Sondeos al antillanismo del periódico Patria
Por: MSc. José Antonio Bedia

La propuesta antillanista que publica el periódico Patria constituye un corpus diverso. Agrupa documentos del Partido Revolucionario Cubano, cartas, citaciones, reseñas de discursos, artículos seriados y toda clase llamamientos a la emigración independentista. Estas líneas sondean los hitos primeros de esa senda en el semanario. Repara lo publicado por distintos autores en un cardinal lapso, inicial, en el cual se gana o pierden suscriptores. El periódico difunde los criterios de un partido que proyecta emancipar a Cuba y Puerto Rico, esclarece los reclamos antillanos de los que se agrupan con ese propósito y combate las fuerzas opuestas a la independencia absoluta de ambas islas.

Su número inaugural da a conocer, en primera plana, las “Bases del Partido Revolucionario Cubano”, sumario de los fundamentos de la organización que se gesta.[1] Documento que más allá de un conjunto de enunciados, es una declaración de principios. Resultaba imprescindible compartir el nuevo esfuerzo emancipador en el que se enfrascaban los independentistas insulares, téngase en cuenta que en la década precedente fueron disímiles los empeños abortados o que culminaron en reveses.

El artículo 1ro. de las Bases, deja esbozado el objetivo: “El Partido Revolucionario Cubano se constituye para lograr con los esfuerzos reunidos de todos los hombres de buena voluntad, la independencia absoluta de la Isla de Cuba, y fomentar y auxiliar la de Puerto Rico”.[2] Saltan a la vista novedosos aspectos, no hay compulsión, se recaban los esfuerzos reunidos de todos los hombres de buena voluntad. Espera reunir a los hombres no a un llamado de diana, sino de la buena voluntad; se evaden obstáculos de campañas precedentes, la arbitrariedad militarista, pero también el civilismo leguleyo, caído en descrédito ya en la guerra grande. La propuesta ética, incluyente, es concisa y se enrumba a la independencia absoluta.

Resultaba indispensable agrupar a boricuas y cubanos para lanzarse a conquistar la libertad, finalidad que se resuelve al unísono con tareas diferenciadas en una y otra isla. Llama la atención que una organización que concibe un fin común trace dos rutas, pero esa dislocación no es más que el testimonio de una profunda conciencia política, la que distingue que, en Cuba, el punto inicial es la independencia absoluta; y en Borinquen, sin embargo, el fin esta mediado de pasos: fomentar y auxiliar, lo primero. Había que sembrar. La historia es la base de esa bifurcación de procedimientos. Las precisiones manifiestan que en un territorio el trayecto es más dilatado que en otro. Si bien cubanos y puertorriqueños mostraron similares ansias de libertad durante todo el siglo xix, el avance de cada uno de estos pueblos en esos reclamos es bien diferente.

Los cubanos tenían a su haber la experiencia de una campaña extendida por diez años en gran parte de su territorio. En Cuba el Ejército Libertador y la población civil, colaboradora o no, sufrió los embates de la guerra. Una vez finalizada, en 1878, se intentó reanudarla en 1880; se fracasó, pero se abrió una década de múltiples expediciones y levantamientos, los que mantenían en vilo a las autoridades coloniales.[3] A contrapelo, el levantamiento de Lares el 23 de septiembre de 1868, en Puerto Rico, fue sofocado en pocos días. Luego, en la década de 1870, Borinquen aguardó las prometidas “Leyes Especiales”, mientras la sociedad vivía bajo el atropello. Los ochenta continuaron esa senda; marcados por el quietismo, no se logra cohesionar pasos más allá del boicot económico de la sociedad secreta La Torre del Viejo y de las violentas agresiones entre los bandos políticos Incondicional y Autonomista.[4]

La desigual historia, resultaba elocuente para establecer las particularidades divisorias manifiestas en las Bases. Sin embargo, se imponía restablecer el encuentro de aspiraciones, ostensibles a lo largo de todo el siglo xix, y que obligaban a una meta común.[5] Ese fundamento se notifica al plantear que lo que se pretende es lograr, mediante esfuerzos comunes, la independencia de los dos territorios. Por su parte, el artículo 3ro. de las Bases trasparenta las normas éticas de la proclamación de la organización: “[el Partido] […] reunirá los elementos de revolución […] sin compromisos inmorales con pueblo u hombre alguno […] a fin de fundar […] una nación capaz de asegurar la dicha durable de sus hijos y de cumplir, en la vida histórica del continente, los deberes difíciles que su situación geográfica les señala”.[6]

Un texto esencial del primer número es “El Convite a Puerto Rico”. En él se hace un recuento en sentido inverso a lo acontecido, como un viaje a la semilla. Concluye: “Unas son en el porvenir, como han sido unas en el pasado, el alma de Lares y el alma de Yara. Unos son hoy en la preparación, como fueron ayer en la cárcel y el destierro, los cubanos y los puertorriqueños. Unos han de ser en la acción, para acelerar, con el esfuerzo doble, la libertad común”.[7] Varios son los antecedentes sobre los que se apoya ese futuro mancomunado, y que en esta ocasión ubica su origen en el alma unida de Lares y Yara.[8]

[1] Recuérdese que la proclamación del Partido Revolucionario Cubano se efectúa casi un mes después, el 10 de abril del propio 1892.

[2] José Martí: “Bases del Partido Revolucionario Cubano”, en Patria, mar, 14 de 1892, Nueva York, no. 1, p. 1 (primera columna, segundo párrafo).

[3] Al respecto, consúltese de Pedro Pablo Rodríguez y Ramón de Armas: “El inicio de una nueva etapa del movimiento patriótico de liberación nacional”, Instituto de Historia de Cuba: Historia de Cuba. Las luchas por la independencia nacional y las transformaciones estructurales 1868-1898, cap. 7, Editora Política, La Habana, 1996, pp. 342-346.

[4] Ver Loida Figueroa: “Del grito de Lares hasta la proclamación de la primera república española”, en Breve Historia de Puerto Rico, vol. 1, cap. 13, Editorial Edil, Río Piedras, Puerto Rico, 1979, pp. 291-339.

[5] Consúltese de Paul Estrade: “Betances, Martí y la Independencia de las Antillas en el siglo xix”, en www Adital, Imagen, Programas de Radio.

[6] José Martí: “Bases del Partido Revolucionario Cubano”, art. cit. (primera columna, tercer párrafo).

[7] José Martí: “El Convite a Puerto Rico”, en Patria, ed. cit., p. 2 (tercera columna, quinto párrafo).

[8] El 23 de septiembre y el 10 de octubre de 1868 estallaban en las Antillas hispanas levantamientos anticoloniales. Expresaban un sentir común, evidencia de las singularidades que los interrelacionaban, sin embargo, no existe constancia de una propuesta común para desatar aquellos levantamientos y, según la autorizada opinión de Ramón Emeterio Betances, alma del Grito de Lares, no había conexión entre ambos movimientos. Al respecto, consúltese su carta a Manuel Sanguily fechada el 14 de agosto de 1891 (en Ramón Emeterio Betances, sel. y pról. de Haroldo Dilla y Emilio Godínez, Casa de las Américas, colección Pensamiento de Nuestra América, La Habana, 1983, p. 252).

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