Apuntes martianos: la intimidad creadora
Por: MsC. Lourdes Ocampo Andina

Lourdes_OcampoLos cuadernos de apuntes y los escritos en hojas sueltas son una parte maravillosa de la obra martiana, y maravillosa en el sentido carpenteriano: asombrosa. Ellos conforman la porción inclasificable, porque, en primera instancia, son notas tomadas al vuelo de los temas que conforman la cotidianidad del autor, y que abarcan todos los aspectos de la vida; van desde las mujeres que quiso tener y no tuvo ¿o sí?, pasando por acotaciones de obras de arte para futuros artículos periodísticos, aspectos interesantes de la historia americana, hasta fragmentos de los textos que leía.

En el caso martiano los cuadernos y apuntes, y su papelería en general presentan una paradoja: nos debatimos entre dos aspectos probables: por un lado dejó Martí indicaciones precisas: “Ni ordene los papeles, ni saque de ellos literaturas; todo eso está muerto, y no hay nada digno de publicación, en prosa ni en verso: son meras notas”. O sea, no las escribió para su publicación, sin embargo conservó casi todos sus cuadernos de notas, desde los que escribió en su primera juventud, durante su estancia en España, hasta los de la década de mil ochocientos noventa.

Los porqués de su conservación son meras suposiciones; pero nos atrevemos a decir que le fueron útiles para la escritura de su obra durante toda su vida. Véase este apunte:

De todos los oficios, prefiero el de la imprenta, porque es el que más ha ayudado a la dignidad del hombre, y el de edificador y cantero, porque yo rompí piedras para amasar edificios:—hay que tardar una eternidad en armarse, porque son edificios de almas, mucho más duros a veces y más pesados que las piedras! Me enamora todo lo que se yergue y levanta: un talento que surge, un amor que se aviva, una pared que se alza. Las casas en fábrica me son tan familiares como las desdichas de mi pueblo: siempre se me pintan en imágenes, extrañas y nuevas las paredes a medio hacer, los fosos sombríos, las puertas boqueantes, los muros desiguales que se dibujan sobre el cielo oscuro como encías desdentadas.

En él hay temas que están presentes a lo largo de su obra, tanto en la prosa como en el verso, por un lado la veneración que le inspiraba el oficio de los impresores, oficio que por su parte conocía bien, pues fue redactor y director de varios periódicos. Podemos leer el poema “De noche en la imprenta”, publicado en la Revista Universal, y en La Opinión Nacional, de Caracas, que nos acerca al tema, en una fecha temprana, 1875, durante su estancia en México. Pero el fragmento también apunta una faceta importante del imaginario martiano: la ciudad moderna, léase Nueva York, que le fascinó y por la cual sostuvo una relación de amor-odio, como puede apreciarse en las crónicas, durante un período de más de diez años, desde 1881 hasta 1892.

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