Martí en las rutas dominicanas: el apoyo masónico (II)
Por: Lic. Mayra Beatriz Martínez Díaz

Mayra_BeatrizDurante la segunda y tercera llegada de José Martí a Montecristi —1893 y 1895—, con toda certeza, restableció sus vínculos con masones en Dominicana. No obstante, sabemos que durante su breve estadía entre el 3 y el 5 de junio de 1893, se mantuvo discretamente albergado en casa El Generalísimo —trabajando en su desván, por más señas, así que los contactos debieron ser bien limitados.

Al regresar al país en 1895 —cuando permaneciera entre el 7 de febrero y el 1ro de abril—, sí tuvo mayor oportunidad de reactivar lazos fraternales. Tal vez, a este último período responde el testimonio de Juan E. Bory —referido por Emilio Rodríguez Demorizi— respecto a una intervención martiana en una tenida de esa logia montecristeña, aunque sin indicar fecha determinada. Bory lo afirmó en conferencia realizada en la Logia Unión Hispanoamericana, de La Habana, el 23 de mayo de 1931, luego publicada bajo el título Poema de fe:

Cumplió [Martí] su deber visitando con El Generalísimo, la Respetable Logia Quisqueya, eslabonándose con aquellos generosos y buenos hermanos, que tanto bien le hicieron a Cuba. Oí esa noche el torrente elocuente del verbo del Maestro. Mi alma quedó inundada por la divina luz de la masonería y por los resplandores de aquel hombre maravilloso.

Se arriesga a precisar Gabriel García Galán, en el prefacio del volumen donde se da aconocer una conferencia leída por el hermano masón mexicano Camilo Carrancá Trujillo en la logia “América” de La Habana, el día 3 de junio de 1939: “Días antes de marchar Martí y Gómez a incorporarse a la guerra […] en la Logia ‘Quisqueya’ de Montecristi, fue iniciado como masón el hermano Juan E. Bory”, ceremonia en la cual, asegura, participaron ambos y donde Martí pronunció “un discurso pleno de índices

 

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