Reflexión en el 168 aniversario del nacimiento de José Martí
Por: Marjorie Jiménez

Conmemoramos hoy el 168 aniversario del nacimiento de José Martí, intelectual, escritor, pensador latinoamericanista, referente inspirador para las nuevas formas de gobernar, de educar, de acercarse a nuestras realidades y de plantear soluciones inclusivas y humanistas. Desde el Liceo Martí, desde el espacio Convergencia Martiana de Puntarenas y la Cátedra Martiana de la Universidad de Costa Rica queremos hacer una reflexión sobre la vigencia de las ideas expresadas por Martí en el texto “Nuestra América” escrito en 1891; ideas orientadoras sobre el valor de la educación en las sociedades latinoamericanas, el valor de la libertad y del concepto de humanidad. Celebramos la luz de su pensamiento en un contexto desesperanzador para muchos pero para otros, la oportunidad de demostrar con hechos que es posible relacionarnos, producir y ser felices desde otras formas de poder.

Como lo decía Orlando Fals Borda “en el nuevo contexto, el contexto del sur del mundo, buscamos alternativas de explicación e incluso inventamos también algunos instrumentos nuevos de investigación y tratamos de construir un paradigma alterno”. Este paradigma alterno solo es posible si conocemos los elementos que componen nuestras culturas y nuestras historias, en palabras de Rita Laura Segato, cada pueblo es “el proyecto de ser una historia.”

Cada territorio, en discurso del tiempo, ha desarrollado sus propias formas de conocimiento, sus propios saberes. Ya Martí en su texto Nuestra América escrita hace 130 años mencionaba la misión de la educación y de las universidades en la tarea de reescribir esas historias silenciadas. Reescribir las historias locales, apropiarnos de todos los elementos que las conforman y sobre todo, poner en práctica el tejido epistémico que nos ha dejado las concepciones educativas, políticas y filosóficas martianas.

Desde las universidades y la educación básica se debe enseñar a sus estudiantes los elementos que conforman cada país, y por lo tanto no encerrarse en torres de marfil a estudiar la historia de los vencedores:

Conocer es resolver. Conocer el país, y gobernarlo conforme al conocimiento, es el único modo de librarlo de tiranías. La universidad europea ha de ceder a la universidad americana. La historia de América, de los incas a acá, ha de enseñarse al dedillo, aunque no se enseñe la de los arcontes de Grecia. Nuestra Grecia es preferible a la Grecia que no es nuestra.

La inversión en educación es necesaria y urgente. La educación no solo debe recibir financiamiento sino debe contar con planes educativos que incluyan la cultura y la historia desde los territorios, debe contar ese cúmulo de saberes y conocimientos que le otorgan vida y sentido. Los centros educativos y las universidades no pueden ser claustros que se abren a intereses mercantiles o lugares que legitiman la enajenación y el individualismo.

El pensamiento de Martí suma en la concepción de educación del futuro. La educación entendida como una estrategia para la liberación y que trabaje por el bienestar de las personas. Tal y como se indica en el Manifiesto de San José, la construcción de una universidad de los saberes, entendida como un espacio de construcción de nuevos conocimientos y caminos de emancipación, que permita profundizar la democracia, desmercantilizar la vida, descolonizar y eliminar el racismo y el etnocentrismo, eliminar todas las formas de sexismo y discriminación, así como en un concepto de solidaridad basado en el concepto de bien común y en la generación de una calidez y respeto entre las personas de estas hacia la naturaleza. (Fin de la cita)

Como todos sabemos, en Costa Rica desde la década de 1990, se vienen poniendo en práctica políticas económicas orientadas al desmantelamiento de la educación, así como también de los servicios públicos. En este orden de cosas el Banco Mundial es quien dicta las reformas económicas, laborales, políticas y educativas. Sobre el tema, Boaventura de Sousa Santos advierte que las universidades, en tanto bien público, deben convertirse en la actualidad, en centros contrahegemónicos de educación y desde su seno, contribuir en la construcción de un proyecto político sustentado por las fuerzas sociales, los estados y las propias universidades. En este proyecto político, además de la creación de un concepto nuevo de universidad, se debe proponer un nuevo proyecto nación, a partir de una educación superior en la cual, todas las disciplinas converjan con igualdad jerárquica entre ellas y con los saberes tradicionales no científicos.

La tarea que impone de Sousa Santos, debe llevarse a cabo bajo el ideario martiano. Analizar, conocer desde enfoques creativos e innovadores “el estudio de los factores reales del país en que” vivimos, llevar a cabo “en la academia, (…) el estudio de los factores reales del país” debe ser una praxis revolucionaria desde las aulas.

