Ganar adeptos para la obra revolucionaria fue una de las finalidades fundamentales de la labor periodística martiana desplegada en Patria. Pero para ello haría falta poner en práctica una pensadísima estrategia que tuviera como pilar una concentrada reflexión sobre la campaña que iba a ser llevada a cabo, sobre sus móviles, ideales e incluso sobre los hombres que la presidirían. Semejante sustrato es develado por José Martí en más de un artículo o semblanza de los publicados en tan importante periódico. Pues corresponde a Patria el predominio en cuanto a las publicaciones donde Martí da a conocer sus retratos cubanos, “lo que era de esperar dadas las funciones y los objetivos con los que surge […] así la voluntad martiana de establecer una sección sobre caracteres en la misma” [1] Develar la urdimbre singular que dibuja al respecto en páginas tan encomiables como la dedicada a Maceo será la razón de ser de las siguientes líneas.
En “Antonio Maceo”, semblanza publicada en dicho periódico el 21 de noviembre de 1893, la patria se presenta como personaje literario que desencadena o detiene las acciones, o que es depositario de ellas, como personaje protagónico que entreteje los hilos más sólidos de la trama, pues la belleza típica de un paisaje americano llena de plasticidad al comienzo del artículo, en período profundo aliento poético, es el telón de fondo para presentar al héroe del que se dice primeramente que dio su sangre por Cuba, y que los pobladores de la Colonia Mansión Nicoya dejan sola a la recién casada por novia mayor, no otra que la patria esclavizada. De la esposa de Maceo no tarda en afirmar que no teme a la muerte sino que ve espantos “en un corazón de hijo de Cuba, que ésa si es noche fiera, donde se apagase el anhelo de la independencia patria”. Cuba es una presencia insoslayable en la semblanza, y se reitera una y otra vez, con la sacralidad que el suceso merece pues “Ni la cólera le aviva el andar [a Maceo] ni rebaja con celos y venganzas su persona […] ni – como que está pronto a morir por ella – habla a la patria mucho.”[2] Ella es también el motivo de una visión del héroe. Este recurso, capital dentro de su creación poética, aquí es aplicado para dar realce a lo que se cuenta: “Jamás parece que aquel hombre pueda, con su serena pujanza, afligir u ofender, por sobra de hecho o parcialidad de juicio, la patria a quien ama de modo que cuando habla, a solas con el juramento, de la realidad de ella, del fuego que arde en ella, la alegría le ilumina los ojos, y se le anuda en la garganta el regocijo: está delante el campamento, y los caballos galopando, y se ven claros los caminos.”[3] Y desvelo supremo.[4]
La patria es el gran personaje de la semblanza, el telón de fondo, la esencia derramada que procura Maceo y su propio valor, con los que establece Martí un rejuego entre el pasado y el presente para en este último esencializar y reconsiderar sus instancias. El héroe, como depositario de ella, mueve los hilos que su acrecimiento amerita. Por otra parte los intensos períodos del artículo están preñados de aliento patriótico y de alusión a cómo debe ser la república que se construirá sobre el suelo natal después de la guerra y que echa sus simientes desde antes de ella, sus bases., poniendo como ejemplos principios que rigen ya a esta colonia: “La cáscara aún le oprime, pero ya aquello es república. Vive el hombre de su trabajo y piensa por sí.”[5] Los mensajes no cesan, incluso en las evocaciones de Mariana y María, que deben su raigal fuerza emotiva a las imágenes poéticas. Por eso en la prosa lírica dedicada a la madre de los Maceo, a la que presenta como emblema de mujer y madre desde la guerra grande, y como arquetipo de la heroicidad y del patriotismo, pues de ella lo recibe el Titán, fustiga la cobardía y la condición pusilánime entre líneas, luego de haber ensalzado el ejemplo heroico de la esposa del Titán:
[1] Luis Álvarez et al. Martí biógrafo. Editorial Oriente, Santiago de Cuba, 2007 p. 204
[2] José Martí. “Antonio Maceo” en Obras Completas, T. 4, Editorial de Ciencias Sociales, 1963, p. 454
[3] José Martí. Ibidem. El subrayado es mío (C. A).
[4] “el guerrero que no durmió en toda la noche buscándole caminos a la patria.” José Martí. Ibidem.
[5] José Martí. Ob. Cit, p. 452.