo de 1895, fue un golpe brutal, pero también un acto fundacional. Al caer en combate sin haber alcanzado los 43 años, se convirtió en el símbolo de la entrega total. Desapareció físicamente, pero su palabra sobrevivió y se multiplicó. En cada huelga obrera, cada protesta estudiantil, cada movimiento indígena que alza la voz, resuena su grito de “Patria o Muerte”. La desaparición física se transformó en presencia política: ya no es un hombre, es una conciencia colectiva.
En tiempos de crisis global, ser martianos ofrece un horizonte posible. Ante el auge de las derechas xenófobas y la tentación de los muros, las ideas de Martí siguen latentes y reafirman que la identidad latinoamericana no se construye contra el otro, sino con la diversidad. Su frase “el hombre no tiene patria: la hace” es una invitación a crear comunidades inclusivas, donde el migrante no sea una amenaza sino un hermano. La solidaridad que Cuba ha mostrado con el envío de sus especialistas a otros países es una actualización de ese principio.
Cerrar este comentario sin mencionar la juventud sería injusto. En cada plaza donde se levantan banderas antineoliberales, hay rostros jóvenes que han leído a Martí en voz alta. No lo hacen por nostalgia: lo hacen porque sus palabras explican por qué sus vidas son precarias, por qué sus sueños están hipotecados. El poeta argentino Juan Gelman decía que “los muertos no están muertos si los nombramos”. Nombrar a Martí hoy es nombrar la esperanza de que otro mundo es posible, siempre que recordemos que la libertad no se hereda: se conquista cada día, con la misma pasión que llevó al maestro a enfrentar las balas en Dos Ríos.
“Ustedes recordarán el momento en que el profesor italiano Luca Bondi entregó a la Oficina del Programa Martiano (OPM) un frasco de vidrio con una muestra de la primera producción de aceite vegetal de los olivos del Jardín Martiano que cuidan los jóvenes del Centro Internacional de Estudios ‘José Martí’ por la Paz y la fraternidad entre los pueblos”, expresó Héctor Hernández Pardo, subdirector de la OPM, al presentar ante el público a Luca Bondi hoy, 21 de julio, en el Centro de Estudios Martianos.
Cierto. Fue inolvidable aquel gesto simbólico de Bondi, presidente de la Asociación Semillas de Paz durante la inauguración de la VI Conferencia Internacional “Por el equilibrio del mundo” (enero de este año). Recordarlo fue la mejor manera de invitarlo a que expusiera un resumen del intenso trabajo comunitario de esa prestigiosa organización con los jóvenes en la Ciudadela (Tarquinia), sede principal de la Asociación Semillas de Paz que, en proyección y acciones, como dijera José Martí, representa “la idea del bien”.
Auxiliado de testimonios gráficos de diferentes encuentros en la Ciudadela, donde pudo verse el ecosistema martiano creado en el entorno: bosque, huertos y jardín, Bondi fue explicando el devenir y amplitud de miras de la organización –con 45 años de creada– que sigue creciendo de la mano de un gran equipo de profesionales cuyas acciones responsables están todas dirigidas a “impulsar caminos de paz y armonía en la humanidad”: siembra de árboles, intercambios de experiencias y conocimientos, impartición de clases, así como la promoción de concursos de arte y literatura cuya finalidad consciente es dar a conocer vida, pensamiento y principios éticos de José Martí y del filósofo Antonio Gramsci, no solo en Italia sino en el mundo.
Dos profesores italianos del Centro Internacional de Estudios “José Martí” por la Paz y la fraternidad entre los pueblos, presentes en el acto, pidieron la palabra para aportar testimonios acerca de todo lo explicado por Bondi acerca de esta asociación humanitaria.
Para cerrar el acto, la estudiante de la Escuela Elemental de Música “Manuel Saumell”, Keyla Morera Ávila, tocó a violín un popurrí de piezas, interpretación muy elogiada por Luca Bondi, quien la felicitó por la calidad y, además, comentó al público el privilegio que siempre constituye poder optar por el sonido de la música contra el ruido de la guerra.