Visibilizar desde las escuelas, los colegios y desde las universidades los saberes populares, es darle la posibilidad de ser una historia, es salvar a la educación misma.  Debemos reafirmar, un modelo educativo democrático y democratizador, que enfrente la desigualdad y la inequidad, así como la tendencia a la especialización de un saber cada vez más ajeno a los sectores populares y empobrecidos a los que nos debemos. No se trata de aislarnos sino de insertarnos dignamente, en el torrente del mundo, sin perder nuestra esencia. Como decía Martí “injértese en nuestras repúblicas el mundo; pero el tronco ha de ser el de nuestras repúblicas”. No por azar, Martí utiliza la imagen de un árbol como centro y vitalidad.  La humanidad en conexión con la naturaleza, un discurso decolonizador en un siglo en el que se le consideraba, atraso y objeto de dominación. La naturaleza que habla, eclosiona en el texto como abeja y flor. No es posible para la gobernanza de un territorio, desligarse de la naturaleza, su espíritu está al acecho. El sistema educativo y la cultura en general, se avocan a la lectura del entorno, y le responde:

“Surgen las estadistas  naturales del estudio directo de la naturaleza. Leen para aplicar, pero no para copiar. Los economistas estudian la dificultad de sus orígenes. Los oradores empiezan a ser sobrios. Los dramaturgos traen los caracteres nativos a la escena. Las academias discuten temas viables. La poesía se corta la melena zorrillesca y cuelga del árbol glorioso el chaleco colorado. La prosa, centelleante y cernida, va cargada de ideas. Los gobernantes, en las repúblicas de indios, aprenden indio”.

Conocer es resolver. Conocer nuestro entorno nos permite reconocernos como la humanidad. Una humanidad diversa en formas y colores. Martí elabora un discurso del amor, de la tolerancia y aceptación del otro., reconoce la conformación pluriétnica del continente y condena la propagación del odio. El texto Nuestra América cierra con una idea esperanzadora, de solidaridad, tan urgente en estos momentos.

No debemos engañarnos pensando que la crisis que vivimos en la actualidad es producto del Coronavirus, la pandemia solo ha desnudado un sistema violento que nos tiene esclavizados, ha quedado al descubierto el armazón económico y político que nos tiene presos. Quedan al descubierto las grandes diferencias sociales, las economías locales vulnerabilizadas, las mezquindades de las farmacéuticas y el negocio mundial de la salud mientras siguen los grandes silencios en los noticieros sobre racismo, migraciones multitudinarias, la tragedia que viven diariamente los pueblos originarios en todo el continente y la devastación de los recursos naturales. Es cierto que el Coronavirus ha agudizado la crisis mundial, pero no perdamos de vista que ésta venía manifestándose con fuerza y de muchas formas, en los últimos años: el estallido de Chile, los movimientos sociales en Francia y Estados Unidos, las manifestaciones de mujeres en el mundo, la desestabilidad en Colombia y Bolivia, y concretamente en Costa Rica, la bancarrota de un estado que se ha venido privatizando en las últimas décadas. Estamos viviendo el resquebrajamiento del sistema neoliberal que para asirse rasguña, los sectores sociales más golpeados y las clases medias cada vez más debilitadas.  Para colmo, ya no nos quedaba la opción de la protesta, de salir a manifestar nuestro descontento, de sentirnos colectividad. Con o sin pandemia nos debemos conformarnos con nuestros espacios privados para sentir indignación o en algunos casos, miedo. Sabemos que el miedo solo produce parálisis y acumulación de una violencia que tarde o temprano se manifiesta. La pandemia provocada por el COVID cambió la humanidad para siempre, la manera de trabajar, de aprender, de relacionarnos, las burbujas continuarán siendo estratégicas para aislarnos y explotarnos.  La revolución técnico-laboral estará a sus anchas, conexión a internet 24 horas diarias, los siete días de la semana, saboreando las utopías individuales, es aquí donde las ideas expresadas por Martí en Nuestra América cobran vigencia.  La ruta es clara.

Ojalá seamos dignos de la desesperada esperanza.

Ojalá podamos tener el coraje de estar solos y la valentía de arriesgarnos a estar juntos, porque de nada sirve un diente fuera de la boca, ni un dedo fuera de la mano.

Ojalá podamos ser desobedientes, cada vez que recibimos órdenes que humillan nuestra conciencia o violan nuestro sentido común.

Ojalá podamos ser tan porfiados para seguir creyendo, contra toda evidencia, que la condición humana vale la pena, porque hemos sido mal hechos, pero no estamos terminados.

Ojalá podamos ser capaces de seguir caminando los caminos del viento, a pesar de las caídas y las traiciones y las derrotas, porque la historia continúa, más allá de nosotros, y cuando ella dice adiós, está diciendo: hasta luego.

Ojalá podamos mantener viva la certeza de que es posible ser solidario y contemporáneo de todo aquel que viva animado por la voluntad de justicia y la voluntad de belleza, nazca donde nazca y viva cuando viva, porque no tienen fronteras los mapas del alma ni del tiempo.

Eduardo Galeano