El 6 de abril de 1895 llegaron José Martí y Máximo Gómez a Cabo Haitiano, a bordo del buque alemán Nordstrand, al frente de un pequeño grupo de patriotas, en ruta hacia la manigua redentora, acechados por el espionaje español que haría todo lo posible por impedir su incorporación a la Guerra Necesaria en la Isla.
En los días precedentes los expedicionarios estuvieron al borde del fracaso, pues fueron abandonados por la tripulación de una embarcación en la Isla de Inagua, cuyo capitán se acobardó y no cumplió el compromiso de llevar el grupo a Cuba, aunque pudieron recuperar el dinero por la firme actitud de Martí, que los obligó a devolverles el pago que hicieron por adelantado.
Varados en Inagua, una pequeña isla de posesión inglesa, los revolucionarios fueron presentados por el cónsul de Haití, M. B. Barbes, amigo de Martí, a un alemán de 35 años Heinrich Julius Theodor Lowe, valiente capitán del vapor carguero Nordstrand, quien después de una larga conversación con el Apóstol de la independencia cubana, los aceptó por un modesto honorario como pasajeros semiclandestinos, para dejarlos cerca de las costas de la Mayor de las Antillas.
El 5 de abril abordaron el barco con pasaportes falsos expedidos por el cónsul Barbes y en la madrugada del día seis atracaron en Cabo Haitiano para tomar mercancía, en tanto los expedicionarios se ocultaron en casas de amigos hasta la medianoche del 9 de abril en que abordan nuevamente el vapor.
Fue la última ocasión en que Martí estuvo en la ciudad de Cabo Haitiano, lugar que había visitado en múltiples ocasiones durante su peregrinar revolucionario por la región y de la que dijo: «La ciudad es activísimo puerto, donde entran y salen barcos y goletas desde todo el Caribe.»
En esa localidad aun se conserva la casa de su amigo Ulpiano Dellundé, en la que moró en más de una oportunidad. También hay una calle que lleva el nombre del Maestro y una tarja dejó el testimonio de su estancia en el lugar, para perpetuar su memoria entre nativos y visitantes.
El espionaje peninsular – al parecer- tuvo información sobre la estancia de Martí, Gómez y sus compañeros en la zona, por lo que zarparon de la ciudad bajo la vigilancia de cañoneras hispanas y cerca de las costas cubanas la capacidad marinera de la nave, construida en 1892, su velocidad y la pericia del capitán, les permitió burlar a la marina española y acercarse en la noche del 11 de abril de 1895, al litoral sur de Guantánamo.
El momento fue aprovechado por José Martí, Máximo Gómez y sus compañeros Francisco Borrero, Ángel Guerra, César Salas y Marcos del Rosario, para tirar un bote al agua en medio del torrencial aguacero circundante, lo que les permitió llegar cerca de las diez de la noche a tierra cubana por el lugar conocido como Playitas de Cajobabo, para iniciar la etapa decisiva de la nueva contienda independentista.