Cintio Vitier, revelador esencial
Por: Lic. Mariana Pérez Ruiz

Pocos hombres pueden nombrarse tan auténtica y fielmente discípulos del Apóstol cubano como Cintio Vitier. Y ello no solo por el hecho de haber sido uno de los mayores responsables de que se impulsaran los estudios sobre la vida y la obra martianas en nuestro país, primero en aquel departamento de la Biblioteca Nacional que le honra con su nombre, y luego con la fundación del Centro de Estudios Martianos, el cual se ha convertido en la institución de referencia en este ámbito académico.

El más grande aporte que nos ha dejado, en mi opinión, ha sido esa auténtica ensayística suya que desvela, en un acto de creación profundamente intuitivo y sagaz, los elementos esenciales que se conjugaron y materializaron una vida puesta al servicio de la revelación de la naturaleza y conciencia del hombre, y del ejercicio de su crecimiento ético y moral en aras de alcanzar la inevitable y necesaria ascensión que se afinca en los principios espirituales.

Textos ya considerados clásicos dentro de la exégesis martiana como Temas martianos en sus dos tomos, Vida y obra del Apóstol José Martí, Diálogo sobre José Martí, el Apóstol de Cuba, con Daisaku Ikeda, así como un sinfín de otros trabajos circunstanciales y escritos prologares, y títulos como Ese sol del mundo moral, cuya temática no es exclusivamente martiana, pero que transparentan el aliento apostólico que inspira a su autor, dan muestra de un voluntario y reconocible desapego de los análisis academicistas con objetivos probatorios, y un afán de privilegiar lo que el propio Vitier catalogó como “rendimientos perdurables”, las esencias universales que trascienden y rigen las conductas humanas de todos los tiempos, tal como hiciera el propio Martí.

En este su centenario, sirvan los homenajes para agradecer su servicio a la cultura cubana en general; para promover el acercamiento de las jóvenes generaciones, y las no tanto ya, al disfrute de su obra, mezcla de sapiencia y sensibilidad; para inspirarse con su ejemplo de creador sincero, consciente y útil. Cintio Vitier debe continuar siendo una presencia viva en la memoria de esta nación, a la cual le procuró sus mayores esfuerzos y anhelos intelectuales, con cuya consolidación contribuyó con su pluma y su accionar certeros, y por lo cual debe tenérsele como referente imprescindible en todo momento, y acaso aún más, en esos tiempos que claman por hombres esenciales que sepan tratar con tino los puntos neurálgicos del devenir nacional. Parecen escritas para hoy aquellas palabras que dedicara a Rafael Cepeda a inicios de los años noventa del pasado siglo cuando en su prólogo a Lo ético-cristiano en la obra de José Martí expresó: “Llega la hora de quedarnos con la esencia de las cosas, de olvidarnos de las rencillas nominales y querellas de palabras. Llega la hora de ir a la almendra de la conducta, al peso específico del amor, a la axiología de la acción”.