La juventud cubana tiene que hacer prevalecer el proyecto revolucionario
Por: Astrid Barnet

“Y para ayudar al conocimiento de la realidad política de América, y acompañar o corregir, con la fuerza serena del hecho, el encomio inconsulto —y, en lo excesivo, pernicioso— de la vida política y el carácter norteamericanos, Patria inaugura, en el número de hoy, una sección permanente de Apuntes sobre los Estados Unidos, donde, estrictamente traducidos de los primeros diarios del país, y sin comentario ni mudanza de la redacción, se publiquen aquellos sucesos por donde se revelen, no el crimen o la falta accidental —y en todos los pueblos posibles—, en que solo el espíritu mezquino halla cebo y contento, sino aquellas calidades de constitución que, por su constancia y autoridad, demuestran las dos verdades útiles a nuestra América: el carácter crudo, desigual y decadente de Estados Unidos, y la existencia, en ellos continua, de todas las violencias, discordias, inmoralidades y desórdenes de que se culpa a los pueblos hispanoamericanos”.

De esa forma el más Universal de los Cubanos, nuestro José Martí, inauguraba su sección permanente en el Periódico Patria[i], referida a Estados Unidos. Era el Martí periodista, de pluma crítica, elegante, de saberes infinitos, quien con precursor visión comunicaba a la América nuestra sobre la realidad y verdad de una naciente gran Nación, acerca de la cual “(…) Ni se debe exagerar sus faltas de propósito, por el prurito de negarles toda virtud, ni se ha de esconder sus faltas, o pregonarlas como virtudes”.

Y de esta forma también trascendió la conferencia sobre “Periodismo, literatura y ética en José Martí”, dictada por el prestigioso intelectual cubano Roberto Fernández Retamar, presidente de la Casa de las Américas, en la habanera sede de la Unión de Periodistas de Cuba (UPEC).

Tras rememorar algunos de los hechos más significativos en la vida del Apóstol, demostrativos de su impronta como periodista como fue el caso “del doctor José Antonio Portuondo, cuando expresó que si a Martí le hubiesen preguntado su profesión, éste hubiese respondido de inmediato: Periodista.

“Martí fue esencialmente en cuanto a su escritura, un periodista.

Sus primeros textos fueron publicados en El Diablo Cojuelo y en Patria Libre y, al final de sus días, es el principal redactor del periódico Patria. El dominicano Pedro Henríquez Ureña dijo sobre Martí que: “Su obra es periodística, pero un periodismo elevado a un nivel altísimo que como nunca antes se ha visto en español, como tampoco probablemente en ninguna otra lengua”.

Enfatizó asimismo que la obra literaria del Apóstol “por tanto, es la de un periodista; solo que elevada a un nivel artístico como nunca antes se hubiese visto en el idioma español. Sabemos que escribió también otros muchos textos como es el caso de la novela Amistad funesta, al igual que muchos poemas como Ismaelillo, dedicado a su hijo; Versos Libres, publicados póstumamente, y Versos Sencillos; literatura para niños, con su prodigiosa revista La Edad de Oro, publicada en cuatro números.

“Al contemplarlo en relación con la ética, sí quisiera hacer una observación. Ética es una palabra de origen griego, equivalente en latín a Moral. Por tanto, ambas significan lo mismo. Una gran escritora y conocedora de la obra del Apóstol, la chilena Gabriela Mistral, dijo: “Se hablará siempre de él como un caso moral, y su caso literario lo veremos como una consecuencia”.

Más adelante Fernández Retamar recalcó que la vida de Martí estuvo plagada de grandes acontecimientos a partir de todos los países en los cuales vivió y trabajó como España, México, Guatemala, Venezuela, Estados Unidos. En específico, en ese último país, donde residió durante casi quince años y donde escribió un sinnúmero de crónicas y artículos: sobre exposiciones, conciertos, sobre la Estatua de la Libertad, sobre el Conferencia Panamericana (1889), entre otros.

En relación con la importancia de la vida y la obra martiana en la situación actual de nuestro país, y a partir de la visita de un presidente de Estados Unidos, tras 88 años de ausencia del contexto cubano afirmó:“Un periodista de una revista norteamericana me preguntaba acerca de qué pensaría José Martí en relación con el restablecimiento de relaciones. Le contesté varias cosas: Martí escribió copiosamente sobre Estados Unidos, son muchos los tomos de sus obras completas en que aborda este tema. Es por ello que puede decirse que es el escritor latinoamericano más entrañablemente vinculado a Estados Unidos. Estuvo muy influido en ese país por los radicales estadounidenses (…) Se puede decir que fue también un radical estadounidense. Existe una enciclopedia de la autoría de la izquierda de ese país publicada por la Universidad de Illinois, al igual que diccionarios de la izquierda (American Left), donde Martí aparece como un hombre de pensamiento radical importante en ese país.

“No solo combatió los aspectos negativos de Estados Unidos de entonces, sino que también exaltó a las mejores fuerzas de dicho país: la clase obrera, sus pensadores, sus artistas, escritores…El poeta español Juan Ramón Jiménez llegó a decir incluso que le debemos a Martí la entrada poética de Estados Unidos en el idioma español”.

