Reflexiones en torno al antillanísimo de Betances y Martí
Por: Ms.C. José Antonio Bedia

Jose_Antonio_Bediaya estoy todos los días en peligro de dar mi vida por mi país y por mi deber –puesto que lo entiendo y tengo ánimos con que realizarlo- de impedir a tiempo con la independencia de Cuba que se extiendan por las Antillas los Estados Unidos y caigan, con esa fuerza más, sobre nuestras tierras de América. Cuanto hice hasta hoy, y haré, es para eso.[1]

 José Martí en Nueva York, Ramón Emeterio Betances en París fueron desterrados de Las Antillas por sus ideas y acción revolucionaria. Los separaba una generación, el caborrojeño nació en 1827, el habanero en 1853 sin embargo, aunque nunca se conocieron personalmente, vivieron hermanados en su lucha antillanista.

Betances comenzó su labor revolucionaria hacia 1848, cuando estudiante en Francia apoyaba la república democrática y abolicionista, desde las barricadas. Sufrió destierro en tres ocasiones 1858, 1864 y 1867; en esta última fecha redacta un manifiesto que plantea: “Cubanos y puertorriqueños, unid vuestros esfuerzos, trabajad de concierto, somos hermanos, somos uno en la desgracia; seamos uno también en la Revolución y la independencia de Cuba y Puerto Rico. Así podremos formar mañana la confederación de las Antillas.” [2]

Esta proclama es la antesala de la insurrección boricua El fracaso de la Junta de Información en Puerto Rico y Cuba mostraban que España no podía otorgar lo que anhelaban los antillanos, la insurrección era indetenible. Un señalamiento escrito de José Manuel Mestre a José Antonio Saco es esclarecedor para entender el momento: ‘La Junta es el último subterfugio para ganar tiempo y no resolver nada.’[3] Betances prepara el Grito de Lares. Los acontecimientos se precipitaron, había que adelantar el levantamiento antes de ser detenidos. No era el momento más aconsejable, no contaban con el equipo militar apropiado y no todos los implicados recibirían la notificación a tiempo, finalmente, solo unos cuatrocientos patriotas mal armados toman la población de Lares y declaran la república. Las autoridades españolas logran sofocar el movimiento, que aun frustrado, ayudó a los patriotas cubanos que al levantarse en Yara diecisiete días más tarde, no sufrieron, en un inicio, todo el peso del ejercito colonial.


 [1] José Martí: “Carta a Manuel Mercado”. Obras Completas, La Habana, Editorial de Ciencias Sociales, 1975, T. 4, p. 167.

[2] Betances, Ramón E.: “Manifiesto del 16 de julio de 1867.” Ramón Emeterio Betances, Casa de las Américas, Selección y prólogo Haroldo Dilla y Emilio Godínez, La Habana, 1983, p. 65.

[3] Dirección Política de las FAR: “Carta de Juan Manuel Mestre a José Antonio Saco” Historia de Cuba. La Habana, Pueblo y Educación, 1968, p. 148.

 

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