México y Estados Unidos

Peligro grave de guerra.–Antecedentes del conflicto.–Elementos constantes de la guerra.–La razón de la guerra y su pretexto.–Resumen engañoso del Secretario de Estado ante el Congreso.–Estado de guerra en la frontera.

Nueva York, 9 de agosto de 1886

Señor Director de La Nación

Valiera más esta vez no tener que dar cuenta de los sucesos culminantes de esta tierra, porque uno es el grave peligro de una guerra con México, y otro es la muerte inesperada de Samuel Tilden, aquel anciano que electo legítimamente a la Presidencia de su República, prefirió consentir en la pérdida de su puesto y en el anatema de sus secuaces, a precipitar a su pueblo a la guerra para mantener su derecho.

Murió en sus arreos de batallar, con el cuerpo clavado a su sillón y la mente en el bien público. Murió mirando por sus ventanas al río Hudson, cuya corriente majestuosa es lícito comparar a la de sus pensamientos.

Es inminente en estos momentos el peligro de una guerra mexicana. Ya se comprende que la razón verdadera para ella no es el pretexto que la precipita acaso. El pretexto es la prisión, juicio y sentencia por los tribunales del Estado mexicano de Chihuahua de un Cutting, un periodista aventurero y de poca vergüenza, que circuló con su propia mano en México, contra lo que ordena y castiga la ley mexicana de libelo, un artículo difamatorio contra un mexicano, publicado en español y en inglés en un periódico americano del Estado de Texas.

La razón es la insana avaricia de los cuatreros y matones echados de todas partes de los Estados Unidos sobre las comarcas lejanas de la frontera de Río Grande.

Allí de un lado está México, con sus ciudades viejas, su riqueza descuidada, sus hijos bravos, sus recuerdos encendidos de la invasión americana de 1848, su disgusto de ver crecer cada día en su suelo la población americana, su miedo justo de una invasión ansiada por la mayoría de los habitantes del otro lado de la frontera, y su instintiva repulsión contra la insolencia agresiva de la caterva que merodea y acecha desde las orillas opuestas de su río.

Del otro lado está Texas, que fue antes provincia de México como es ahora Chihuahua, y fue poblándose de americanos como se está poblando ella, y un día fue invadida por ellos y quedó entre sus garras, como Chihuahua teme quedar ahora: del otro lado están los Estados Unidos con su vanguardia de ciudades nuevas, sus hoteles y casas arrogantes, sus puentes que atraviesan el río como garras clavadas en la tierra de México, y su populacho desalmado, que la mira como una cosa de su pertenencia, y tiene ansia de caer sobre sus dehesas y sus minas.