Al ser informado, poco antes de viajar a Guantánamo, que debía dirigirles la palabra en este bello bosque martiano, modelo para tantos que después se establecieron en Cuba, no pude menos que pensar en aquellos días en que Martí, después de su desembarco con Máximo Gómez en Playitas de Cajobabo, el 11 de abril de 1895, comenzó a moverse en esta dirección. En palabras hermosas por su espontaneidad, escritas en su diario, a la tenue luz de una vela, bajo el techo de un bohío en la montaña, o a la sombra de algún frondoso árbol en lo profundo de la sierra, redactaba las palabras que le brotaban del corazón, sin el menor orden temático. En dos casos al menos las comentaremos con alguna extensión, seleccionadas en su diario invalorable que refleja el dramático parto doloroso de una revolución que nacía en estas regiones de naturaleza privilegiada, y cuyo epílogo escribió la Generación del Centenario.
A pocos días de su desembarco, obligado a escalar una “altísima” loma, Identifica en la cima “la yaya de hoja fina, majagua de Cuba y cupey de piña estrellada”. Al llegar a Sao del Nejesial escribe, “lindo rincón, claro en el monte de palmas viejas, mangos y naranjas”. Sus comentarios se hacen más frecuentes sobre el verde intenso del paisaje que lo rodeaba en sus largas caminatas y sus descripciones francamente descriptivas y hermosas, hechas durante el descanso, se hacen más frecuentes.
El 16 de abril, cuando vadeaba un río llega a un “bello y ligero bosque de pomarrosas: naranjas y caimitos. Por abras tupidas y mangales sin fruta llegamos a un rincón de palmas y al fondo de dos montes.— Allí está el campamento”. Al día siguiente, refiere que “al fondo de la casa, la vertiente con sus sitieros cargados de cocos y plátanos, de algodón y tabaco silvestre: al fondo, por el río, el cuajo de potreros: y por los claros, naranjos, alrededor los montes, redondos, apacibles; y el infinito azul arriba con esas nubes blancas, y surcan perdidas…detrás la noche.—libertad en lo azul”.
Y al día siguiente, el 18 de abril, en la tranquilidad de las alturas, vuelve a sus bellas descripciones: “En lo alto, de mata a mata colgaba, como cortinaje, tupido, una enredadera fina, de hoja menuda y lanceolada. Por las lomas, el café cimarrón. En torno, la hoya, y más allá los montes azulados, y el penacho de nubes”. mas al referirse a su llegada al caudaloso Cauto no pudo evitar un interludio poético mayor:
De suave reverencia se hincha el pecho, y cariño poderoso, ante el vasto paisaje del río amado. Lo cruzamos, por cerca de una seiba, y, luego del saludo a una familia mambí, muy gozosa de vernos, miramos al bosque claro, de sol dulce, de arbolado ligero, de hoja acuosa. Como por sobre alfombra van los caballos, de lo mucho del césped. Arriba el corujeyal da al cielo azul, a la palma nueva, o el dagame que da la flor más fina, amada de la abeja, o la guásima, o la jutía. Todo es festón y hojeo, y por entre los claros, a la derecha, se ve el verde del limpio, a la otra margen, abrigado y espeso. Veo allí, al ateje, de copa alta y menuda, de parasita y curujeres, el caguairán, “el palo más fuerte de Cuba”, el grueso júcaro, el almácigo, de piel de seda, la jagua, de hoja ancha, la preñada güira, el jigüe duro, de negro corazón para bastones, y cáscara de curtir, el jubabán, de fronda leve, cuyas hojas, capa a capa, “vuelven raso el tabaco”, la caoba, de corteza brusca, quiebrahacha, de tronco estriado, y abierto en ramos recios, cerca de las raíces (el caimitillo, y el cupey y la picapica) y la yamagua, que estanca la sangre:–
Lo interesante es que sus comentarios capitales aparecen yuxtapuestos a las menciones de acontecimientos nimios de la vida dura de un campamento militar. en cuya solución empeñaba toda su inteligencia, particularmente en los aspectos que dependían de él directamente, entre otros, el equilibrio interno de la revolución, o, no menos importante, la vital atención a las relaciones internacionales, para asegurar el equilibrio del que dependería la viabilidad de una nueva república a 140 kms de un país gigantesco, cuyos círculos gobernantes habían decidido convertirse en otro imperio con voluntad expansionista.