Ahondar en la historia ideológica cubana nos induce irremisiblemente a la reconstrucción del proceso del pensamiento en todas sus vertientes con sus influencias y confluencias. Desafortunadamente hemos padecido y padecemos de una indiferencia y olvido hacia aquellas fundamentales contribuciones que nos completaron y reafirmaron en el campo de la filosofía, la sociología, la política, la ideología. Todavía queda pendiente la profundización y visibilización de los aportes de los exiliados españoles, en su totalidad, durante sus permanencias en América a causa de la Guerra Civil española y la Segunda Guerra Mundial. Sus nombres aparecen en la memoria de las instituciones republicanas: Fernando de los Ríos, Blas Cabrera, Adolfo Salazar, Joaquín Xiarau, Luis Recasens, Bosch y Gimpera, Jenaro Artiles, Julián Alienes, Juan Ramón Jiménez, Wenceslao Roces, María Zambrano, Alejandro Casona, Pedro Domínguez, Álvaro de Albonoz, Gustavo Pittaluga, Alfonso R. Castelao, José Gaos, Rubia Barcia, Salvador Madariaga, Américo Castro, Luis de Zulueta, entre otros.
En los planes de estudios de las carreras de ciencias sociales en Cuba no aparecen los intelectuales que confraternizaron, en un escenario mundial cruento, con las instituciones cubanas que se proyectaron por el ascenso cultural de nuestro pueblo y por la defensa del humanismo y la paz. En la biblioteca de la Universidad de La Habana duermen los textos de Fernando de los Ríos, al igual que el de los profesores que estuvieron en ella entonces, sin que generaciones enteras lo sospechasen siquiera. Se impone el esfuerzo personal de quienes estamos frente al aula para desempolvarlos y devolverles el valor que verdaderamente tienen en la cultura cubana.
“Desafortunadamente hemos padecido y padecemos de una indiferencia y olvido hacia aquellas fundamentales contribuciones que nos completaron y reafirmaron en el campo de la filosofía, la sociología, la política, la ideología”.
En los años finales de la década del veinte del siglo pasado se fundó, en Cuba, la Institución Hispanocubana de Cultura por Fernando Ortiz y un grupo de intelectuales interesados en poner a nuestro país en contacto con toda la producción cultural del mundo. Era una minoría intelectual cubana la que se proponía replantearse los fundamentos de la cubanidad. La negritud se habría de situar en las fuentes nutricias como la hispanidad y las diversas vertientes que confluirían en la formación de una cultura que urgía ser estudiada y sentadas las bases de su liberación desde los mismos orígenes.
La cercanía del pensamiento de Fernando de los Ríos con los propósitos de la Institución Hispanocubana de Cultura la sintetizaba Ortiz:
Queremos enseñanzas, no exhibiciones. No se distraerá tiempo ni recursos en cantos a la raza, ni al pasado. No queremos cantos ni juegos florales, ni banquetes, sino labor y estudio. [1]
El intelectual español hizo su entrada en la institución con su ensayo Reflexiones en torno al sentido de la vida en José Martí, en el año 1928. Impresionado por la idealidad del Maestro, íntimamente ligada a las raíces españolas, los conceptos del honor, la justicia, el heroísmo y la libertad, considerados por él como los valores directivos, se levantan en su discurso recordatorio de un vínculo que no se perderá jamás:
Yo para quien la venganza y el odio son dos fábulas que en horas malditas se esparcieron por la tierra…veo a los hombres en dos bandos: los que aman y fundan, los que odian y deshacen… [2]
El tiempo del pensador político, del profesor, del filósofo español tuvo sus fuentes nutricias en la Grecia Antigua, en el filósofo de la ilustración Juan Vives, en el movimiento krausista, en Sainz del Río y en Francisco Giner de los Ríos a través del Instituto Libre de Enseñanza, cuyo método pedagógico le creó la vocación y sensibilidad necesaria para incursionar en el mundo de las ideas con un sentido humanista. Sus textos La filosofía del derecho en Don Francisco Giner y sus relaciones con el pensamiento contemporáneo (1916), El sentido humanista del socialismo (1926), El viaje a la Rusia soviética (1922), Religión y estado en la España del siglo XVI (1927), La posición de las Universidades ante el problema del mundo actual (1938), El mundo internacional que muere y el que está por nacer (1941), ¿A dónde va el Estado?, estudios filosófico-políticos (1951), expresan las coordenadas fundamentales de su pensamiento: la educación, la filosofía, la religión, la política, la experiencia socialista, el humanismo, en un momento histórico de retroceso de las fuerzas progresistas.
No es de extrañar que al venir a Cuba, por primera vez, consagrara su ofrenda a quien nombró “luz en la noche”, y le pidió aceptarla “no de la España oficial que te hiciera sufrir, sino de la España que tú amaste; de la que como tú, Maestro, vivió y vive acongojada por hambre y sed eterna de justicia… Mi pretensión es humilde: vengo a rendir mi ofrenda ideal a la memoria de la personalidad más conmovedora, profunda y patética que ha producido hasta ahora el alma hispana en América; vengo a verter en el ara sagrada de su inmarcesible recuerdo, unas palabras de filial devoción”.
