Desde su aparición Versos libres suscitó la admiración de poetas como Rubén Darío y Miguel de Unamuno, sin embargo, en ocasiones algunos estudiosos advirtieron oscuridades en los versos. En 1962, Eugenio Florit, en el prólogo a una selección de poemas de Martí que publica en Nueva York,[1] tras indicar cierta incongruencia en los textos, comenta: “cierto es que hay ocasiones en que la falta de tiempo, la premura al escribir producen versos imperfectos, unos largos, otros cortos; algunos en que el ritmo o el acento se pierden, dándonos a la cara uno cojo, o manco tal vez. Otros son caso de cierta errata importante que, o bien desfigura el verso, o bien le cambia el sentido”.[2] Lo cierto es que la edición que circulaba entonces presentaba errores considerables como el ya referido del poema “Pollice verso”, con empastelamiento en los versos por cambio de páginas del manuscrito.
Los originales, de difícil comprensión por momentos a causa de la letra ilegible, contienen numerosas tachaduras. Reiteradamente hay varias versiones de un verso, un sintagma o una palabra; el investigador selecciona una de ellas, y aunque consigne el resto en nota al pie, siempre el texto queda mediado por su visión.
Las ediciones realizadas, hasta la crítica de 1985, pecan de un problema común, cambian uno de los rasgos más distintivos del estilo martiano: su peculiar puntuación. En Obras completas de 1963 se llevó a límites insospechados este aspecto, sometido el texto a una corrección acorde con el uso que se consideró “adecuado”, de los signos de puntuación; así, incorpora las interrogaciones y exclamaciones que Martí generalmente no abre, con lo que se altera el ritmo y, cuanto menos, los modos escriturales del momento en general, y de Martí en particular.
La primera transcripción del texto data de 1913, como hemos comentado, y es fiel al original, la más fiel de todas. Sin embargo, el estilo martiano ha sido variado en lo tocante a los guiones, de los que Martí dijo: “Por lo menos, hacen falta dos signos: […] Y otro más, el guión menor”,[3] los cuales son sustituidos por comas, puntos y comas y puntos.
En los inicios del siglo xx se acusaba a Martí de cometer errores. En 1900, año de la publicación del primer volumen de las Obras, José Ignacio Rodríguez, comenta: “Su palabra era facilísima, sonora y abundante, de calor febril que la hacía arrastradora entre ciertos grupos, pero incorrecta, y llena de extrañezas monstruosas, semejante en ocasiones a un torrente que se despeña hecho pedazos y espumante y alborotado, entre multitud de rocas y obstáculos abruptos de todas clases”.[4] La versión que presenta la primera edición está en función de hacer claro el lenguaje martiano. Así, la elección de variantes está en función de sustituir símbolos por un lenguaje recto.
El poema “Académica”, de la edición presenta una diferencia muy marcada con respecto a las demás. En la primera versión del texto dice: “Las voces/ Ígneas que en el fondo de las almas nace”, y se encuentra tachado “s voces”, y añadido “estrofa”. Para salvar la falta de concordancia entre “la estrofa” e “ígneas”, se decidió por el plural “las estrofas”, en función de aclarar que son todas las estrofas las que nacen del alma. La diferencia de número es enfática, pues el singular en este caso, incluye al plural. Nuestra edición, al igual que la de Ivan Schulman (1970), Marinello (1973) y Poesía completa (1985) mantiene el singular.
En “Hierro” encontramos uno de los versos más complejos para su edición, por sus tachaduras y variantes. La primera versión dice: “No de amor a odalisca: besos moros”; sobre “amor” escrito “vulgar”, y encima de esta palabra se encuentra tachada “vulgares”; una “es”, con letra pequeña sigue a “amor”; sobre “a odalisca”, encontramos una primera versión “a dama”, y una segunda “musulmán”; debajo de “a odalisca”, “de dama”, y sobre “besos moros”, “estos amores”. En Obras de Martí el verso queda: “No de amor de mujer; estos amores”. Ante las valoraciones de cómo puede ser un amor, el editor busca una palabra que no está en el texto, pero comprende las características que el autor atribuye “de mujer”, con lo cual elimina la subjetividad que Martí busca. En OC (1963): “No de amores vulgares; estos amores”; en el proyecto de Hilario González y Schulman (1970), Marinello (1973) y Poesía completa (1985): “No de vulgar amor: estos amores”. La diferencia entre las dos propuestas radica en el número, el cual no está definido plenamente en el manuscrito, pues continúa el texto en plural.
