He creído siempre que hay que entrar en la Historia sin sombrero, con la cabeza descubierta […] Me imagino, en tan poco espacio de tiempo, cómo fue la vida, cómo fueron las confrontaciones, las dificultades y hasta los errores de los grandes hombres de la Historia.
Eusebio Leal Spengler
Por Alejandro de Jesús Figueredo García, investigador del Equipo de Historia del CEM
El libro Martí, su obra política y literaria, de Medardo Vitier, más que una biografía de José Martí, se expresa como un acto de amor –entendido amor en su concepción más amplia. El autor, filósofo, ensayista, humanista profundo, nos presenta a la figura más compleja e integral que ha gestado la patria. En palabras de su propio hijo, Cintio Vitier, esta obra fue, como tal, el primer libro dedicado a Martí.
Fue publicado por la Imprenta de la Pluma de Oro de la Ciudad de Matanzas, en el año 1911, primera mitad de la República neocolonial, época donde la mayoría de la población cubana desconocía de la obra literaria de José Martí. A grandes rasgos se conocía su faceta de líder de la Guerra del 95. Se le mencionaba como un mártir, al igual que a Maceo y a Máximo Gómez, y solo se le atribuían cualidades morales como ardor, fe, tesón y patriotismo glorioso. Por razones conocidas, asimismo, se eludía cualquier argumento acerca de su carácter antimperialista, perjudicial para el proyecto de nación por el que abogaban la burguesía y los voceros políticos de entonces.
Ese mismo año, Medardo Vitier presenta su libro al Certamen del Colegio de Abogados de la Habana donde ofrece una visión de Martí que trascendía la superficialidad tratada hasta ese momento. Resultó ganador. Expresaba que lo esencial de Martí era complejo, profundo. No se le comprendía a veces, sino como un pensamiento de Dios fijo en la inmensidad de la Historia. Con su obra, Medardo Vitier quería demostrar la excepcionalidad de José Martí, pero también quería plasmar su humanidad.
Si bien utiliza a lo largo de las páginas un lenguaje cuasi-religioso, Medardo Vitier también expone su tesis sobre la complejidad de Martí: “es plácido, apacible y en veces turbulento”, rasgos contrapuestos que encontraron feliz armonía en la luz de su espíritu.
En el primer capítulo, desmonta el mito del mártir etéreo para presentarnos a un ser humano de carne y hueso, pero de extraordinaria talla moral:
Un ser “extrahumano”, cuya esencia se define por el amor en todas sus formas: a la naturaleza, a la belleza, a la humanidad, a la familia, a Cuba.
Alguien incapaz de odiar, con una piedad evangélica hacia los malvados.
Se explora su fe en la armonía universal, su visión de la muerte como cita y no despedida. Un hombre que carga su cruz con orgullo.
Su afirmación como genio no solo en la inteligencia, sino también en el sentimiento, y encarnación del hombre del futuro propuesto en la tesis de Myers donde convergen razón, emoción y acción.
En el capítulo 2, ahonda en su labor política. Rompe la visión reduccionista del Martí político:
Martí es el organizador ético y simbólico de la independencia cubana.
Reconstruye el contexto histórico desde el fracaso del Zanjón hasta la Guerra del 95, y muestra cómo Martí canaliza el dolor colectivo en acción revolucionaria.
Se enfatiza su rechazo al odio, su pedagogía emocional, su capacidad de organización y su oratoria como instrumento de movilización.
La fundación del Partido Revolucionario Cubano, el periódico Patria, y el manifiesto de Montecristi son tratados como hitos de una epopeya ética.
En el tercer capítulo, acerca de su obra literaria, fija las siguientes ideas:
Martí estilista, poeta, ensayista, traductor y crítico. Exponente del movimiento modernista.
El más alto representante de la literatura cubana por su capacidad de sintetizar dolor, belleza y pensamiento en una lengua renovada.
Analiza sus juicios literarios, sus discursos, sus cuentos infantiles (La Edad de Oro), sus poemas (Versos sencillos, Ismaelillo) y su estilo multiforme, simbólico, nervioso y trascendental.
Y menciona algunas de las influencias de Martí como escritor y poeta: Edgar Allan Poe, Paul Verlaine, Tomás Carlyle, Baltasar Gracián, Rubén Darío, pero insiste en su originalidad, en su capacidad de combinar cada estilo por su ingente cultura y genio, y convertirlo en algo original, algo martiano.
En síntesis, Martí, su obra política y literaria, no es solo un análisis académico, sino un acto de amor en su máxima expresión. Medardo Vitier logra lo que pocos biógrafos consiguen: mostrarnos al hombre detrás del mito, sin disminuir su grandeza.