En el primer número de la revista La Edad de Oro, luego del relato“Tres Héroes”, verdadero pórtico ideológico de la misma, aparece bajo la denominación de “Versos” el poema “Dos milagros” [1].
En esta deliciosa estancia [2], devenida relato lírico con motivos pictóricos, las imágenes antitéticas que se manifiestan en cada una de las estrofas también se complementan —lo analógico se esboza a través de la recurrencia de las antítesis—. Igualmente, las recorre un pensamiento analógico: la manifestación de lo antitético también esconde —contiene— lo analógico y, por supuesto, lo dialéctico: el bien dentro del mal, en la primera estrofa; la vida dentro de la muerte, en la segunda estrofa.
Un concepto va irrumpiendo —hacemos énfasis en la cualidad irruptora— del otro. Porque, como se afirma en alguna parte de la revista, Martí sabe que “La vida es como todas las cosas, que no debe deshacerlas sino el que puede volverlas a hacer”
[3].