José Martí y la belleza de la mujer
Por: José Ramón Gómez Cobelo

La historia de la Revolución Cubana es una lección magistral de cultura y libertad para con la mujer, desde los mismos comienzos fue alistado su juicio y razonamiento.

La mujer cubana es bella. Su hermosura enaltecida por la cultura es una realidad palpable desde los cuatro puntos cardinales del planeta. Como tenemos féminas con distinguidos uniformes en muchas instituciones, a veces no se perciben bien las diferencias entre sus cuerpos, pero cada día las cubanas se acercan más al horizonte martiano de lo bello. Las miradas y apuntes del Maestro sobre la mujer de un arriero, lo muestran caballero justo y sensato. Sus consejos a María Mantilla lo delatan como profundo observador de los atributos femeninos.

Al describir la señora de un arriero en Guatemala subrayó José Martí:

Su perfil es correcto, menuda la nariz, breve la boca, bien hecha la frente; aguda la barba; acaba la figura un tocado casi griego, puesto que con las trenzas del cabello se ciñe el casco a manera de corona; más todas estas perfecciones de la forma, abrutadas por la incultura, se convierten en fealdades numerosas por la falta de transparencia espiritual”.

Cuenta el Apóstol, los detalles más significativos de la belleza física de la pueblerina guatemalteca. Es una descripción que nos hace acompañarle en esa aventura y enamorarnos a priori de la mujer del arriero. Las palabras precisas, los adjetivos necesarios y vemos con él a la preciosa dama. Sin embargo, enfatiza en la falta de transparencia espiritual, que la afea. Ella, sin dudas, reflejaba en su vestido atributos notables de la moda universal, pero en vano se vestía así, si no lograba complementarlo con su comportamiento y forma de decir.

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