Así descubre el valor de quienes expresan el más elevado nivel espiritual de un pueblo, el verdadero rostro de su sensibilidad. Asume de la concepción martiana la credulidad en la bondad natural, la visión de la naturaleza como madre del bien y de la sociedad como aparato corruptor. No es solo en la razón, sino en las fuerzas espirituales donde radica el impulso vital de la humanidad. El amor al amor, y el amor al dolor son prédicas que Martí lleva hasta el final de su vida. El amor es respeto y dignidad, es creación constante. El sentido de la patria al comprender que esta es combate, lucha, con lo que Martí advierte la existencia de una dualidad emancipadora y opresora en su interior y otorga al ideal toda la fuerza espiritual para la posibilidad del bien colectivo. El filósofo español percibe a Martí como “cooperador en la formación ulterior de la existencia”.
“Asume de la concepción martiana la credulidad en la bondad natural, la visión de la naturaleza como madre del bien y de la sociedad como aparato corruptor”.
Por eso lo que directamente trató en sus conferencias en Cuba, no solo en la Institución Hispanocubano de Cultura, sino en la Universidad de La Habana y otras, tuvo que ver con la posición del profesorado universitario en la formación de la conciencia humanista de los estudiantes. El porvenir de una sociedad tiene su siembra, a muy largo plazo, en esa formación. Incitaba a reflexionar sobre la imposición de la lógica de la razón sobre la lógica del corazón en las universidades contemporáneas, de cuyas aulas sale el hombre científico que es un “empobrecimiento del hombre”, pero no el hombre universal que se necesita para enfrentar los problemas de nuestras sociedades. En la conferencia pronunciada en el Aula Magna de la Universidad de La Habana, el 20 de diciembre de 1938 profería:
En unos pueblos, la Universidad ha enmudecido porque la conciencia de sus profesores ha sido secuestrada; a veces se ha callado porque muchos de sus profesores han sido expulsados, fijáos en que hay pueblos enteros donde la universidad ha dejado de ejercer función alguna, porque el poder creyendo interpretar la esencia de su vivir, ha impuesto un credo político.(…) Nada menos que el silencio de las Universidades en pueblos próceres, a los cuales no hay un solo hombre consciente de lo que significa la cultura, que no deba gratitud, y, por consiguiente, que no esté obligado a diferenciar lo que hay de circunstancial en su vida actual con lo que ese pueblo sustancial y esencialmente es y significa; y distinguir, por tanto, entre la discrepancia con un sistema político, de todo aquello que pueda representar menosprecio o vilipendio para pueblos augustos que han significado, significan y significarán cosas tan altas en el proceso de la cultura. [3]
Se precisa de un profesorado profundamente político comprometido con la verdad y que expanda su magisterio desde el aula hasta las calles, la tribuna y el parlamento. Un profesorado que excluya de sus enseñanzas los sectarismos, los egoísmos, las vanidades y pomposidades tan dañinos y contrarios al crecimiento sano y fecundo de nuestras sociedades. Se precisa —dejaba escrito el pensador español— una Humanidad comprensiva y generosa que clave como glorioso gonfalón en lo más alto de la cumbre: la tolerancia.[4]
La coherencia de su quehacer intelectual lo había llevado a interrogarse a fondo, en los inicios de la década del treinta, el problema constitucional en su país y la relación entre el gobierno y la sociedad para concluir la necesidad de una reforma constitucional al analizar los profundos errores que debían rectificarse. Las fuerzas vitales de la sociedad se habían paralizado, no existía el ejercicio de una ciudadanía responsable que participara realmente en las decisiones del gobierno. Se hacía urgente formar al ciudadano. Los trabajadores no tenían que ser reclutados para asistir al voto sino que debían poseer la competencia debida para discutir sus problemas fundamentales y los del país, en términos administrativos y políticos. Propone la creación de una fuerte organización administrativa desde la aldea a la gran ciudad, una reforma social agraria, una reforma del régimen del contrato colectivo de trabajo, una reforma sobre las asociaciones. Además del reconocimiento de cada región del país y la tenencia de un parlamento propio, y la organización de las responsabilidades políticas y administrativas de las autoridades, entre otros.
“La coherencia de su quehacer intelectual lo había llevado a interrogarse a fondo, en los inicios de la década del treinta, el problema constitucional en su país y la relación entre el gobierno y la sociedad para concluir la necesidad de una reforma constitucional al analizar los profundos errores que debían rectificarse”.
