Es sabido que José Martí no simpatizaba mucho con el género novelesco, le parecía que fabulaba demasiado y nada le parecía de más interés que los sucesos reales del ser humano tanto en la vida diaria como en su mundo interior. Pero no dejó de admirar aquellas novelas que sabían narrar con hondura y seriedad las pasiones de los hombres y su época. Y algo de eso encontró en la novelas del Padre Dumas cuya lectura testimonia en más de una ocasión. Escribe en 1882, para La Opinión Nacional, de Caracas: “…del vehemente artículo en que Alexandre Dumas, que es hijo piadoso, compara su padre a Shakespeare, por la robustez en el pensar, la presteza en el concebir, y aquella originalidad y fuerza de creación que hacen de su novelilla más ruin, nido de dramas”.[1]
Reconoce así, desde su pasión por el teatro, y con profunda penetración crítica, la calidad dramático-épica de las novelas del famoso francés, que al parecer consideraba como el valor mayor de ese tipo de novelas cuando escribe también en 1882: “Augusto Maquet que con Alejandro Dumas, el padre, aderezaba aquellas novelas de historia y caballería, que son nidal de dramas y a modo de epopeya perdurable de los tiempos que retratan…”[2] Apunta también en la revista La América, en 1883, tal vez por la trabazón sentimental que la atraviesa: “Y hay libros de cabello rojo y lúgubre mirada, como aquel hijo de Milady en ese poema de Dumas que llaman novela, Los tres Mosqueteros…”.[3]
Sin embargo, lo que leyó con fruición el cubano fue las memorias del gran escritor, aventurero él mismo y participante de grandes sucesos de la época. Podemos seguir su interés en sus cartas a su amigo Enrique Estrázulas, que en su viaje a Europa lo deja a cargo del consulado de Uruguay en New York. Son cartas deliciosas en las que Martí se engolosina pidiendo libros a su amigo. Le escribe en octubre de 1887:
Ya queda dicho que estoy leyendo a Houssaye, en las Confesiones, que por el primer tomo no valen la pena, pero ¿y mis “Memorias de Dumas” y ediciones pobres del Odeón, de poetas y de historiadores—Thiery, Mignet, Thiers, Guizot—que he de ir pidiendo? ¿Por qué no me manda dos o tres catálogos de librerías baratas? Tan mal me quiero que no me ha querido mandar “La Terre”…[4]
Realmente, en ninguna parte encontraremos a este José Martí tan pedigüeño de libros, aunque los compraba continuamente y hacía listas de ellos para adquirirlos en sus apuntes. En la otra carta del 30 de marzo de 1888, habla de “el encanto en que me tienen—y horas que me roban—las memorias de Dumas,—que no me trajo Mestre y tuve yo que enviar a buscar a su casa…”.[5]
Alguna que otra vez citará hechos y dichos de esa obra publicada por primera vez en 22 volúmenes (1852-1855) donde, de mano maestra, el autor escribe la historia de su azarosa vida en las que el autor dedica cuantiosas páginas a los acontecimientos políticos de su época, a diversas personalidades como Georges Sand o Eugène Sue así como a los tantísimos avatares de su existencia. Pero José Martí las ha leído y citado desde el principio de los años ochenta, como puede comprobarse en esta nota de su “Sección constante” para La Opinión Nacional en 1882. Al escribir de lo que llamaban por entonces “vegetalismo” y ahora más comúnmente “vegetarianismo”, leemos: “He aquí lo que decía Alejandro Dumas, padre, que fue ciertamente grande, a diferencia de su hijo, que no lo es: ‘La trufa me enardece, y llena de ideas vívidas y generosas mi cerebro’”.[6]
Pero, en el Cuaderno de apuntes 18, escrito durante la década del noventa, y ya poseedor del libro tan ansiado, anota: “Espectáculo odioso: El hijo de Napoleón, avergonzado de su padre (Ver las Memorias de Dumas)”.[7] Si dudas, el poeta cubano nos ofrece claros testimonios de que este fue un libro cuya lectura disfrutó muchísimo. En sus páginas recorrió de la mano de un testigo de excepción la revolución romántica en París, el estreno de Hernani, de Victor Hugo, la revolución de 1830, la relación de Dumas con el rey Luis Felipe, el estreno de su famosa obra teatral Antony, y muchas otras peripecias que retrataban toda una época.
[1] José Martí, Obras completas, t. 14, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1975, p. 447. [En adelante se cita como OC]
[2] OC, t. 14, p. 315.
[3] OC, t. 13, p. 420.
[4] OC, t. 20, p. 188.
[5] Ibídem, p. 190.
[6] OC, t. 23, p. 208.
[7] OC, t. 21, p. 389.