Ensayo Nuestra América estimula por Martí la concordia y unión tácita de sus pueblos: 125 años de su creación
Por: Marcia Jerez Valón

“Cree el aldeano vanidoso que el mundo entero es su aldea, y con tal que él quede de alcalde, o le mortifique al rival que le quitó la novia, o le crezcan en la alcancía los ahorros, ya da por bueno el universal” (…)

Así comienza el ensayo Nuestra América, de José Martí, el que en este 2016 arriba a 125 años de escrito. Esto forma parte de las actividades generales que la Sociedad Cultural José Martí en Cuba y, en particular, en Palma Soriano, en ocasión del aniversario 163 del natalicio del apóstol.

Nuestra América fue pensado en el siglo XIX cuyos procesos sociales de la época, culturales, económicos ya asomaban en un complejísimo orden de poder, riquezas, exceso de soberbias y vanidad, mientras un cáncer tan dañino que hoy también cunde y mata a América no ha sido totalmente extirpado: la pobreza.

Retrata Martí en Nuestra América hace 125 años la América de indios, la naturaleza, razas, nacionalidades, pillos o saqueadores.

Esa América de la que él fue hijo, y aún lo es, labró en su personalidad la vocación humanista, de vivir el sufrimiento ajeno y confiar, con devoción sincera, en los anhelos de los hombres.

En el ensayo Nuestra América es fácil descubrir en el Maestro su radicalismo ideológico; fecundo sentido revolucionario que hoy es ejemplo tonificador para tantas naciones del mundo y, en particular, las americanas que han batallado denodadamente en redimirse del imperialismo o actual orden económico de grandes potencias que han hecho sucumbir a muchas en un retroceso que cuesta ya en unos anquilosamiento, el veneno de uso de armas para matar, perpetuar el reino de la maldad y el error sobre la tierra de los que creyendo favorecer al hombre indoamericano, mestizo, contemporáneo lo privan de la más alta de sus virtudes: Crear.

Fue el verbo de Martí en el ensayo Nuestra América de fuego, palabras y descripciones que sonaban al aire como balas y hacían galopar el espíritu. Las honraba con el corazón limpio y entero poniéndolas al servicio de la causa de los oprimidos, de los que tienen hambre y sed de justicia, de los que padecen los dolores inherentes al trágico desequilibrio de la sociedad actual.

Están aquí hoy los pueblos de México, Argentina, Colombia, Costa Rica, Puerto Rico, Brasil, Chile, Paraguay y otros más, ahora Venezuela debatida en un panorama complejo, a capa y espada, por los derechos de su pueblo y la soberanía nacional. De lo profundamente culto e inculto habló Martí en Nuestra América. De los jóvenes de este Continente que ciñen la camisa al codo, hunden las manos en la masa y la levantan con la levadura de su sudor.

De lo autóctono, rico y vivo que tierras Americanas, para bien, heredaron de sus colonizadores, no así de los elementos discordantes y hostiles de estos para hacerlas padecer.

Como los pies en el rosario, la calabaza blanca y el cuerpo pinto de indio y criollo vinimos, denodados, al mundo de las naciones”.

Así sentencia también Martí a los habitantes de aquella América que nacía de la pujanza de riquezas, que amén de las materiales, las espirituales debían primar en el karma humano, en concordia, con la razón, el estudio oportuno, la unión tácita y urgente del alma Continental que ayer y hoy sigue siendo: Nuestra América.

Fuente: www.radiobaragua.cu