De modo definitivo analiza la urgencia de la plena libertad del Parlamento en las nuevas constituciones: “(…) solo en un órgano de oposición, solo ante las posibilidades polémicas de plena libertad en un Parlamento, es fácil que se revele el hombre de Estado, el hombre con visión, con capacidad intuitiva para discernir cuáles deben ser los fines que se proponga un país en un momento dado. Esta finalidad compete al hombre político, porque es, a su vez, de la política lo característico el servir, para determinar el interés general, el interés humano. El poderlo hacer, eso depende de la subsistencia de un régimen de democracia. El juicio de finalidad, el qué hacer, es el reducto inexpugnable de la democracia, cualquiera que sea la evolución política de nuestro tiempo”.[5]
Esta concepción democrática y libertaria de Fernando de los Ríos se refleja en la Declaración de La Habana, resolución aprobada en la primera reunión de profesores universitarios españoles emigrados del 20 al 22 de septiembre de 1943, inspirada en los principios de la Carta del Atlántico. En sus once artículos reclamaban el regreso de la República en España y un llamado a la solidaridad con la causa del pueblo español. Firmaron además, esta resolución los intelectuales españoles Gustavo Pitaluga, Manuel Pedroso Joaquín Xirau, María Zambrano, Pedro Bsch Gimpero, Demófilo de Buen, Cádido Bolívar, Mariano Ruiz Funes, Augusto Pi y Suñer junto a nuestro filósofo español. No escapó a su visión previsora homenajear en aquella importante reunión del momento histórico que vivía la nación española, pero también la cubana, cuya intelectualidad se fortalecía frente a la República y no le era indiferente sus textos, a la obra liberadora de José Martí a quien asumía desde el sentido, la esencia y la fuerza política de su pensamiento como una filosofía del porvenir.
Notas:
[1] Fernando Ortiz: Propósitos de la Institución Hispanocubano de Cultura, en Revista Ultra, p. 193.
[2] Fernando de los Ríos: Reflexiones en torno al sentido de la vida en Martí, discurso pronunciado en la Institución Hispanocubana de Cultura, 29 de enero de 1928.
[3] Fernando de los Ríos: La posición de las Universidades ante el problema del mundo actual, en Ciencia y Conciencia, Editorial de la Universidad de La Habana, 1956, pp. 4-5.
[4] Pablo F. Lavin y Padrón: Discurso de presentación de Don Fernando de los Ríos, en revista Universidad de La Habana, 1939, p. 5.b.
[5] Fernando de los Ríos: “Reflexiones sobre una posible reforma constitucional, 1931”, en Ciencia y conciencia, Editorial Universidad de La Habana, La Habana, 1956, pp. 29-30.
Este 17 de julio, a propósito de la celebración del aniversario 48 del Centro de Estudios Martianos, la especialista en Lengua y Literatura Hispánica, investigadora y fundadora de la institución, Ela López Ugarte, fue reconocida por sus méritos con la distinción “La utilidad de la virtud”, de la Sociedad Cultural José Martí, Oficina del Programa Martiano (OPM).
Además de sus publicaciones y del conocimiento de la obra martiana, en el acto se halagó el ejemplar trabajo de Ela como editora del Anuario del Centro de Estudios Martianos, labor que le mereciera hace tres años (aniversario 45), la distinción “Pensar es servir”, la más alta que, desde 2006, otorga el Centro de Estudios Martianos a instituciones y personalidades cubanas y extranjeras destacadas en la promoción de la vida, la obra y el pensamiento de José Martí.
En ese contexto, el doctor en Ciencias Literarias David Leyva González compartió la noticia del Premio de Investigación José Martí concedido al investigador y profesor de la Universidad de Camagüey, Manuel Ramón Castro Hernández, por su trabajo “China, su inmigración y cultura en el periodismo de José Martí”. Además de David, fungieron como jurado el doctor en Ciencias Históricas y jefe del equipo de Edición Crítica de las Obras Completas de José Martí, Pedro Pablo Rodríguez López, y la investigadora, periodista (y editora de dicho equipo), Niurka Alfonso Baños.
