José Martí, Cónsul argentino en Nueva York:Una batalla por la unidad de América Latina
Por: Dr. Rodolfo Sarracino

Rodolfo_SaccracinoAl internarse el investigador en el estudio de la estrecha vinculación de José Martí a la Argentina, sorprende su copiosa producción periodística sobre ese país y su pasión, sólo comparable a la que Martí sentía por México y Venezuela. Intentaremos en esta presentación vincular esta bien conocida vocación de Martí a su proyecto revolucionario y a la decisión del gobierno argentino de designarlo cónsul en la ciudad de Nueva York en 1890, en medio del complejo y precario equilibrio internacional, alterado entre otras razones por el peligroso surgimiento del imperialismo estadounidense. Hemos utilizado para ello la colección de más de cien documentos aportados por el gobierno argentino a Cuba en 1991, cuyas fotocopias se encuentran en el Centro de Estudios Martianos.

Comencemos nuestra lectura contextual dejando claro, en relación con la Argentina, lo más visible del empeño reformador de la década anterior a 1890: la consolidación institucional de la república unificada y el desarrollo excepcional de la sociedad y la economía nacionales. El proceso de reformas llevado a cabo por la oligarquía terrateniente bonaerense a partir de 1880 bajo la paternal influencia de Julio A. Roca, fue observado detenidamente por José Martí. Su constante seguimiento de la evolución de la sociedad argentina lo movió a escribir número considerable de artículos periodísticos, que reflejaron invariablemente su amor por la historia, los grandes héroes, las tradiciones, y el progreso económico y social argentino, y por la esperanza de que el gran país sudamericano pudiera algún día contribuir a la unidad y a la defensa de América Latina ante el asalto imperial estadounidense que ya se prefiguraba por el control de los mercados del Caribe y de Centro y Sudamérica. A los efectos de esta investigación, uno de los hechos más significativos fue la irrupción en el debate nacional por el control hemisférico de las fuerzas armadas estadounidenses y la convocación en abril de 1889, bajo el liderazgo del republicano conservador James de G. Blaine, de la Conferencia Internacional Americana.

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