Siempre con Martí y Nuestra América
Por: Lic. Dayana García Armenteros

El pensamiento de José Julián Martí Pérez, prominente hombre del siglo xix y de todos los tiempos, permanece vigente a 130 años de su caída en combate en Dos Ríos.

Nos legó una vastísima y diversa obra: cartas, artículos, ensayos, poemas, crónicas, discursos, entre otras, compiladas casi en su totalidad en las Obras Completas. Piezas como Abdala (1869), El presidio político en Cuba (1871), La República Española ante la Revolución Cubana (1873), La Edad de Oro (1889), Versos Sencillos (1891), sobresalen en su quehacer como intelectual, político revolucionario, periodista y poeta. Fundó el periódico Patria el 14 de marzo de 1892 en Nueva York.

El más universal de los cubanos tenía inquietudes en torno a la unidad continental y al destino de los pueblos de América. Es Nuestra América, uno de esos textos imprescindibles hacia los que hay que volver la mirada por su trascendencia, donde expuso claramente en sus contenidos para América Latina, la génesis del imperialismo norteamericano, basado en sus aspiraciones expansionistas y hegemónicas.

Durante la etapa de Tregua Fecunda, mientras José Martí preparaba la Guerra Necesaria, escribió Nuestra América, publicado por vez primera el 1ro. de enero de 1891 en la Revista Ilustrada de Nueva York, antes de aparecer el día 30 de ese mismo mes en El Partido Liberal, de México. Su publicación marcó un hito en la historia del género ensayístico en la lengua española.

Se trata de un texto escrito en prosa poética, con un matiz filosófico, antropológico, culturológico de carácter político, que se puede considerar documento programático. Retoma ideas expuestas en trabajos anteriores como Vindicación de Cuba (1889), en el que se vislumbra la madurez portentosa de su pensamiento.

Al adentrarnos en el contenido de este contundente ensayo literario, se aprecia una de las frases que el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz hizo suya y que convirtió en filosofía de la Revolución Cubana, para hacerle frente a las constantes agresiones provenientes del Vecino del Norte: “Trincheras de ideas valen más que trincheras de piedra”.

Para Martí la unidad de nuestra América era primordial: “Los pueblos que no se conocen han de darse prisa para conocerse, como quienes van a pelear juntos”, o: “Es la hora del recuento, y de la marcha unida, y hemos de andar en cuadro apretado, como la plata en las raíces de los Andes”.

Aludía a la unidad latinoamericana como si fuera un hecho; sin embargo, todavía no ha sido posible, aunque la América ha tenido momentos de mayor integración donde se ha respetado la diversidad de las naciones.

Entendía la emigración como proceso natural, derecho de elección de cada cual, pero mencionaba a los aldeanos que, deslumbrados con los Estados Unidos no tenían fe en su tierra, que no se sentían orgullosos de su origen, catalogándolos de “hombre de siete meses”. Hace referencia a aquellos indios que defendían sus raíces, sus tradiciones, y a los que traicionaron y prestaban servicio al ejército de América del Norte que ahogaba en sangre a sus hermanos. Para Martí el hombre de América debía sentirse orgulloso de sus raíces, costumbres, de la república que costó “un centenar de apóstoles”.

Exhortaba el Maestro a conocer mejor el país al que se pertenece para poder gobernar bien y poder solucionar problemas. Enfatizaba que los políticos que dirigen las repúblicas deben ser originarios de estas, no extranjeros. Defendió que “El gobierno no es más que el equilibrio de los elementos naturales del país”. Que la historia de nuestra América estaba por encima de la historia de otras regiones: “La historia de América, de los incas acá, ha de enseñarse al dedillo, aunque no se enseñe la de los arcontes de Grecia. Nuestra Grecia es preferible a la Grecia que no es nuestra”.

Pensaba que la intelectualidad debía aceptar más su identidad, por ello preconizaba el apego a lo autóctono, aunque era importante también conocer acerca de la humanidad y su historia. Se refirió a la lucha de los pueblos por su independencia y libertad, con todos y por el bien de todos, y al establecimiento de una república donde no se imite el modelo europeo o norteamericano.

Martí impugnaba la confrontación entre pueblos hermanos. Rechazó rotundamente los conflictos fronterizos como la Guerra del Pacífico (1879-1884). Respecto a eso señaló: “Los que se enseñan los puños, como hermanos celosos, que quieren los dos la misma tierra, o el de casa chica, que le tiene envidia al de casa mejor, han de encajar, de modo que sean una, las dos manos”.

