Entre los hombres, viénese manchado
Cual del lagar hediondo en donde estrujan
Los labriegos las uvas generosas.–
Tiemblen los que amen, que a puñadas duras,
Como a la gente limpia los rufianes
La enllagarán el alma enloquecida!–
Y perseguido, como a fiera, sólo
En su lecho de luz caerá de bruces!
Echaba al tigre el bárbaro [romano?]
A los fieles a Cristo: –y a los hombres
Se echa los nuevos mártires ahora!
Pues como si a árbol fuerte la semilla
Crece, y a pompa umbrosa, y fructifica,
El alma amante, que sin darse muere
Ni aire ha de hallar, ni tierra, luz y empleo.
Para alumbrar la tierra el sol esplende:
Frutece en poma suave la semilla,
Y hoy, o después, o alguna vez, el goce
De amar sin [sonrojarse] hallará el alma.
¡Ya yo he sentido, ya, cómo se mece
Libre del cuerpo, así como una nube
En el divino espacio el alma humana!
[Ms. en CEM]