En otra parte de su intervención el también poeta y ensayista puntualizó en el pensamiento de nuestro Héroe Nacional que: “Estimo que ante la situación actual de reanudación de nexos, Martí hubiera reaccionado con mucho entusiasmo porque él realmente apreciaba los aspectos positivos (que son muchos) de Estados Unidos; no obstante estar en contra de sus gobernantes, al igual que del capitalismo y el imperialismo, pero no estaba en contra del pueblo de los Estados Unidos. Reitero, esta reanudación de vínculos le hubiese impresionado positivamente, lo que no quiere decir que estuviese de acuerdo con la política imperialista del gobierno de los de Estados Unidos. Ya él había criticado sobre el proceder político de ese gobierno con su expansión a México a mediados del siglo XIX”.

Agregó a continuación que, aunque tenemos relaciones diplomáticas, “aún no contamos con una vida económica saneada. Cuba es un país entrañable; nuestro pueblo es de simpatías, no de odios. Los estadounidenses nunca han sido objeto de ataque, ni de odios por parte de nuestro pueblo. Cuba, hasta cierto sentido, está muy vinculada espiritualmente a Estados Unidos. Por ejemplo, ese arte por excelencia de nuestro país que es la música, está muy vinculado a la música de la Nación norteña.

“Si seguimos profundizando en este asunto hay que analizar que nunca hemos tenido relaciones formales con los Estados Unidos. En 1902 se constituyó un gobierno ya mutilado —el de Estrada Palma—, a través de la Enmienda Platt y, por otra parte, por la entrega de parte de nuestro territorio en Guantánamo con una base naval. Base convertida en un campo de concentración, que constituye una violación hasta de los propios principios que ese gobierno acostumbra a difundir internacionalmente. En 1934 fue abolida la Enmienda Platt y se estableció un tratado comercial leonino para continuar dócilmente bajo su dominio. Por eso es que recalco que Cuba nunca ha tenido relaciones normales con Estados Unidos; siempre han sido anormales. Veremos si ahora las llegamos a tener…Sería la primera vez”.

El connotado intelectual se refirió a su re-lectura durante estos días de las crónicas martianas referidas a las luchas obreras: “Es importante leer esas crónicas, pues Martí apoya las luchas de los obreros norteamericanos, y esto es algo importante para su toma de conciencia. “Lo social ya está en lo político en todas partes”, escribió una vez a un amigo. Ya había madurado al final de la década del ochenta producto de su acercamiento a la clase obrera. Su artículo Los pobres de la tierra, de 1891, eran para él los obreros y los campesinos pobres.

“También he estado releyendo en estos días los diarios de campaña de nuestro Apóstol donde describe de forma impresionante aspectos de la vida de Cuba: sus plantas, animales, costumbres…Y a veces uno se pregunta: ¿Cómo si nunca estuvo en las provincias orientales, conocía los nombres de plantas, animales…? Hace unos años la Editorial Abril publicó un libro precioso titulado Martí a flor de labios. Su autor (Froilán) en la década del ochenta del pasado siglo se armó de una grabadora y recorrió Playitas de Cajobabo, donde desembarcaron Martí y Gómez. El autor entrevistó a unos ancianos que habían sido niños cuando él desembarcó por esa zona y algunos lo recordaban…como un Martí amoroso. Como un hombre que ama profundamente a los niños, a la naturaleza cubana, a su tierra… “Solo la luz es comparable a mi felicidad”, le escribe a Carmen Miyares en una ocasión. Quizás, los últimos 38 días de su vida, del once de abril al 19 de mayo de 1895, fueron los más felices de su vida tras su llegada a tierra cubana”.

Ante la interrogante de ¿cuál sería su mensaje martiano a los jóvenes en los momentos actuales?, el también Premio de la Cultura Nacional por la Obra de toda la vida respondió: “No solo son los niños la esperanza del mundo, como dijo nuestro Héroe Nacional, sino también los jóvenes No tengo dudas al respecto. Es necesario que nuestros jóvenes traspasen el proyecto histórico de la Revolución para que este prevalezca. Con vista a ello recordemos nuestras guerras de independencia y sus dos capítulos. Uno, entre 1868 y 1878 y el otro, entre 1895 y 1898. Ambos momentos correspondieron a dos generaciones distintas. Sin embargo, el proyecto histórico era el mismo, aunque las generaciones fuesen distintas. Existían las viejas generaciones: Máximo Gómez, Antonio Maceo, Ignacio Agramante, y existieron después los que Martí calificó como Los Pinos Nuevos, como la generación emergente que hizo suyo el proyecto independentista y liberador de 1868.

“En mi caso, soy un enamorado de las conquistas de la juventud. Los jóvenes deben y tienen que asumir el proyecto revolucionario como suyo propio para que este continúe adelante. Así, no solo son los niños la esperanza del mundo, sino también los jóvenes”.

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[i]
José Martí “La verdad sobre los Estados Unidos.” En Patria, Nueva York, 23 de marzo de 1894.Obras Completas. Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1975. Tomo 28. Pp. 290-294.

Fuente: http://www.cubarte.cult.cu