New York, 16 de setiembre. [1882]
Mi amigo queridísimo:
¡Qué larga carta le tenía preparada para hoy! Ya le enviaba mi última “Carta de N. York”, para que me la estudiara, y me dijera si le parecía bien;-ya un cuaderno de Colombia, impreso en mi honor, en que hablan de mí muy cariñosamente:-ya todo un cuaderno de nuevas cosas mías, más encrespadas y rebeldes que cuanto he sacado de mi mente al papel, y, cuyas cosas iba a enviarle, y le enviaré, porque V. haga de juez secreto, como hermano de su hermano, y me diga si cree que he hallado al fin el molde natural, desembarazado e imponente, para poner en verso mis revueltos y fieros pensamientos.-Que ya que venzo yo el natural disgusto de hablar de mis niñadas, y me confieso a V. sin rubor y plenamente,-Vd. debe pagarme esta inútil, pero certísima, prenda de cariño, haciendo hueco en sus quehaceres para aquel que, aunque desde lejos y en silencio, con más fidelidad que otro alguno le acompaña.-Pero se va al fin Guasp, de cuya estancia aquí no tuve hasta hace cuatro días noticia, y con quien pensaba enviarle todas esas encomiendas,-puesto que no daré al aire esas mariposas de mayor estío hasta que no me diga V. si le parece que llevan bien cargadas de polvo de oro, y de fortaleza las alas,-y apenas tengo tiempo para mandarle un abrazo.-No sé si he dicho ya a V. que vivo ahora de trabajos de comercio, y que, como me faltan dineros, aunque no me faltarían modos, para hacerlo propio,-sirvo en el ajeno, lo que equivale en N. York a trocarse, de corcel de llano, en bestia de pesebre: ¡pero qué alegre vuelvo a mi casa cada día,-guardando con sigilo, porque nadie los vea, los terrores del alma;-cargada la espalda de los granos que han de abastecer el exiguo granero de la casa! Aunque esta casa de cuyo bien cuido, y en cuyo beneficio me doy a esta labor, que me absorbe todo mi tiempo, y deja en moho mi mente, no está ahora conmigo, sino en Puerto Príncipe, donde Carmen se detiene, por ver si con su alejamiento me fuerza a ir a Cuba, y donde detiene a mi hijo.-De esto no quiero hablarle, porque no quiero hablarme a mí mismo. Con Guasp le mando mi Ismaelillo, y unos diez ejemplares, para que V. los ponga en manos delicadas. Sí quiero que lo conozcan, por mi hijo. Gozo en verlo famoso, y en que le hagan versos, y en que luzca como caballero de importancia, y príncipe de veras, en diarios y revistas.-Un ejemplar se llevó a México Heberto. Ahora envío a Peón y a Sánchez Solís, y a Pedro Castera, que se ha acordado de mí en La República. Venero a quien me recuerda. ¿Qué haré con Vd. que sé que me ama?
Por Guasp sé que es V. ahora Ministro de Gobernación, lo cual no me extraña, porque V. es Ministro nato, y será Ministro siempre, y Presidente aun cuando no lo sea. Jamás vi unido tan dichoso carácter a alma tan hermosa, y tan perspicaz y serena inteligencia.-V. será feliz, y yo sé por qué.-Ya yo no lo seré, porque al comenzar a rodar, se me quebró el eje de la vida.-
También quería hablar a V. largamente de un deseo mío, que desde hace un año tengo y que concilia afectos y provecho, y acaso sea útil a otros a la par que a mí.-Pero me da vergüenza hablar de cosa que puede aprovecharme. Otra vez será.-
No sé si recibió Vd., con carta mía anterior, mi memoria a Manuel Ocaranza. Pronto le enviaré en consulta mis cosas nuevas. Yo no temo que V. me haya olvidado.-Querer a mujer es bueno; pero acaso es mejor querer a hombre.-Esto no habla con Lola; que con serlo tanto, no es mujer. Todos los domingos veo aquí a Luisa, que luce en puesto de honor, en el retrato que hizo de ella Ocaranza, en la linda casa de mi amigo Bonalde.-¿Cómo es que están en México, si están tan cerca de mí? ¡Ojalá me paguen bien lo que los quiero! Ya no tiene tiempo para más su hermano
J. Martí