La libertad principia por ser energía cósmica, continúa por revestir moral y termina en expresión jurídica, que es la garantizada por la sociedad y el Estado. Por ella se enriquece y para protegerla existen.
Sin embargo de ello a lo largo de la historia han perturbado los conceptos, los simples formulismos y exterioristas de la libertad. Sí se puede en un régimen político escribir cualquier temática, aunque sean absurdos o maldades se dice que hay libertad. Sí están autorizadas las gentes a reunirse, aunque sea para conspirar contra la ley y el honor, se aplaude esa libertad. Reina en el mundo la superficialidad, la falta de visión del presente y del porvenir.
Hablamos de la libertad que nace en el pueblo y en él se enraízan sus derrotas y sus victorias parciales, hasta el triunfo final del hombre, que sobrevendrá cuando surja la gran historia. Por ello anotamos que la lucha por la libertad y la justicia de los pueblos no tienen territorialidad ni tiempo, gesta que los hace grandes a las mujeres y hombres e inmortales a sus líderes, como es el caso de Eloy Alfaro y José Martí, cuyos pensamientos, convicciones, sueños y combates se hermanaron para soñar en una América Latina digna y soberana.
El Apóstol de la libertad ecuatoriana, al enarbolar la roja bandera de la liberación, declaraba: “La libertad no se implora de rodillas, se conquista en los campos de batalla y con el arma al brazo...”, así concebía y actuaba el “Viejo Luchador”, Don Eloy Alfaro, por eso nunca se entregó a las pretensiones estadounidenses a principios del siglo XX de apoderarse de las Islas Galápagos; al contrario, combatió y condenó la deuda ecuatoriana con Inglaterra a la que la calificó de gordiana; incorporó trascendentales cambios en nuestro país, empleando todo su tiempo, juventud, fortuna, para ser vilmente asesinado el 28 de enero de 1912, por los abuelos de muchos de los que hoy dominan y explotan a nuestro país y se hacen llamar patriotas de la libertad.
De su parte y a su tiempo, José Martí declaraba: “Ha llegado para la América la hora de su segunda independencia”, y por este sueño y por la libertad de su querida Cuba, murió en combate el 19 de mayo de 1895.
La vida y muerte de José Martí y Eloy Alfaro están llenas de coincidencias y contrastes, pero el destino de estos dos hombres, cual prometeos desafiando a los dioses, nos entregaron el fuego de la libertad, siguen marcando la pauta libertaria del Ecuador, Cuba y América que está patentada en la coincidencia de un día y de un mes: 28 de enero, que marca el nacimiento del luchador y poeta José Martí en La Habana en 1853.
Otro 28 de enero, el de 1912, 59 años después, en Quito, la capital ecuatoriana, terratenientes, liberales traidores, mercenarios nacionales y extranjeros perpetraron el crimen más execrable que registra la historia ecuatoriana, asesinaron y encendieron la Hoguera Bárbara, que hasta ahora quema la conciencia de Ecuador, pero la muerte no fue sino la victoria definitiva del “Viejo Luchador”, Eloy Alfaro.
La mejor manera de recordar el ideario de estos dos latinoamericanos, nacidos para la libertad, forjadores de nuestra América, de manera urgente será unirnos todos en una gran acción mancomunada que se oriente a hacer efectiva la integración de los países latinoamericanos, como soñaba Bolívar, dejando al margen intereses y ambiciones, para convertirnos en la esperanza de la humanidad, donde exista justicia, libertad y paz y con ello brote el hombre nuevo, solidario, digno y protagonista, para demostrar de que otro mundo sí es posible. Así sea.