José Martí y el abolicionista James Redpath
Por: Dr. Rodolfo Sarracino

El investigaRodolfo_Saccracinodor de la edición critica de las Obras Completas de José Martí, se enfrenta constantemente en su labor a situaciones cuyo esclarecimiento, dada la complejidad y multiplicidad de factores que obraban en su conciencia, exige tiempo, consagración y paciencia. Debe asegurar un nivel investigativo que haga justicia a la figura genial del Apóstol, cuidándose de expresiones y alabanzas de excesivo colorido que en obras de otro nivel en ocasiones se proponen ocupar inútilmente el vacío de la ignorancia. La política de investigaciones en el marco de la edición crítica del Centro de Estudios Martianos, abarca ya temas y personas específicos en la ejecutoria martiana, con el estudio más minucioso posible de su contexto, que debe esclarecer aspectos importantes de su vida hasta ahora inexplorados.

Pongamos, por ejemplo, la ocasión memorable en la noche del 8 de mayo de 1887, en el enorme Teatro de la Academia de Música, entonces el mayor de Nueva York, cuando Martí informó acerca de la concurrida conferencia que el economista reformista Henry George tituló “No robarás”, impartida poco después de su derrota por escaso margen en las elecciones por la alcaldía de Nueva York. Se trata de un análisis tan notable, desde el punto de vista ético y especialmente religioso, de la sociedad capitalista, que hasta el día de hoy continúa vendiéndose a altos precios, tras numerosas reimpresiones.

En esa ocasión el Padre McGlynn, que presidía la Sociedad contra la Miseria, se refirió al progreso en Nueva York de su institución, cuyo vicepresidente era un “abolicionista”, con el adjetivo hoy añadido de “radical”, que Martí se abstuvo de mencionar por su nombre, al describir en detalle la actividad. No es que lo ignorase. Su estilo no siempre tenía en cuenta la fórmula tradicional del periodismo, aún vigente, del “quien, cuando, donde y como”. Su mensaje se proponía más bien impresionar al lector en un sentido positivo, según él lo entendía. Podía ser en ocasiones exacto en sus informaciones contextuales, pero en otras prefería no recargar la lectura con detalles que podían desviar la atención del contenido previsto de sus mensajes. En el caso que nos ocupa, lo que Martí se proponía subrayar era el radicalismo implícito en las palabras de George, y transmitir a los lectores el entusiasmo de los obreros que colmaban el espacioso teatro, así como el hálito de esperanza que se desprendía de cuanto hacían y decían en ese momento excepcional.

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