Chilpancingo, 1ro de enero 1878.
Hermano mío.
Si los que lo merecen son felices, y–con grandeza de alma–lo son, no tengo que desear a V. feliz año nuevo.–Es imposible que a V. le vengan males: ha hecho demasiado bien.–
Aquí estamos, Carmen con aureola, yo con amor y penas. Me oprime el corazón su nobilísima tranquilidad. Cada uno de sus días vale uno de mis años. Esta luna de miel, errantes, vagabundos, era conveniente a nuestras bodas: peregrinos dentro de la gran peregrinación.– Duerme entre salvajes y bajo el cielo, azotada por los vientos, alumbrada por antorchas fúnebres de ocote: ¡y me sonríe!–Ya no hablaré de valor romano. Diré: valor de Carmen.–
Aquí hallé su amorosa carta; esta mía iría con papeles guatemaltecos. Tuve–toda esta tarde–las penas son perezosas para dejarme–un pequeño ataque–suficiente a robarme el tiempo y el sentido. Aunque corto, fue del género de aquel que me curó Peón.–
Aquí me he encontrado conocido: ¡en Chilpancingo!–donde la Naturaleza tiene cetro, y la miseria palacio.
Sepa Macedo que Alfaro me sirvió con solicitud.–Y el buen Emparán, con halago. Inventa detalles en que serme útil.–
A Acapulco llegamos el 5, y de allí le escribo con el resto de los originales. Vamos con escolta de rurales de la Federación–Del 8vo.–
A casa, y a cuantos amo, escribiré desde el Puerto. Si escribo a cuantos amo ¿a quién de mis amigos escribiré yo más? Hay nobles devociones impagables.–¿Qué tengo, que a quien tanto vale las inspiro? ¿Valgo de veras algo?
Adiós ahora, que Carmen me llama, y la madrugada está cerca. Quiérame mucho, que ella y yo le pagamos. Ella envía un abrazo a Lola: yo, un beso para sus hijos.–Un shake-hand de año nuevo al eminente pintor– que yo lo digo–y a V., muy buena cantidad del alma de su hermano
J. MARTÍ