Martí es un hombre que respira
Por: Alain Planells

En febrero 24 los cubanos celebran el aniversario del reinicio de las guerras por la independencia cuya organización se debe a José Martí (1853-1895).

Más de un siglo después de aquel suceso de 1895, año en el que también caería en combate, Martí pervive de manera singular en sus conciudadanos.

Devenido Apóstol de ese proceso, el notable intelectual y político fue sujeto de experiencias que condicionaron finalmente los derroteros de su vida.

Para el historiador Julio Sánchez Guerra el presidio político caló el espíritu de un joven maduro al punto de purificar el odio que hedía en el castigo físico y moral, en jornadas extenuantes de trabajo forzado en canteras de piedra.

También determinante en su opinión fue el sosiego encontrado en la Isla de Pinos, en tránsito hacia el exilio, gracias a los cuidados profesados por la familia de un catalán asentado en las afueras de Nueva Gerona, ciudad cabecera de aquella población decimonónica.

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