La presencia de José Martí nos despierta porque como él mismo dijo, aún en otro contexto histórico, “Estos tiempos no son para acostarse con el pañuelo a la cabeza, sino con las armas de almohada… las armas del juicio, que vencen a las otras. Trincheras de ideas valen más que trincheras de piedra”.
Nos enseña Martí el valor de las ideas. “Una idea enérgica, flameada a tiempo, para, como la bandera mística del juicio final, a un escuadrón de acorazados”.
¿Habrá hoy o no razón para que los pueblos se junten cuando vivimos la desmedida agresividad contra los movimientos progresistas de América?
Se pretende echar abajo la Revolución bolivariana, interrumpir el proceso nicaragüense y boliviano, asfixiar a los cubanos con la brutal ley Helms Burtom que intenta despojarnos de todas las conquistas, como mismo hicieron ayer con Argentina y el gobierno de Cristina Fernández, en Brasil con Lula y Dilma, en Ecuador con Rafael Correa.
Habrá que ponerse en fila para que no pase el gigante de las siete leguas, pero sabemos que habrá quien no quiera ponerse en fila, porque les faltará el valor y eso son los que llamó Martí “sietemesinos”.
“¿En qué Patria puede tener el hombre más orgullo que en nuestras Repúblicas dolorosas de Américas, levantadas entre las masas mudas de indios, al ruido de pelea del libro con el cirial, sobre los brazos sangrientos de un centenar de apóstoles?”
Mientras el Norte revuelto y brutal intenta querer gobernar el mundo y aplicar leyes extraterritoriales, apoyar a un impostor como Juan Guaidó que se autoproclama presidente interino de Venezuela, Martí nos alerta: “El espíritu del gobierno ha de ser el del país. La forma de gobierno ha de avenirse a la constitución propia del país. El gobierno no es más que el equilibrio de los elementos naturales del país”, y eso es muy bien conocido por nuestros pueblos, que en Venezuela, por ejemplo, han aprobado mayoritariamente a Nicolás Maduro como su Presidente y, en Cuba, a Miguel Díaz Canel como la fórmula de continuidad de una Revolución que afianza su destino en la nueva Constitución. Allí donde el gobierno no nace del pueblo triunfa la derecha con un Jair Bolsonaro a la cabeza para subordinar la nación al “interés de un caudillo hábil”.
Ya “se ponen en pie los pueblos y se saludan ¿cómo somos?, se preguntan; y unos a otros se van diciendo como son”. “Estrategia es política”. “Los pueblos han de vivir criticándose, porque la crítica es la salud; pero con un solo pecho y una sola mente. ¡Bajarse hasta los infelices y alzarlos en los brazos!”, ese es el camino, de no dejar a nadie desamparado, de atender a los que tienen menos, de estar más cerca del pueblo.
…”ya suena el himno unánime; la generación actual lleva a cuestas, por el camino abonado por los padres sublimes, la América trabajadora; del Bravo a Magallanes, sentado en el lomo del cóndor, regó el Gran Semí por las naciones románticas del continente y por las islas dolorosas del mar, la semilla de la América nueva!
Una América nueva y unida es posible, que los aires del Norte bajen la cabeza, América para los pueblos libres.
Tomado de : http://www.radioangulo.cu