En la Casa de Altos Estudios Don Fernando Ortiz, de la Universidad de La Habana se organizó este primero de setiembre la despedida del Doctor en Ciencias Históricas Eduardo Torres-Cuevas, imprescindible voz de la historiografía cubana.
Personalidades de nuestra cultura y cientos de sus amigos, colegas, alumnos y compañeros de trabajo de las diversas entidades que prestigió con su sabiduría y constancia estuvieron presentes en las honras fúnebres: Oficina del Programa Martiano, Centro de Estudios Maartianos, Sociedad Cultural José Martí, Centro Interdisciplinario para el Desarrollo de las Ciencias Sociales, Biblioteca Nacional de Cuba José Martí, Academia de la Historia de Cuba, Alianza Francesa de Cuba, Cátedra Voltaire y Grupo Parlamentario de Amistad Cuba-Francia, entre otras.
Manuel Marrero Cruz, primer ministro y miembro del Buró Político del Comité Central del Partido Comunista de Cuba, asistió a la ceremonia en la que se recibieron ofrendas florales del General de Ejército Raúl Castro Ruz, líder de la Revolución, así como de Miguel Díaz-Canel Bermúdez, presidente de la República y primer secretario del Partido.
La partida física del querido profesor Eduardo Torres-Cuevas deja un vacío enorme en la comunidad intelectual cubana, así lo recordó en su discurso de despedida Abel Prieto, director de la Casa de las Américas, quien recomendó muy especialmente la lectura de la última obra que publicó, dedicada “a los jóvenes cubanos donde quiera que estén”: Memorias de la nación cubana.
En esta página de nuestro Portal incluimos parte de los mensajes de condolencias que se han ido recibiendo en las instituciones martianas.
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Torres-Cuevas, al servicio de la patria
Por Marlene Vázquez Pérez
Hoy Cuba se duele por la pérdida de uno de sus hijos ilustres: el Dr. Eduardo Torres Cuevas. Nos deja una obra inmensa, hija de la constancia, el amor a la sabiduría, al trabajo y a la investigación. Su legado y labor educativa son invaluables. Sigamos hoy, en estos momentos difíciles, su ejemplo de entereza y su optimismo contagioso. Nunca dejó de soñar, ni siquiera cuando ya se sabía enfermo y con poco tiempo de vida. Prefiero decir, como José Martí, en su obituario de otro gran cubano, Antonio Bachiller y Morales: «No ha de afearse con lamentos falsos la cesación natural de una vida
larga y feliz, empleada amorosamente en el servicio de la patria.» Muchas gracias, mi admirado doctor, por sus enseñanzas. Descanse en paz. Luz para usted hoy y siempre.
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Hasta siempre querido profesor
Por: Yusuan Palacios
Ya vemos su sobrevida, ya se anuncia su clase mejor, ya nos disponemos a crear las nuevas obras que llevan en sí su espíritu lleno de actividad, tansformador y de profundas raíces culturales e históricas. Nos damos cita, una y otra vez; desafiando el tiempo y las circunstancias, con un hombre incansable, exponente vital de la búsqueda continua del pensamiento liberador, del sueño fundador, de la obra más allá de lo posible, de la raíz patria y el ala que eleva la nacionalidad nuestra.
No muere alguien así, con tanto por hacer, en plena disposición creadora, que era su combate, el que libraba con las ideas y el pensamiento, pero al mismo tiempo, con una práctica impresionante, reveladora de esencias, hacedora de una especie de impulsión histórica cuya osamenta encontramos en los cimientos de la nación, en los rasgos que definen la cubanidad y en el orgullo sublime de ser cubanos.
No muere alguien con tanta luz, con una obra de excelencia, de una altura científica fundamental, con una grandeza ética propia de los hombres de decoro, honor y dignidad. Sus 82 años de vida muy fecunda son expresión de entrega, dedicación y consagración a ideales, principios y verdades que defendía con su palabra y acción creadora.
Es más allá del eminente historiador, un pensador cuya cubanía saltaba fuera de sus poros. Un científico al servicio de la Patria, la Revolución y el Socialismo, ejemplo de intelectual revolucionario, heredero de la filosofía electiva cubana, maestro en su enseñanza, cultor de una obra de continuidad pedagógica e historiográfica emancipadora, con enfoque marxista y de creación original.
Es el Dr. Eduardo Torres Cuevas, destacado profesor universitario e investigador, con quien podíamos estar largas horas conversando, o mejor, casi todo el tiempo escuchándolo y aprendiendo de su cultura vastísima, tomando notas de sus ideas para nada arcaicas o atrasadas. Impresionaba su capacidad para adecuarse a los códigos de hoy, para oxigenar su pensamiento, para acompañar con mucha humildad ideas juveniles que nos permitió siempre compartirlas con él.
Estos últimos años me acercaron más a la obra del gran intelectual pero lo más importante fue el acercamiento a un ser humano excepcional, un caballero elegante y bien cubano, de quien seguiremos escribiendo, pese al dolor de su partida física, porque ya asoma su sobrevida.
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Por: Eloísa Carrera Varona
Desde la distancia en la que me encuentro, recibo con profunda tristeza la noticia del fallecimiento de quien fue para mí el querido y respetado profe Torres, y que más adelante pasó a ser mi jefe en la Biblioteca Nacional y en la OPM. Ya conocemos sus inmensas virtudes, pero en este momento recuerdo especialmente su noble y entrañable cubanía, su erudición y su amor por Cuba —por su cultura e historia—, a la que sirvió hasta el último aliento.
También vienen a mi mente su compromiso con nuestra patria, con la martiana revolución de Fidel, su entrañable amistad con Armando. A su vez, repaso en mi memoria al colega generoso, al compañero y amigo solidario y afectuoso. Su partida nos deja un vacío inmenso, pero también una huella imborrable en quienes tuvimos el privilegio de compartir con él, el día a día, y que ahora tenemos el deber de honrar su memoria para siempre.
Acompaño de corazón a cada uno de ustedes en este momento tan doloroso. Que encontremos consuelo en su legado, en los valores que nos transmitió y en la memoria viva de su presencia entre nosotros. Especialmente en esta hora de dolor, envío un fuerte abrazo con todo mi cariño a Patricia.
Con todo mi afecto y respeto,
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