En la jornada del Día de los Padres mucho se habla del amor de los hijos hacia los padres y es normal que se les profese todo el cariño del mundo a esos seres que también guían, educan y defienden a sus retoños.
Pero ahora la propuesta es homenajear a esos padres que han dejado huellas de la pasión hacia sus hijos, hombres importantes que además de dedicarse a la lucha por las causas justas, encontraron un espacio en su agitada vida para amar a sus descendientes desde lo más profundo del corazón.
Un ejemplo de ello fue José Martí, ese héroe cubano, que debido a las circunstancias de la época en la que le tocó vivir, inmerso en la lucha que llevaba a cabo por liberar a su Patria y las incomprensiones humanas fundamentalmente, lo privaron de disfrutar la compañía y afecto de su pequeño, José Francisco.
Con el propósito de demostrarle su profundo amor al hijo, dedicó una colección de poemas, titulada Ismaelillo, en los que en cada verso dejaba un pedazo de su alma y una dedicatoria capaz de estremecer de emoción.
La colección está compuesta además por 15 poemas y entre los más conocidos están: Príncipe enano, Musa traviesa, Mi reyecillo y Mi caballero, en los que salta a la vista la ética martiana y es toda una clase magistral de pureza, lealtad, esperanza y exhortación a la lucha contra el mal.
Otro de los padres que amó profundamente a sus hijos fue el Comandante Ernesto Guevara de la Serna. El querido Che, también sufrió en la distancia, pero quedaron para la posteridad, las cartas hacia ellos, colmadas de consejos para ser mejores revolucionarios y mejores personas.
Estos dos hombres, demostraron que el amor de padres e hijos es eterno en la distancia, en el tiempo, es inquebrantable.
Llegue en este día, una felicitación a todos los padres, quienes como Martí y el Che, aman a sus hijos y los preparan para un futuro luminoso.