El huracán Matthew, que recientemente pasó por la zona más oriental de Cuba, arremetió contra el sitio histórico destinado que perpetuar el momento de la llegada a Cuba de José Martí, Máximo Gómez, Francisco Borrero, César Salas, Ángel Guerra y Marcos del Rosario a la Patria, el 11 de abril de 1895.
Los residentes en la zona de Cajobabo, sienten el dolor de la destrucción de más del 90 por ciento de sus viviendas, la escuela, el centro comercial, la central telefónica, los viales y muchas obras más, perdidas por el ataque de las endemoniadas ráfagas del destructor huracán que entró a Cuba por Punta Caleta, un sitio muy cercano al lugar.
Pero también los lastima, y mucho, que el ciclón se haya metido con el sitio destinado a perpetuar el momento de la llegada de José Martí y sus compañeros, Máximo Gómez y otros patriotas llegaron a la Patria el 11 de abril de 1895 para hacer la Guerra Necesaria.
Ese territorio, donde radica el museo, erigido justo en el lugar en que estaba la casa de Salustiano Leiva, el niño que conoció a Martí y que años después relató a Fidel aquellas vivencias, además de la réplica del bote que trajo a Cuba tan preciosa carga y el bosque martiano, es venerado por los pobladores de Cajobabo, quienes sienten el sano privilegio de custodiar un tesoro de la Patria.
Margarita Delgado Samón, nieta de Salustiano, sabía que su casa no iba a resistir los embates de las olas y el viento, por eso fue a pasar el vendaval a otro lugar, con el dolor de dejar detrás lo que más quería.
Un día después, cuando regresó, y al ver como el ciclón se había llevado parte del caballete del museo y del bohío de su abuelo; que el bosque había sido devastado y el bote permanecía sepultado bajo el techo que lo cubría, se echó a llorar de manera desconsolada.
No sabe usted el significado de este sitial para nosotros que hemos nacido y crecido con el orgullo de que por aquí entró Martí a Cuba. Para mí, que tantas historias escuché en boca de mi abuelo sobre aquel instante en que conoció al hombre de la Edad de Oro, no resultó fácil el impacto de ver tantos daños, señaló Margarita.
Yo creo que lo primero que debemos restaurar en Cajobabo es este museo. Cuando eso se logre, entonces tendremos fuerza para hacer todo lo demás. Martí ha sido nuestro escudo protector, y esta vez no será menos, dijo la custodio del bosque, idea compartida por otros vecinos como la familia Columbié Ramírez.