A fines del siglo XIX, los cubanos dieron continuidad a las gestas emancipadoras en pos de la independencia contra los colonialistas españoles, dando lugar a la Guerra Necesaria, (como le denominó el Apóstol José Martí) iniciada el 24 de febrero de 1895, la cual tuvo entre sus principales protagonistas a veteranos de la epopeya del 68 junto a los pinos nuevos que fueron sumándose a la contienda.

Entre sus antecedentes estuvo la minuciosa organización de esta guerra aplicando estrategias que evitasen los errores de las anteriores como el regionalismo y la desunión de las fuerzas insurgentes. Y para ello Martí, creó el Partido Revolucionario Cubano (PRC) con el propósito de garantizar la unidad imprescindible entre las huestes libertadoras y lograr el poder requerido e ilimitado para las fuerzas militares con relación con la estrategia y táctica que se precisaba.

El Maestro consideró que al poder civil solo era necesario dejar las tareas diplomáticas, financieras y legales de la guerra y el gobernar en zonas liberadas por el Ejercito Mambí. Entonces se concibió un plan mejor orquestado desde el punto de vista organizativo y de cohesión entre los veteranos y los pinos nuevos sumados a la gesta, y tuvo en cuenta la experiencia de la contienda de los Diez Años.

Como parte de los preparativos del 95, Martí viajó a Costa Rica a contactar al Mayor General Antonio Maceo, uno de los exponentes principales y experimentados de la anterior guerra e igualmente acudió a Republica Dominicana en busca de otro de los grandes estrategas y expertos militares, el Generalísimo Máximo Gómez, ambos pilares de la nueva hazaña prevista, y quienes junto a otros oficiales de la pasada gesta, se incorporaron.

Y precisamente en Dominicana se firmó el histórico Manifiesto de Montecristi, documento rector del PRC, el cual expresa las ideas esenciales de Martí para la planificación de la guerra del 95.

La acción comenzó con un levantamiento simultáneo en varios territorios de la Isla, aunque se conoce fundamentalmente por el denominado Grito de Baire. Y continuó extendiéndose a otras localidades del país, a la vez que se concibió mayor apoyo de las fuerzas políticas y se buscó ampliar la conciencia nacional, y para lograrlo se propusieron múltiples campañas durante el desarrollo de la guerra, entre éstas, la iniciada en el oriente cubano dirigida por Maceo, luego de la reunión de La Mejorana el 5 de mayo de 1895 y que viabilizaba el tránsito de Gómez y Martí hacia Camagüey, y a la vez debilitar al enemigo.

Lamentablemente la prematura muerte de Martí en mayo fue un duro golpe para los revolucionarios, pero lo logrado organizativamente permitió, junto con las personalidades expertas incorporadas, continuar la guerra.

La Asamblea de Jimaguayú tuvo también un rol preponderante en la unidad ante la gesta contra el colonialismo español. Fue una significativa ocasión para darle representatividad al proceso fundacional de la República de Cuba en Armas y a la institucionalización de la Revolución, lo cual trajo consigo la aprobación de la Carta Magna, dando forma jurídica al movimiento insurgente extendido por el centro y oriente cubano.
Así mismo durante la Guerra Necesaria se instrumentaron otras campañas importantes como la Circular, la invasión de Oriente a Occidente, y de la Lanzadera, entre otras para alcanzar los objetivos de la epopeya, aunque también hubo contratiempos y fracasos como la muerte del Titán de Bronce, Antonio Maceo, en el occidente de la Isla.

Pero las fuerzas mambisas siguieron manteniendo en jaque a los colonialistas con campañas a lo largo y ancho del territorio. Sin embargo, la entrada del gobierno de los Estados Unidos, con el pretexto de la voladura del Acorazado Maine, produjo la Guerra Hispano-Cubano- Norteamericana y frustró la plena independencia que anhelaban los cubanos y por la cual lucharon y sacrificaron sus vidas durante décadas.
Y de forma indigna no le permitieron al glorioso Ejército Libertador entrar victoriosos a Santiago de Cuba, ignominia contra los mambises, representantes genuinos del pueblo y del triunfo contra España.

Como consecuencia de los acontecimientos, los colonialistas españoles se rindieron en agosto de 1898 dando paso Washington a promover una República, pero mediatizada, por cuanto se impusieron abominables disposiciones y exigencias como la Enmienda Platt y Tratados comerciales, a favor de los intereses estadounidenses.

Pero la férrea voluntad del pueblo de Cuba y sus anhelos de ser verdaderamente libres y soberanos posibilitó la continuidad de la lucha contra los interventores y gobiernos oligárquicos serviles a intereses foráneos.
Y nuevos mambises, aglutinados en el Ejército Rebelde fueron a combatir a los expoliadores de turno, conquistando la definitiva victoria el Primero de Enero de 1959, esta vez liderados por el mambí de todos los tiempos, el Comandante en Jefe, Fidel Castro. Y esta vez, los combatientes sí entraron en Santiago.

Tomado de: https://www.tribuna.cu