Martí emprende, a lo largo de toda su obra la defensa de la lengua española. Para él, el lenguaje es producto y forma de la expresión de un pueblo, el cual lentamente lo transforma, fija e incorpora sus ideas y costumbres. Reflexiona constantemente sobre el proceso de formación y estabilización de la lengua en América; estudia el léxico, y en este sentido hace glosarios de términos utilizados solo en ese continente o que allí adquieren una significación particular, lo que convierte este aspecto del lenguaje en elemento distintivo y a la vez unificador de la cultura en nuestro continente. La lengua deviene elemento de identidad cultural, y así dice que ella es reflejo de “Nuestro carácter autóctono, de nuestro clima y abundancia, de nuestra educación mezclada, de nuestro cosmopolitismo literario, de nuestros hábitos fieros e independientes, de nuestra falta de costumbre de reglas largo tiempo imperantes, de nuestro amor natural, como reflejo de nuestra naturaleza, a la abundancia, lujo y hermosura.”[1]
La lengua española dio unidad, dentro de la diversidad geográfica y cultural americanas a los primeros asentamientos que fueron surgiendo en este continente debido al proceso de colonización hispánica, y a las futuras naciones. Martí señaló que “con los pueblos vinieron sus lenguas, pero ninguna de ellas pidió más que la nativa española”[2], así, es por esto que hoy somos un grupo de naciones vinculadas no solo por lazos económicos o políticos, sino por lazos mucho más profundos: lazos culturales y lingüísticos bien enraizados. Es la lengua española el sello más distintivo dentro de la diversidad hispanoamericana.
Martí fue un escritor hispanoamericano, que a su vez que aprovechaba al máximo los recursos que su lengua materna le brindaba, devino en esmerado propulsor y modernizador, de los medios de expresión del español de su época. No es casual que plantee: “usaré de lo antiguo cuando sea bueno, y crearé lo nuevo cuando sea necesario: no hay porqué invalidar vocablos útiles, ni por qué cejar en la faena de dar palabras nuevas a ideas nuevas.”[3]
Es por esto que la edición crítica de su obra se convierte en un instrumento peculiar para la profundización del conocimiento de la lengua española, especialmente para estudiantes de enseñanza superior.
Ofrece una época, un autor y un estilo, y ofrece más: el proceso de creación artística, de selección del léxico preciso para expresar las ideas. Se torna un instrumento eficaz para el lingüista, el filólogo y el maestro. El cuerpo de notas confeccionado por el investigador-editor resulta de la mayor utilidad para la enseñanza del idioma, no solo a causa de las notas contextuales, sino también por aquellas fundamentadas en la descripción del texto original, ya que reflejan el proceso creativo del autor.
Ese aparato crítico contribuye a ampliar la cultura de los estudiantes, al enriquecer la lectura de los textos con notas aclaratorias y con los índices. También puede acrecentar el léxico de los estudiantes, pues Martí utiliza, tanto en su prosa como en sus versos, arcaísmos, neologismos, términos usados en su significación etimológica, y americanismos—estos últimos subrayados la mayoría de las ocasiones[4]. Para un estudio de su estilo es particularmente importante, pues al comparar las versiones primeras con otras posteriores, recogidas en la edición, se llega a la génesis del mismo. Por tanto se vuelve un instrumento útil para las asignaturas de gramática, para los análisis de estructuras oracionales, por sus giros lingüísticos, para la semántica por sus innovaciones léxicas y para la estilística, entre otras.
En la semántica es posible el estudio de los procedimientos de oposición y sustitución que un texto ofrece a través del cotejo de las diferentes versiones que la edición crítica recoge, tanto aquellas por las cuales el autor no se ha decidido, como aquellas otras en que sí ha demostrado su preferencia a través de tachaduras. A partir del análisis de una estructura que presente variantes puede llegarse al análisis de un campo semántico, y de los matices de los diferentes semas. También pueden estudiarse otros aspectos de la semántica, por ejemplo la sinonimia y la antonimia, la creación de nuevos términos, usos etimológicos, etc.
Ahora pasaré a explicar algunos ejemplos de cómo pueden ponerse en práctica:
Para el estudio de la gramática puede tomarse un párrafo de “El Centenario de Calderón”. Este artículo se ha enriquecido con notas contextuales, las cuales amplían diferentes aspectos de la lectura que se mencionan pero que el autor no comenta y que suelen ser curiosidades o detalles históricos. Estas notas acrecientan el caudal cultural del estudiante, y amenizan y enriquecen el aprendizaje; dice el texto:
…y, como poseídas de júbilo amoroso, echáronse contentas, dando al viento sus más alegres notas, por plazas y callejas; lucientes batallones, cuyas bayonetas relampagueaban al sol plácido como si quisieran ser lenguas de fama, tendiéronse en fila brillantísima, desde la vieja iglesia de San José. Sobre cuya antigua puerta arde perpetuamente una luz piadosa, hasta el convento humilde,13 donde, como venerada reliquia, guárdanse en pared espesa los restos mudos que fueron un día cárcel de aquella alma elocuente.[5]
La nota 13 aclara la historia de los restos de este escritor: “Los restos de Calderón permanecieron largo tiempo en la capilla de San José, parroquia de San Salvador, de Madrid; en 1841 fueron trasladados y depositados en un mausoleo del cementerio madrileño de San Nicolás, y al ser clausurado este, llevados al hospitalillo de la torrecilla del Leal, de donde nuevamente fueron trasladados a la iglesia del hospital general de la Congregación Universal, de allí desaparecieron en el asalto e incendio de 1936.”
[1] José Martí 1975: t. 15: 443.
[2] José Martí 1975: t. 7: 358-359.
[3] José Martí 1975: t.7, 212.
[4] Hago un paréntesis aquí para comentar que tiene Martí un diccionario—manuscrito—titulado “Voces” que recoge palabras usadas solo en América con su lugar de origen y significado.
[5] José Martí 2003: 116.