Enseñanzas de nuestra historia (I)
Por: Dr. Armando Hart Dávalos

Hart_bayamoLa historia es la gran maestra de la política y en los tiempos que corren resulta imprescindible estudiar las lecciones del pasado porque los desafíos actuales tienen profundas raíces que en ocasiones se afincan en los siglos anteriores. Por ello, los cubanos estamos interesados en conocer mejor los hilos principales de la milenaria historia universal y promover una cultura sin esquemas ni doctrinas ideologizantes, que es la que necesita el mundo para librarnos de la estrechez de conceptos generados por una civilización cargada de materialismo vulgar y tan necesitada del acento utópico que los pueblos de raíz latina han mostrado junto a su capacidad de integrarse y renovarse en complejas y adversas condiciones, mientras otras culturas permanecen encerradas en sus estrechas fronteras.

Desde nuestra tradición y valores históricos debemos presentar como respuesta a los intentos de imponer un pensamiento único y patrones uniformadores, la solidez de nuestra cultura y su valor utópico encaminado al propósito de la integración y del equilibrio entre los hombres y las naciones. No llegaremos nunca a una identidad de propósitos con debates simplemente teóricos, nos podríamos perder en discusiones bizantinas que a nada conducen, sin embargo, si estudiamos la historia e ideas concretas de los mejores pensadores y próceres latinoamericanos y caribeños podríamos encontrar mejor el camino de nuestra identidad común.

Esta fue la prédica, la enseñanza y la acción de José Martí, tan cubano como iberoamericano y universal, quien proclamó, como suprema aspiración de la república que se propuso construir, que su ley primera fuera “el culto de los cubanos a la dignidad plena del hombre”. Él representa, en el siglo XIX, la expresión más alta de una tradición jurídica que se continúa hasta nuestros días.

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