Siempre resulta un gran estímulo para los jóvenes que nos adentramos en el estudio del universo martiano el acercamiento a la obra de autores como Ramón de Armas, que han enriquecido con sus análisis el patrimonio bibliográfico sobre el pensamiento y acción del Apóstol, y sobre nuestra historia nacional en general. Fueron sus rasgos más notorios en el ámbito intelectual la indagación acuciosa, la búsqueda incesante de nuevas aristas, el rigor científico, la idea innovadora, el juicio crítico y desprejuiciado. Todo ello, acompañado de una prosa ensayística clara y un lenguaje riguroso, hizo de sus textos valiosas contribuciones al mantenimiento de la vigencia de los preceptos martianos.
Pero este afán de redescubrimiento no encontraba su asiento en una mera pretensión elitista, sino enuna voluntad de apoyo, desde el campo teórico de las ciencias sociales, a los vertiginosos cambios que desde 1959 ocurrían en Cuba. Se trataba de hurgar en el pasado para entender mejor el presente y proyectarse hacia el futuro desde una profunda concientización del lugar destacadísimo que ocupa el intelectual en la construcción del porvenir de una nación. Y es por la conjunción de estos dos elementos, por la indudable calidad de su obra y por la proyección que supo darle a la misma, que resulta altamente merecedor de este homenaje que hoy nos hemos propuesto hacerle.