En la segunda mitad del XIX, la escritura se convierte en un oficio. Con el desarrollo de la prensa, los escritores, transformados en periodistas, y conscientes del valor de su trabajo, guardan los apuntes y versiones que sirven de base a los textos impresos, pues ellos justifican lo mismo el tiempo empleado, que su valor de uso. Algunos, incluso, en el testamento donan su papelería a bibliotecas, como es el caso de Víctor Hugo a la Biblioteca Nacional de Francia. Los periódicos publican las novelas en forma de folletines, pero también los poemas, y nace la crónica modernista.
Más tarde, en el XX, los manuscritos conservados en bibliotecas propician el desarrollo de las ediciones críticas y el surgimiento de nuevas disciplinas como la crítica genética, pues las versiones anteriores a la edición princeps, o sea la primera edición de un libro ofrecen una lectura no lineal del texto que enriquece las interpretaciones posteriores y aportan matices diferentes; la letra impresa pierde su sacralidad y el discurso adquiere un sentido ambivalente. La edición crítica plasma tanto el nacimiento del texto, como las primeras versiones, escritas por el autor, con todas sus variantes y tachaduras, así como la que entrega a la imprenta.
En Cuba, el estudio del manuscrito para su edición es, prácticamente, una novedad, las ediciones críticas no son frecuentes. La primera data de 1953, y fue precisamente Cecilia Valdés, a cargo de Esteban Rodríguez Herrera para la editorial Lex, es de resaltar el trabajo de Cintio Vitier en este campo, pues realizó la del Espejo de Paciencia, (1960) que ha sido otro de los beneficiados por la edición crítica, aunque sabemos que el manuscrito original se ha perdido, y que hay polémicas sobre su autenticidad ya que el manuscrito, encontrado por José Antonio Echevarría, en el XIX, se perdió y no se sabe si realmente lo halló o si lo escribió este intelectual, también la de Paradiso de José Lezama Lima, estudio realizado en 1988 y publicado en 1997, igualmente de Vitier; Que se pinte de pueblo, de Ernesto Guevara, a cargo de la Universidad Central de Las Villas (1997), y la Obra Completa de Severo Sarduy, por Gustavo Guerrero y Francois Wahl, en 1999, que al igual que Paradiso forman parte de la Colección Archivo, publicada por ALLCA XX, en Francia, y “El camino de Santiago”, de Carpentier, a cargo de la Dra. Ana Cairo, entre otras. No todas se han realizado a partir del documento autógrafo.[1] La figura de José Martí ha sido la más beneficiada con más ediciones críticas, y es el único estudio de este tipo que se realiza sistemáticamente en el país, a cargo de un equipo del Centro de Estudios Martianos, aunque estudiosos de todo el país e incluso de otros han colaborado activamente en él, por ejemplo, Jean Lamore, intelectual francés encontró varias informaciones referidas por Martí, y documentos que se encuentran en la Biblioteca de Buenos Aires han sido escaneados y donados al equipo para su posterior publicación.