Señor Rector de la ilustre Universidad de Zaragoza, Don José Antonio Mayoral; embajador de Cuba en España señor Eugenio Martínez; señores miembros del Consejo de Gobierno, profesores y demás invitados presentes en este acto:
Cuba, España, Aragón, Martí, quien dijo que para esta tierra tenía un lugar “franco, fiero, fiel, sin saña.” Aquel cubano que llegó aquí desterrado, recordó en su adultez la zona aragonesa que, dijo, fue “donde rompió su corola / la poca flor de mi vida.” Es, por tanto, una extraordinaria emoción estar aquí, en Aragón, en Zaragoza, en la Universidad donde se graduó el cubano mayor que pensó en su patria, que no aprendió a odiar, que vivió en este sitio situaciones que habrían de ser una gran experiencia en su vida, que luchó por la independencia de su Cuba, por Nuestra América, por el mejoramiento humano en el cual tenía fe.
La Universidad de Zaragoza, en ocasión de su aniversario 475 y por decisión de su Consejo de Gobierno, rinde tributo a su egresado de Licenciatura en Derecho Civil y Canónico y de Filosofía y Letras de manera póstuma, por lo cual Cuba, mi país, siente una profunda gratitud. Debo decir también que la Oficina del Programa Martiano y todas las instituciones martianas de Cuba se sienten muy honradas con esta decisión y la invitación cursada, al tiempo que quien ha sido designada para recibir a nombre de la Oficina y de Cuba tan alta distinción, no podía siquiera soñar desde la Cátedra Martiana de la Universidad de La Habana, con tan extraordinario honor como el de hoy: recibir un reconocimiento a José Martí en el lugar que describió desde su más profundo sentimiento, en versos maravillosos: “Quiero a la tierra amarilla /Que baña el Ebro lodoso: / Quiero el Pilar azuloso / De Lanuza y de Padilla.”