Reflexiones para una reseña del libro José Martí. Documentos
Por: Dr. Rodolfo Sarracino

Rodolfo_SarracinoReseñar el libro José Martí. Documentos, editado bajo la dirección general de Pedro Pablo Rodríguez, constituye un placer para el autor de estas líneas. Se trata de una colaboración del Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto de la Argentina y del Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba, que en un gesto fraterno han permitido el acceso de los investigadores de ambos pueblos para examinar, con énfasis marcado en su entorno realista, la labor de Martí en el Consulado de la República de la Argentina, reflejada en documentos hasta ahora poco conocidos. Son raras las ocasiones en que se dispone de tan crecido número de notas diplomáticas para una investigación sobre un período relativamente corto de la vida en extremo activa de José Martí. Hasta aquí, no obstante, estamos hablando sólo de apariencias. Detrás de estas notas diplomáticas, hay un mundo en extremo complejo para cuya evaluación cabal no alcanzan las notas recibidas.

Me ayuda en esta labor haber sido designado para cotejar, con la valiosa cooperación del investigador Enrique López Mesa, todos los documentos recibidos en el 2009 con los que ya se hallaban en nuestro archivo bibliotecario desde 1991, cuando se recibió un aporte similar del propio ministerio de relaciones exteriores argentino. Para nuestra sorpresa, todos los recibidos hace seis años ya se hallaban en nuestra biblioteca desde 1991, salvo una excepción notable: sólo vino uno de más en los recibidos en el 2005: la carta que remitiera el Encargado de Negocios español que citaba la Real Orden en que su gobierno agradecía al Ministro Plenipotenciario argentino su activa gestión para lograr la salida de Martí del consulado argentino, incluyendo a Gonzalo de Quesada, que también había sido cónsul en Filadelfia.

Subrayo que hablamos de una colección de documentos que, según las autoridades ministeriales argentinas, incluye todas las notas diplomáticas halladas en sus archivos, unas 120, relativas al trabajo de Martí en el consulado de la hermana nación en Nueva York entre septiembre de 1890 y octubre de 1891. En verdad, fue un período relativamente corto tratándose de un cargo consular.

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