Otra cuestión a la que le prestó atención el Maestro fue al fenómeno de las razas, considerando que no había odio de razas, porque no había razas. La historia de la cultura de la nación cubana se entiende y se ve reflejada en Nuestra América. Somos resultado del mestizaje, del sincretismo, de la mezcla de culturas, de etnias, de la fusión de elementos europeos y africanos, de la imposición de modos de vida, formas políticas, costumbres, tradiciones, religiones, artes, lenguas, que se fundieron con elementos endógenos y dieron lugar a un producto cultural autóctono. Como dijo el etnólogo y antropólogo Don Fernando Ortiz, en la conocida conferencia “Factores humanos de la cubanidad” (1939): “Cuba es un ajiaco”. Estuvimos sometidos al saqueo, a la explotación, al exterminio, a la superiodad de la raza blanca, al hegemonismo cultural colonizador y neocolonizador europeo y norteamericano.

De Nuestra América se nutren nuestros ideales, el sentimiento patrio, el amor a la tierra que nos vio nacer, el orgullo de ser cubanos, las gestas independentistas, nuestra cultura. En los tiempos actuales urge releer y reflexionar sobre Nuestra América. Hoy Cuba continúa luchando por defender su soberanía e independencia pese a las múltiples agresiones del gobierno imperialista de Estados Unidos.

Con el segundo mandato de Donald Trump se recrudece aún más el bloqueo económico, comercial y financiero y demás medidas, lo cual repercute directamente en la difícil situación económica del país y conduce a un aumento del flujo migratorio hacia el exterior.

La inclusión otra vez de Cuba en la lista arbitraria de países que supuestamente patrocinan el terrorismo refleja la injusticia y falta de credibilidad que caracteriza a esas administraciones. El imperio estadounidense tampoco enmascara su ambición expansionista, cuando declaró sus intenciones de cambiar de nombre al Golfo de México, apropiarse del canal de Panamá, conquistar Canadá y usurpar a Groenlandia. Además, el gobierno norteamericano promueve una política anti-imigrante y una guerra comercial basada en el aumento de los aranceles a varias naciones.

El panorama actual latinoamericano exige cada vez más la unidad e integración de los pueblos. Si bien existen ejemplos concretos y positivos, como la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América-Tratado de Comercio de los Pueblos (Alba-TCP), la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), Comunidad del Caribe (Caricom), Mercado Común del Sur (Mercosur), los desafíos son enormes: precisan un esfuerzo mayor, dejar a un lado las diferencias que obstaculizan el proceso de integración regional.

Las presiones de Washington sobre los gobiernos democráticos, una derecha facistoide que cobra fuerza, la inestabilidad política y económica en la región, acompañada de malestar social, inseguridad por el incremento del narcotráfico y el crimen organizado, crisis migratoria, efectos del cambio climático, el retraso tecnológico, son elementos reales, motivos de preocupación y desvelo para todo aquel que se sienta hijo de esta tierra que se extiende desde el Río Bravo hasta la Patagonia.

Es esencial ser dignos defensores del pensamiento latinoamericanista de Martí, cuyo principal discípulo fue Fidel, quien expresó, el 29 de enero del 2003, durante la clausura de la Conferencia Internacional por el Equilibrio del Mundo:

Para nosotros los cubanos, Martí es la idea del bien que él describió.

Los que reanudamos el 26 de julio de 1953 la lucha por la independencia, iniciada el 10 de octubre de 1868 precisamente cuando se cumplían cien años del nacimiento de Martí, de él habíamos recibido, por encima de todo, los principios éticos sin los cuales no puede siquiera concebirse una revolución. De él recibimos igualmente su inspirador patriotismo y un concepto tan alto del honor y de la dignidad humana como nadie en el mundo podría habernos enseñado.

 

Bibliografía

Castro Ruz, Fidel: Discurso en la sesión de clausura de la Conferencia Internacional “Por el equilibrio del mundo”, 29 de enero de 2003.

Díaz-Canel Bermúdez, Miguel Mario: Intervención en la VIII Cumbre de la CELAC, en Kingstown, San Vicente y las Granadinas, 1ro. de marzo de 2024, “Año 66 de la Revolución”, en:  http://www.cubadebate.cu/opinion/2024/03/02/cuba-siempre-estara-en-la-primera-linea-de-los-esfuerzos-por-forjar-el-proyecto-unitario-del-rio-bravo-a-la-patagonia/ (consultado el 21 de marzo de 2025).

Gaete Coddou, Gastón: Los desafíos de América Latina para 2025, en: https://www.upla.cl/noticias/2025/01/03/los-desafios-de-america-latina-para-2025/ (consultado el 18 de marzo de 2025).

Martí, José: «Nuestra América», en Obras Completas, t. 6, pp. 15-23.

Rivera Carbó, Omar Stainer: Fascismo en América Latina, en: https://institutoideal.la/fascismo-en-america-latina/ (consultado el 20 de marzo de 2025).

Sistema Interamericano y bloques de integración regional y subregional, en: http://foroalc2030.cepal.org/2022/es/actores/sistema-interamericano-bloques-integracion-regional-subregional (consultado el 21 de marzo de 2025).