La extensa y variada obra martiana ha impulsado en algunos casos al examen de las relaciones del Maestro con ciertas localidades y regiones cubanas, y con sus habitantes. Así lo han hecho, por ejemplo, Luis Álvarez Álvarez y Gustavo Sed Nieves (El Camagüey en Martí, La Habana, Centro de Investigación y Desarrollo de la Cultura Cuba Juan Marinello y Editorial José Martí, 1997), y Eliades Acosta Matos (Los hermanos santiagueros de José Martí, La Habana, Editorial Pablo de la Torriente, 1995). También el historiador Israel Escalona Chadez, ha ido entregando sus acercamientos y los de sus discípulos en la Universidad de Oriente, a la recepción y presencia de Martí y su obra en Santiago de Cuba.
Recientemente Delio Orozco González ha incluido su escrito titulado “Manzanillo en Martí. Martí en Manzanillo« dentro del libro de su autoría impreso por Ediciones Orto. Hace algunos años el autor nos había brindado un primer acercamiento al tema en Después de Dos Ríos, presencia y recepción martiana en Manzanillo (Manzanillo, Editorial Orto, 2004). Ahora el historiador de la localidad del Guacanayabo amplía su estudio y nos entrega un minucioso rastreo de las referencias a esa zona por la obra de Maestro, las cuales arrancan desde los tiempos de la Guerra Chiquita y se hacen crecientes durante los preparativos de la Revolución del 95, cuando en varias cartas ofrece una mirada entusiasta acerca de la positiva macha de la organización alcanzada allí por los patriotas.
Con notable perspicacia, Orozco se ha percatado de que Martí pareció manejar hasta su muerte en combate la idea de efectuar en Manzanillo la asamblea que daría lugar al gobierno de la República en Armas. Así recoge varias afirmaciones en tal sentido en cartas martianas de esos días, que contradicen el repetido criterio de que se había seleccionado Camagüey a esos efectos. A partir de ahora, los estudiosos de Martí estamos obligados, pues, a examinar con mayor cuidado este asunto.
La segunda parte del escrito la dedica Orozco a entregar un recorrido hasta nuestros días por la presencia de Martí en la vida material y espiritual de la ciudad y en los manzanilleros, un indudable aporte para conocer la recepción, la permanencia y la influencia del legado martiano.
Ojalá se siga extendiendo el estudio de la relación y la presencia martianas en otros lugares de Cuba, de modo que tengamos un conocimiento que no se limite solo a la capital de la nación.