Luz Edison
Prospera y gana ciudades la hermosa luz eléctrica de Edison:–En Chicago, adóptanla bancos, teatros y talleres; en Boston establecen una estación central, que derramará por la ciudad 20,000 luces:–y son de ver aquellas máquinas esbeltas y sencillas, a la par pesadas y graciosas, como juguetes de héroe! Parecen esas lindas fábricas maravillosas llenas de espíritu femenil: entrar en las factorías donde las trabajan, es como entrar en fábrica de espíritu. Queda una impresión doble y suave:–de encumbramiento, y de delicadeza.
En Moscow, desde lo alto de la torre de la Asunción y Juan el Grande y desde sus históricas murallas vertía luz sobre las fiestas de la coronación un aparato poderoso de fuerza de 40,000 bujías.
Ahora, susurran que Buenos Aires va a ser iluminado por la luz Edison,–menos deslumbradora acaso que la de Brush, aunque menos confusa;–menos blanca que la de Jablochoff; pero pura, sostenida, penetrante, libre de todo riesgo,–en lo que aventaja a todas sus rivales,–susceptible de múltiples aplicaciones, sumisa a la mano del hombre, bella y discreta como cosa de hadas.
Visitar el laboratorio de las lámparas es como entrar en encantada gruta; acá espejos se encienden, allá ramos de flores; a un golpe de un botón, surgen mil luces, y a otro golpe se apagan. Por debajo del agua, como estrella caída en el mar, la luz fulgura: se pasa por debajo de arcos encendidos.
Y si se ve luego a Edison, se entiende el invento; porque lo lleva en los ojos.
La América. Nueva York, junio de 1883.