Es conocido que los años vividos por José Martí en los Estados Unidos de Norteamérica, entre 1880 y 1895 (con la breve estancia venezolana de 1881) fueron muy significativos en su formación política e ideológica.
Entre las vivencias que contribuyeron a la evolución de su pensamiento socio-político se encuentran las relacionadas con los sucesos ocurridos en el mes de mayo de 1886.
La huelga en defensa de la jornada laboral de ocho horas, los motines y estallidos de bombas, el apresamiento de ocho anarquistas y su ejecución a manos del Estado, fueron acontecimientos seguidos por el héroe cubano, con su extraordinaria acuciosidad periodística.
En calidad de corresponsal de los periódicos La Nación, de Buenos Aires, y El Partido Liberal, de México, Martí escribió al menos tres crónicas con este tema: Grandes Motines Obreros, El proceso de los siete anarquistas de Chicago y Un Drama Terrible. La lectura de estos trabajos permite además, atestiguar la majestuosidad intelectual martiana, cuando imparte una verdadera lección de ética periodística.
En sus apreciaciones, el Maestro no titubea en rectificar públicamente sus juicios, que van desde la condena a los obreros, a quienes considera inicialmente culpables de los hechos que se les imputan, hasta el reconocimiento de su inocencia, que va quedando probada a la luz del amañado proceso que se les siguió.
En un inicio, Martí se hizo eco de la xenofobia de la prensa burguesa.