Obras de Martí (1913) en “Copa ciclópea” no incluye el verso “La frente encorvo, el cuello manso inclino”, pues le restaría atributos heroicos al poeta. “Ordena” el verso “Sin más brida el corcel nace que el viento”, de “Estrofa nueva”, y se lee: “Sin más brida que el viento el corcel nace”, se invierte el orden de la oración sin que exista una justificación para ello, ni una indicación del autor.
En “Mujeres”, de las dos versiones: “El húmedo pezón”, y “La lánguida beldad”, escoge Marinello (1973) la segunda, en la que la mujer se presenta con delicadeza y pasividad, mientras que la otra es más carnal, plástica. El editor quiere ofrecer la visión de un héroe, recto y moral, y elimina en los versos los rasgos de un posible erotismo. Busca las versiones que se alejen de símbolos para que los atormentados versos puedan ser entendidos por todos, sin esfuerzo.
Las Obras completas de 1963 retoman las anteriores versiones de Trópico (1942), pero la puntuación aparece cambiada casi en su totalidad. Fue Gonzalo de Quesada y Miranda quien estuvo a cargo de la revisión de cada tomo, de cuya elaboración estaban encargados Herminio Almendros y Agustín Pi, auxiliados por Rigoberto Monzón, Santiago B. Velazco y Félix Ayón. Estos adecuaron los signos martianos para ofrecer al “pueblo, en edición pulcra y asequible, la porción mayor de lo escrito por Martí”.[5]
La edición de Schulman y el proyecto de Hilario González difieren de las anteriores, y contribuyen a esclarecer versos de dudosa transcripción. Schulman confiesa en su prólogo:
En cuanto a la edición que ofrecemos nos hemos ceñido a los manuscritos originales en todo lo posible, aun en lo tocante a la puntuación subjetiva y original de Martí, la cual no concuerda con la que se estila en nuestra época ni siempre con la de la época modernista. Hemos modernizado la ortografía. En la preparación de los textos nos vemos obligados a hacer espinosas decisiones textuales, suprimiendo un verso, variante de uno anterior o posterior o escogiendo una de varias palabras en aquellos casos en que Martí no dejó indicio alguno respecto a su preferencia. En todo momento nos ha guiado el propósito de autenticidad y el concepto de violentar o enmendar lo menos posible los textos martianos que restauramos. En las notas el lector encontrará detalles sobre las distintas redacciones de un verso, o las variantes que hemos encontrado o rechazado. […] Muchos son los casos en que hemos suprimido repeticiones innecesarias o, con el fin de conservar la métrica, hemos agregado vocablos.[6]
La edición que propone Schulman es interesante, pues, alejado del deseo de mantener la figura de José Martí como héroe, y con interés en mostrar la verdadera dimensión de la obra poética, ofrece al lector otra versión; en la cual con frecuencia añade signos de puntuación y tiende a abrir las exclamaciones y admiraciones que el autor no utiliza, con lo cual incorpora elementos de entonación. Añade palabras y frases tachadas, como en el verso de “Homagno”, que reza: “Manos de piedra que golpeo”, y agrega lo desechado, particularidad que no comparte, en este caso, con el resto de las ediciones. Un caso significativo es la apropiación de la variante de un verso de “Yugo y estrella”, en los márgenes del papel, “y del mundo copia suma”, por la variante primera: “De mí y de la creación suma y reflejo”, de lo cual resulta el verso: “De mí y del vil mundo copia suma”, alejado del autor. Las restantes ediciones, incluyendo la que se presenta ahora, optan por “De mí y de la Creación suma y reflejo,”.
[1] La edición se realizó a partir de las transcripciones de Gonzalo de Quesada y Aróstegui y de Gonzalo de Quesada y Miranda.
[2] Eugenio Florit: “Prólogo”, en José Martí: Versos, Las Américas, New York, 1962.
[3] José Martí: “Cuaderno de apuntes 18”, Obras completas, Editorial Nacional de Cuba, La Habana, 1963, t. 21, p. 388.
[4] José Ignacio Rodríguez (anexionista, profesor de El Salvador, colegio de José de la Luz y Caballero), en Estudio histórico sobre el origen, desenvolvimiento y manifestaciones prácticas de la idea de la anexión de la isla de Cuba a los Estados Unidos de América (Habana, Imprenta de Propaganda Literaria, 1900), citado por Fernando Portuondo (“Retratos infieles de Martí”), en Martí: escritor revolucionario, Editora Política, La Habana, 1982. p. 294.
[5] Véanse, sobre esta obra, las palabras de Marinello publicadas en el Anuario del Centro de Estudios Martianos 36, La Habana, 2013, pp. 298-299.
[6] Ivan Schulman: “Introducción”, en José Martí: Versos libres, Editorial Labor, Colección Textos Modernos Hispánicos, Barcelona, 1970.