El Centro de Estudios Martianos despide al apasionado estudioso y promotor de la obra de José Martí, el profesor Jorge Juan Lozano Ros, asesor de la Oficina del Programa Martiano (OPM) quien acaba de fallecer este 20 de mayo, en La Habana a la edad de 62 años.
Desde muy joven, el investigador eligió continuar el camino de tantos intelectuales revolucionarios que, desde hace 127 años, mantienen vivo el pensamiento de José Martí. Esa entrega tuvo en Lozano la peculiaridad de centrarse en las esencias de la palabra martiana para validarla sobre todo en las aulas, como profesor, el más apreciado de sus títulos.
Su presencia en las actividades académicas del CEM, sus enseñanzas, así como su espíritu de colaboración y solidaridad continuarán acompañándonos como ejemplo de intelectual íntegro.
UN HASTA SIEMPRE PARA JORGE JUAN LOZANO ROS, AMIGO ENTRAÑABLE
María Caridad Pacheco
“La muerte no debe ser penosa para los que han vivido bien, ni para los que les conocían de cerca las virtudes. Morir es seguir viaje”, así escribió nuestro Héroe Nacional José Martí en Patria, el 19 de enero de 1895… Y que bien se aviene este, uno de sus más brillantes pensamientos, a la vida y la obra del profesor Jorge Juan Lozano Ros, fallecido el 20 de mayo último a los 62 años de edad
Apenas un día antes, en la Fragua Martiana, en ocasión del aniversario 127 de la caída en combate de nuestro Apóstol José Martí y en el 25 de la Oficina del Programa Martiano, Lozano vivió una jornada plena de emoción, recordando las relevantes efemérides y disfrutando del reconocimiento recibido. Pocas horas después lo vimos en la Mesa Redonda y en un documental dedicado al periódico Patria, dos de sus mejores intervenciones.
Intelectual sincero, inteligente y comprometido con la Revolución, no escatimó afectos y deseos de ayudar a los que acudimos a él en busca de orientación y consejo, y quienes escuchamos alguna de sus conferencias o intercambiamos con él, disfrutamos de sus conocimientos de la vida y obra del Apóstol, de su profunda elocuencia y su pasión por la historia.
Había sido electo recientemente vicepresidente de la Sección de Base de la Unión de Historiadores de Cuba en el Centro de Estudios Martianos, institución en la que fue acreedor de la distinción “Pensar es Servir”, el más alto reconocimiento que entrega este centro científico-cultural a personalidades e instituciones destacadas en la promoción y difusión del pensamiento del Apóstol de la Independencia de Cuba. Sumamente emocionado este martiano por excelencia, al recibir tal homenaje lo calificó de “generoso” y lo quiso compartir con sus padres y compañeros de quehacer, y lo dedicó a figuras de la cultura nacional como CintioVitier y Fina García-Marruz.
Asesor de la Oficina del Programa Martiano (OPM) definió “como pilares” en su extensa labor profesional y en su formación humana al Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, principal seguidor de las ideas martianas; al doctor Armando Hart Dávalos, humanista, inspirador martiano y fundador de la OPM, a su padre, amigo y compañero de luchas de Antonio Guiteras y a Cuba, nuestra Patria.
Para el amigo sincero, que ha seguido viaje, la eterna rosa blanca y nuestro recuerdo imperecedero.
JORGE LOZANO ROS EN MI MEMORIA
Jorge R. Bermúdez
Ensayista, poeta e historiador del arte
Tres días atrás hablé con él por teléfono; lo llamé para invitarlo a la presentación de la reconstrucción pictórica del lienzo Muerte de Martí en Dos Ríos (1918), del pintor Esteban Valderama, en la Casa Natal. Su respuesta: “Bermúdez, mañana tengo que estar en la Fragua Martiana, y por la tarde en el programa televisivo Mesa Redonda”. Nuestra amistad nació en las aulas de la Facultad de Periodismo de la Universidad de La Habana, a inicios de la década del noventa. Ambos éramos profesores del Curso Especial creado a propuesta de la Unión de Periodistas de Cuba (UPEC), para diseñadores gráficos y fotógrafos que aspiraban a alcanzar el nivel superior. Lozano impartía Filosofía; yo, Arte y Comunicación. Quien nos presentó fue José Martí.
