Nació de una creciente necesidad, como faro que iluminaría un camino recorrido de marcados fracasos y llevaría la luz a renovados planes. Nació sin importar geografía, raza, nacionalidad, estatus social, porque en los hombres justos ello no es trascendental mientras concuerdan ideales de unidad y libertad plena.
Así surgió el Partido Revolucionario Cubano (PRC) un 10 de abril pero del año 1892. Así el Apóstol de la Independencia de Cuba concluyó un proceso previo en el que durante más de tres meses se aprobaron las bases y estatutos de la organización, delimitando el diapasón de propósitos y metas.
Un órgano para dirigir, concatenar y llevar a cabo lo que Martí considerara como Guerra Necesaria. Un espacio político para conseguir el apoyo de las grandes mayorías y vencer los temores que inmovilizaban la acción y desviaban los esfuerzos. Donde era ineludible transformar métodos de dirección y superar disimiles contradicciones en la sociedad cubana y entre los revolucionarios, según consta en bibliografías.
El nacimiento del PRC hace 126 años, bajo la dirección de José Martí, no significó un grupo o trinchera donde unos criollos se defendían de otros, sino el esfuerzo ordenado, la disciplina franca y la unidad en pensamiento y acción de los cubanos ávidos de derrotar el yugo del colonialismo español.