[Nueva York] noviembre 13 de 1887
Mi amigo y señor:
¿Por qué nos privó de su consejo antenoche? Por la invitación que tuve el placer de enviarle, comprendió Vd. sin duda lo impor¬tante de la situación, la necesidad de obrar en ella con sincera grandeza, y lo posible que será tomar de ella y de sus peligros pie paria adelantar, sin mirar atrás ni acordarse de pequeñeces los tra¬bajos de trascendencia y vuelo que ya son indispensables, si de veras queremos ayudar a nuestra patria en lo que nos cumple, pre¬parando, juntando y previendo.
Sin lisonja puedo decir a Vd. que estimo muy de venas su juicio naturalmente levantado, y su palabra certera y sobria. Tenerla es el deber de emplearla.
Para regañarlo, pues, le escribo; y para decirle que le envío por el correo de hoy dos ejemplares del folleto de los discursos donde el de Vd. campea por la discreción y la elegancia.
Se alegrará en toda ocasión de verlo su amigo y servidor
José Martí