Dedicatorias martianas
Por: Carmen Suárez León

La sensibilidad humana y el genio literario de José Martí hacen posible que las más modestas manifestaciones de la lengua escrita se conviertan en joyas lingüísticas por la intensidad de la síntesis en las que se condensan la expresión de sentimientos, la pintura de caracteres o la simple evocación de un hecho. Así sucede con sus dedicatorias. Esas pocas palabras que se trazan tras una foto que obsequiamos, o en la portada de un libro de regalo se convierten en la pluma del Maestro de los cubanos en acabadas muestras de su estilo poético. Afortunadamente se ha podido recoger un valioso grupo de estas dedicatorias, textos escritos generalmente para la intimidad de una biblioteca privada o al fin para el olvido o el extravío. Podemos repasar algunas y recordar al mismo tiempo a las personas a las que fueron ofrecidas.
A su gran amigo mexicano, apoyo suyo en los días de tribulación o de necesidad, hombre a quien admiraba por su integridad moral y condición humana, le dedica un retrato y le escribe: “A Manuel Mercado, espíritu completo, su hermano agradecido. Méx.76.—”
Por ejemplo, entre los amigos mexicanos de nuestro Héroe Nacional se encontraba Manuel Gutiérrez Nájera, exquisito poeta cuyos versos anunciaron inequívocamente al movimiento modernista. En un ejemplar de sus Versos sencillos (1891) que le envía, acabados de publicar, escribe estas palabras que en su brevedad, expresan maravillosamente el juicio que le merece su amigo, como hombre y como poeta: “A Manuel Gutiérrez Nájera, marfil en el verso, en la prosa seda, en el alma oro, de su José Martí.”
Sabido es el profundo afecto que cultivó Martí por los hijos de Carmen Miyares. Para las dos niñas escribió cartas preciosas en las que les expresó muchas de sus ideas en relación con la educación infantil. En un libro que le regaló a la mayor, anota esta dedicatoria en la que con unas cuantas oraciones expresa con maestría las cualidades del carácter humano que más apreciaba: “Carmita mía: te amo por tu sencillez, y porque aborreces, como yo, lo falso y lo inútil. Eres natural, que es ser bueno y feliz. Lee, conmigo a tu lado, este libro de la naturaleza, tu Martí. Cap Haitien, abril 1895”
Sus seres queridos recibían estas hermosas manifestaciones de amor, que al mismo tiempo eran claros juicios de valor y expresión de sus más hondos pensamientos acerca de la moral y el carácter. Sin embargo, a pesar de la extrema belleza de las que ya he citado, he dejado para el final la dedicatoria de una foto que José Martí le obsequia a José Doloroes Poyo, el valeroso patriota de Cayo Hueso, redactor del periódico El Yara, junto al que trabajó intensamente en la preparación de la que llamó “guerra necesaria”. El breve texto es notable por el aliento patriótico con que vibra, por la levantada manifestación de su respeto y admiración por aquel cubano honradísimo, fundador en Cayo Hueso del Partido Revolucionario Cubano: “El pundonor de Cuba se hizo hombre y se llamó José Dolores Poyo: a su virtud, a su aliento, a su elocuencia, a su corazón, dedico este tributo: Su hermano José Martí. Key West, mayo 16/93”