José Martí o de la Universalidad de su Escritura
Por: Daniel Céspedes

La obra escrita de José Martí sigue atrayendo a numerosos investigadores de las más diversas disciplinas, de modo que el campo de los estudios martianos se sigue ensanchando cuantitativamente, a la vez que las perspectivas e intenciones que los apuntalan también obedecen frecuentemente a inusuales puntos de partida y nos entregan una riqueza interpretativa que no conoce límites.

Pedro Pablo Rodríguez

Los siete ensayos que conforman los capítulos del excelente libro: “ De surtidor y forja: La escritura de José Martí como proceso cultural”, de la cubana Marlene Vázquez Pérez, editado por la Universidad Nacional de México, Centro de Investigaciones sobre América Latina y el Caribe y el Centro de Estudios Martianos en el año 2016, se familiarizan al derivar en primera instancia de la excelencia expresiva y el fisgoneo temático presentes en la prosa martiana.
Luego, de principio a fin, lo pasional se ajusta a la soltura del tono, generoso en mostrar los logros del rigor investigativo y la precisión del lenguaje de su autora.
El lector pudiera preguntarse una vez más: ¿cómo el Héroe Nacional cubano, quien hizo obra desde el periodismo y la poesía, las cartas y el ensayo, escribía tanto? Marlene Vázquez habla de la disposición crítica creativa de Martí. Él no podía estar siempre como testigo presencial de cuanto escribía pero, al ser un lector insistente y curioso, aprovechaba toda clase de informaciones para testimoniar más tarde por escrito su visión del hecho y el contexto; del hombre y la época. Asimilación, interpretación y recreación de cuanto él recibía de los alcances, en un inicio, ajenos, pero pronto a ser enriquecidos: “Hambrientos de cultura, la tomamos donde la hallamos más brillante”. Confianza e inconformidad determinan el proceder escritural martiano.
Con De surtidor y forja… Marlene Vázquez refleja también sus variados intereses en torno al orbe Martí. Tiene, como es capital, que acudir una y otra vez a las citas porque al Maestro no conviene parafrasearlo aunque sí interpretarlo, labor intelectual que la autora defiende con su escritura ilustrativa y precisa.
Cada texto merece un comentario por separado, según las propias divisiones de Marlene. Pudiera interesar, sin dudarlo, toda esa primera parte donde se reconoce la sucesión motivada que comprende desde la carta íntima al ensayo mayor. El lector tiene que insistir línea por línea para regodearse con “Por la puerta natural: de la crítica literaria a la creación poética martiana. Una aproximación necesaria”. Pero los más sustanciosos ensayos por trabajados y disfrutables por preferencias temáticas se juntan hacia la segunda parte: “Voces en contrapunto: poética, mediación y reescritura en las Escenas norteamericanas”. ¡Cuánto gozo en la investigación de lo (des)conocido para sorprender con otros detalles!
Estamos ante un libro revelador no solo para especialistas. La autora tiene una consideración escritural con muchos lectores. Ahora, conviene una parada ante un señalamiento de Marlene referente a la dimensión humana del prócer cubano en relación con su vocación heroica, pues ella se queja de cómo el Martí de carne y hueso se pierde con frecuencia ante el Martí idealizado y simbólico. Tal segmentación de la figura de nuestro héroe mayor es paradójica para la especialista. Le parece insostenible la tendencia de los que quieren humanizar a Martí “como si no estuviéramos en presencia de un ser humano extraordinario”; porque,  asimismo, “este afán de ‘desacralizarlo’ pretende insistir en los defectos, errores y debilidades que todo hombre trae consigo al reino de este mundo”. No hay paradoja en dejar en claro la preferencia receptiva en torno a José Martí, sino desacierto, por ejemplo, cuando se defiende el desmembramiento del hombre en favor del héroe. Lo sabe Marlene, quien no por gusto repasa al Martí hijo y al Martí padre. En fin, de que él fue en vida y es aún por obra un hombre extraordinario pocos lo dudan. Pero a Martí se le entiende mejor cuando uno se despoja precisamente de la postura idólatra e intenta familiarizarse con la obra escrita del ser humano.
¿Humanizar a Martí? Sí, pues ello no implica desacralizarlo. Pobre de aquel que se queda con sus errores y debilidades; ingenuo es quien repite despersonalizándose las frases dichas por otros. Llegar a Martí a través de su humanidad no requiere una única interpretación, ni implica un deterioro de su grandeza y, menos, nuestra victimización para idolatrarlo. Alejémonos de las tres posturas. Martí no sirve para todo. Reconoce Marlene: “Haber sido de su tiempo a plenitud, con toda la responsabilidad que ello exige, ya es mérito suficiente y motivación para el examen de su legado”. La adoración reiterada y excesiva o peor: falsa, es la confirmación más cercana de descrédito hacia algo o alguien. En efecto, lo dice la propia autora: «Lo más trascendente, sin embargo, de la huella que cualquier persona entrega a la posteridad, son sus aciertos”. Lo reconocemos porque, por fortuna, Martí alcanzó su inusual heroicidad por haber sabido vivir con sus contenciones y desmesuras personales.
De surtidor y forja: La escritura de José Martí como proceso cultural, de Marlene Vázquez Pérez, es uno de los libros más provocadores dados a conocer hace poco en Cuba, sobre el Apóstol.