La última vez que compartimos ideas y proyectos, fue en el Memorial “José Martí”, el pasado 28 de enero; nos motivaba, como siempre, la inauguración de una exposición colectiva de pintura alusiva a la histórica fecha y un recital del Dúo Darias inspiradó en los Versos sencillos. Luego de la asistencia a ambas actividades culturales, como de costumbre, hicimos un breve recorrido por el Memorial, y al pasar por la sala donde se expone una de las tantas tribunas desde donde dirigió su invicta palabra el Apóstol, me dijo: “Bermúdez, cómo no iba a ser martiano, si mi padre me traía aquí cuando niño, y yo me entretenía en subir y bajar de esta tribuna”. ¿Quién me iba a decir entonces que a 127 años de la caída en combate de Martí en Dos Ríos, horas después, cuando conmemorábamos el 120 aniversario de la proclamación de la República, nos iba a dejar Lozano”. ¡Oh, claves de la vida…! “Morir es seguir viaje”, escribió el hombre que siempre nos inspiró y nos inspira. Él está contigo…, con nosotros. Adiós, amigo.
LOZANO: RADICAL Y ARMONIOSO
Por Gustavo Robreño Dolz
Escribió Máximo Gómez en su diario de campaña que en la guerra se sucedían prácticamente sin transición, los momentos de plena alegría con los de mayor dolor y viceversa, a la pena podía seguirla también el júbilo.
Algo parecido nos ha ocurrido a quienes compartimos el aniversario 25 de la Oficina del Programa Martiano el día 19 de mayo y al día siguiente tuvimos que enfrentar la inesperada y fatal noticia del fallecimiento de Jorge Juan Lozano, quien nos había acompañado en la feliz conmemoración y allí había recibido merecido reconocimiento.
No siendo muy proclive a los discursos funerarios, la desaparición de Lozano nos obliga, -como a muchos otros que fuimos sus compañeros, amigos cercanos y en cierto sentido, sus alumnos,- a plasmar algunas consideraciones que no deben quedar en el olvido, pueden ser útiles para las futuras generaciones y mucho también para las actuales.
En primer término, reconocer que, -sin dudas,- hemos perdido a uno de los más brillantes y consecuentes representantes de la intelectualidad cubana, en los momentos en que se encontraba en plenitud de sus facultades de creación e investigación, cuando mostraba cotidianamente con su palabra reflexiva, apasionada y profunda los entresijos de la historia patria, expresados con sencillez y claridad, pero siempre abriendo los caminos más diversos, que permitían al auditorio llegar a conclusiones propias, sin ignorar los descubrimientos del erudito conferencista.
Como Armando Hart, -de quien se reclamaba discípulo,- era radical y armonioso a la manera martiana, no permitía los quebrantamientos de principios y rehuía los dogmas y las verdades recalentadas. En él se prolongó la herencia revolucionaria familiar, a la cual aludía con frecuencia y así se expresó como patriota y como comunista, dirigiendo su organización de base partidista.
Suman cientos los estudiantes universitarios a los que condujo y orientó como profesor, en Cuba y en el exterior, siempre presto a apoyar y a ayudar a todos a transitar con certidumbre e interpretar los más tortuosos y difíciles rumbos de la historia. El mismo día 19 en horas de la tarde en la Mesa Redonda televisiva dio una demostración brillante, en la que no podíamos imaginar que sería postrera y más enriquecedora aparición.
En la Oficina del Programa Martiano, en la Sociedad Cultural José Martí y en el Centro de Estudios Martianos era su presencia indispensable, pues siempre le acompañaban la novedad, el aporte, el debate y la reflexión constructiva, que marcaban un paso de avance en el conocimiento y el saber, en el pensamiento y en la acción.
No digamos, -como habitualmente, – “paz a sus restos”, pues Lozano no tendrá paz: él seguirá acompañándonos tal como era, inquieto y vivaz, estudioso y expresivo, de conducta personal intachable, culto y solidario.
Siempre nos acompañará.