Sudáfrica, país al que se dedicará la Feria Internacional del Libro de La Habana, en febrero del 2025, es un país complejo, diverso, natural y culturalmente rico. Su legado histórico, como estandarte de la lucha por la justicia social y humana constituye un ejemplo para el mundo y referente de las presentes y futuras generaciones. De la vasta savia cultural de su pueblo, un elemento en particular convida a la reflexión y a una concepción de vida más consciente y humanista: la filosofía Ubuntu.
La frase detrás de Ubuntu, reza en zulú (uno de los once idiomas oficiales de Sudáfrica) umuntu ngumuntu ngabantu: “yo soy porque tú eres”. Esta filosofía, de origen bantú encierra todo un sistema de valores humanos, y es compartida por varios países africanos como Zambia, Burundi, Uganda, Zimbabue entre otros.
Sin embargo, en Sudáfrica, este concepto jugó un papel fundamental en la transición que dio paso al fin del Apartheid, como ideal, estandarte y brújula de gobierno para alcanzar la cohesión social. De su importancia para el país, da cuentas la Constitución sudafricana, que recoge en su texto el término de marras.
¿Cómo definir Ubuntu en una palabra?: humanidad. Esta filosofía nos enseña que estamos todos interrelacionados. Lo que afecta o beneficia a otra persona de alguna manera tiene un efecto en mí. Nada de lo que le suceda a otro ser humano, me es indiferente. Cuando en la sociedad, cada individuo toma conciencia del impacto que cualquiera de sus acciones tiene de manera directa o indirecta en el otro, se da cuenta entonces de que aquel, en ultima instancia, es uno mismo. Esta concepción de vida, bien aplicada, puede contribuir a generar cambios sustanciales, humanamente superiores en los modos de acción e interacción social.
Pertenecemos a un todo del cual formamos parte. El daño causado al otro, me disminuye en lo que soy. Termina afectándome a mí también. De alguna manera, aunque los vínculos no se hagan evidentes, estamos conectados. La vida me ha dado pruebas sobradas para corroborar la certeza de esta filosofía. Hay cosas en las que directamente no puedo incidir. En las que puedo, lo hago convencida de que el ser humano debe aspirar a ser cada día un poco más de lo que lo distingue: humano.
Siguen siendo los cubanos, a pesar de todo, seres especiales. En esa constante necesidad de restaurarnos y renovarnos en tiempos de extremos desafíos, Martí, el candil de la Patria, nos ilumina el camino:
«Los hombres necesitan quien les mueva a menudo la compasión en el pecho, y las lágrimas en los ojos, y les haga el supremo bien de sentirse generosos: que por maravillosa compensación de la naturaleza aquel que se da, crece; y el que se repliega en sí, y vive de pequeños goces, y teme partirlos con los demás, y solo piensa avariciosamente en beneficiar sus apetitos, se va trocando de hombre en soledad, y llega a ser por dentro, y a parecer por fuera, -un insecto» (Martí, 2019).
Los tiempos son de difícil agonía. Detengámonos y meditemos en esto: artistas, maestros, estudiantes, vecinos, comerciantes, directivos, servidores públicos…todos y cada uno de los cubanos que habitamos y tenemos la responsabilidad de salvar y construir un país. Como en la carta de Martí a Federico Henríquez y Carvajal, debemos a Cuba “un goce de altura y de limpieza, en lo áspero y feo de este universo humano” (Martí, 2021).
Bajo el arco que une la filosofía Ubuntu y el legado martiano, hemos de encontrar refugio para reconocernos los unos en los otros, cuidarnos, protegernos y poder, solo así, llevar juntos el barco, del cual todos somos tripulantes, a buen puerto.
Referencias bibliográficas:
Martí, J. (2019). Maestros ambulantes. En H. Almendros, Ideario Pedagógico (pp. 89-93). Centro de Estudios Martianos.
Martí, J. (2021). Carta a Federico Henríquez y Carvajal. En R. Fernández Retamar, José Martí. Páginas escogidas. Tomo I (pp. 103-105). Centro de Estudios Martianos.
Tomado de: http://www.cubadebate.cu/