Fermín Valdés Domínguez, el “Hermano del Alma” de José Martí

A ningún cubano le es ajeno el nombre de Fermín Valdés Domínguez, nacido el 10 de julio de 1853 y fallecido el 13 de junio de 1910 en La Habana, ampliamente conocido como “hermano del alma” de José Martí, una condición o mérito que habla por sí de su gran valía como ser humano, y de su compromiso político, patriótico y revolucionario.
Precisamente por eso tuvo una vida rica y compleja aquel hombre muerto, debido a su quebrantada salud, cuando estaba a punto de cumplir 56 años.
Sus últimas acciones por la independencia de Cuba lo habían llevado en 1894 a los Estados Unidos de Norteamérica para colaborar junto al Maestro, en los preparativos de la Guerra Necesaria.
Tras la salida de José Martí a Cuba, Valdés Domínguez se quedó en el país norteño, para apoyar la contienda iniciada el 24 de febrero de 1895, con la recaudación de recursos.
Pero la caída en combate de su entrañable amigo, el 19 de mayo de ese propio año, lo compulsó a embarcarse con presteza en una expedición que salió hacia Cuba y ya en suelo patrio se incorporó al Ejército Libertador.
En la manigua redentora cubana, por su profesión de médico ocupó cargos de Jefe de Sanidad de los cuerpos militares de Las Villas y Oriente, asistió a la Asamblea Constituyente de Jimaguayú y fue ayudante del General en Jefe Máximo Gómez. Alcanzó el grado de Coronel.
Con el fin de la guerra y en medio de la ocupación estadounidense, optó por vivir en La Habana.
No tuvo ningún cargo en el gobierno creado bajo los dictados imperiales y en 1907 integró la Junta Patriótica de La Habana, desde la cual se opuso al anexionismo reaparecido en ciertos sectores durante la segunda intervención militar de 1906 a 1909.
Paralelamente a sus actividades cívicas y patrióticas, Valdés Domínguez fue un hombre multifacético. En sus años juveniles se graduó como médico en España, tras una accidentada carrera, por motivo de sus acciones políticas en la Isla.
Poseedor, como su gran amigo de la infancia y adolescencia, de una vasta cultura humanística, lo dominaba la sed del conocimiento, por lo que cursó sus estudios a cabalidad, durante su fecunda estancia en suelo de la metrópoli.
La amistad, o mejor dicho hermandad entre Pepe Martí y Fermín Valdés Domínguez merece unas líneas en este sucinto trabajo. Se conocieron de niños, en la escuela primaria de San Anacleto.
Luego la amistad creció y se hizo mayor cuando ambos cursaban estudios de primaria superior en el colegio dirigido por el profesor Rafael María de Mendive, el pedagogo que influyó de manera sobresaliente en la formación patriótica, moral y el ideario independentista de ambos jovencitos.
En 1869 Fermín Valdés Domínguez y el joven José Julián Martí y Pérez, se vieron envueltos en sucesos de dramáticas consecuencias.
Con solo 16 años, Martí fue condenado a seis años de prisión en las canteras de San Lázaro, al comprobarse su participación en la autoría de una carta en la que se acusaba a un compañero de ambos de traidor y apóstata por haberse incorporado al cuerpo represivo y criminal de los Voluntarios de La Habana, al servicio de la corona.
A pesar de que su compañero Fermín admitió haber sido el autor, la caligrafía de Martí inclinó la mayor culpabilidad hacia él. Fermín, empero, tuvo que cumplir seis meses de cárcel.
Fermín había iniciado los estudios de Medicina en La Habana, pero es implicado nuevamente en otro proceso, el que concluyó con el crimen monstruoso de los ocho inocentes estudiantes de Medicina, el 27 de noviembre de 1871.
Aunque no le cupo la suerte de morir por fusilamiento en el macabro sorteo que finalmente hicieron las autoridades españolas, esa vez Valdés Domínguez fue condenado a seis años de cárcel. Ese espantoso suceso lo marcó para toda la vida y en lo adelante luchó con valentía, sin descansar, incluso años después, por vindicar la memoria de aquellos niños mártires, sus antiguos y amados compañeros de estudio.
Debido a denodados esfuerzos de sus padres y amigos, Valdés Domínguez y Martí fueron deportados luego, tras un tiempo de verdaderos sufrimientos y marcharon a España de forma separada.
En España Fermín escribió, con el apoyo de Martí, un libro de denuncia de las atrocidades cometidas por las autoridades coloniales. Tanto la obra de Fermín, como el ensayo titulado: “El presidio político en Cuba”, fueron publicados en Madrid y ambos tuvieron una gran repercusión.
Al finalizar sus estudios en España, Martí tomó el rumbo del exilio hacia varios países de América Latina, como: México, Guatemala, Venezuela y más tarde Estados Unidos. Fermín ejerció su carrera como médico en La Habana, su ciudad natal, en 1876, pero a pesar de la distancia, la amistad entre ambos continuó.
Siempre honrado y muy comprometido socialmente, ejerció la Medicina, hizo investigaciones médicas y antropológicas, fue autor de varios estudios científicos avanzados para su tiempo y atendió a los más pobres y humildes desde sus consultorios en La Habana, Santiago de las Vegas y el poblado oriental de Baracoa, donde realizó un trabajo destacado y meritorio.

Fuente: http://www.adelante.cu