En la celebración estuvieron presentes Fernando Rojas y Alegna Jacomino Ruiz, asesor y directora de ciencia, investigación y medio ambiente del ministerio de Cultura, respectivamente; la colaboradora brasileña María Auxiliadora César, profesora de la Universidad de São Paulo; el ensayista Enrique Ubieta, quien fuera director del CEM en los años 90; los miembros del Consejo Mundial del Proyecto José Martí: Víctor Hernández Pardo, subdirector general de la OPM; Luca Bondi, presidente de la Fundación Semillas de Paz, y el antropólogo e historiador mexicano Carlos Bohórquez Urzais, presidente del Comité Científico de la Universidad “José Martí” de Latinoamérica, Campus Yucatán, así como la doctora en Ciencias Marlene Vázquez Pérez, actual directora del CEM, quien tuvo a su cargo el discurso inauguralde esta celebración (consultarlo en nuestro Portal), en el cual recordó a sus fundadores Fidel Castro Ruz y Armando Hart Dávalos, y destacó la prestigiosa nómina de miembros del primer consejo de dirección: “presidido por Roberto Fernández Retamar e integrado, además, por los doctores Julio Le Riverend, José Antonio Portuondo, José Cantón Navarro y Ángel Augier. En representación del Seminario Juvenil Nacional de Estudios Martianos, Francisco Noa; como responsable de la edición crítica de las Obras completas de José Martí el doctor Cintio Vitier, a cargo de la documentación martiana, Nydia Sarabia. Luis Toledo Sande y Umberto Peña, respectivamente, como responsables de las publicaciones del CEM y el diseño y, como secretaria científico-técnica, la doctora Marina Fernández Román”.
El acto concluyó con la interpretación a violín de un popurrí de piezas cubanas a cargo de la estudiante a de la Escuela Elemental de Música “Manuel Saumell”, Keyla Morera Ávila.
Sin abandonar el rigor de la investigación científica, el grupo de Historia del Centro de Estudios Martianos (CEM) está abriendo su espectro a novedades tecnológicas para acercar a los más jóvenes a trascendentales acontecimientos de la guerra de independencia de Cuba, en cuyo centro emerge la presencia y vitalidad del líder del Partido Revolucionario Cubano, José Martí.
Durante la Feria de Ciencia e Innovación “Martí Vive”, formalizada hoy en las galerías del CEM, el público pudo constatar un proyecto de comunicación interactiva que –fruto de la concertación con la Casa Vitier-García Marruz–, comienza a tomar forma en la historieta y el juego de roles desde la realidad social que vivió el Apóstol: otra manera de hacer que, a partir de valiosos códigos culturales, sea leída/comprendida/re-imaginada, nuestra historia.
Esa búsqueda de formas novedosas (fieles a la concepción martiana acerca de la ciencia, como explicara en la inauguración la doctora en Ciencias Literarias Marlene Vázquez Pérez), es la perspectiva del resto de los equipos, y así quedó declarada en cada una de las exposiciones de los grupos de trabajo: Edición Crítica de las Obras Completas de José Martí, Biblioteca Especializada, Editorial, Portal José Martí y el de Investigaciones Literarias que, en fecha reciente, revivió ese camino con la preparación de una edición de La Edad de Oro, con inserción de códigos QR que remiten a lecturas y visualizaciones complementarias.
La Feria de Ciencias fue una jornada vital, donde la institución que en dos años alcanzará medio siglo de creada, renovó compromisos con la vida, la obra y el pensamiento de José Martí y, a la vez, con los tiempos de hoy.
Además del público habitual, estuvieron presentes dos cercanos colaboradores del CEM: el profesor italiano Luca Bondi, presidente de la Asociación Humanitaria Semillas de Paz y la profesora brasileña María Auxiliadora César, de la Universidad de São Paulo.
Con la ponencia “José Martí y los avances tecnológicos de su época”, a cargo de la Dra. C. Marlene Vázquez Pérez, investigadora y directora del Centro de Estudios Martianos (CEM), iniciará este jueves 10 de julio a las 10:00 a.m., en su sede ubicada en Calzada entre las calles 4 y 6 de El Vedado capitalino, la Feria de Ciencia e innovación «Martí Vive».
Organizado por el CEM, el encuentro resultará escenario propicio para conocer acerca de las presentaciones de proyectos en desarrollo y propuestas de trabajos para el futuro, por parte de equipos de investigación de la Biblioteca, el sitio Web y el área editorial.
En esta oportunidad, el vínculo entre ciencia e innovación podrá apreciarse a través de la presentación de aplicaciones para móviles, a la par de la Edición Crítica de las Obras Completas de José Martí y otros resultados investigativos de la institución académica; entre ellos una edición en formato impreso, de «La Edad de Oro» con código QR.
La jornada incluirá en su programa, además, un proyecto de historietas (comics), un juego educativo de roles, basado en personajes de la obra martiana, y una trivia de conocimientos (concurso de preguntas) sobre el Héroe Nacional de Cuba. (Tomado de ACN)