“El pensamiento estratégico de José Martí en su testamento político”
Por: Dr. Rodolfo Sarracino

Rodolfo_SaccracinoUno de los aspectos más interesantes explorados en los últimos años de mis investigaciones en la edición crítica de las Obras Completas de José Martí, es la unidad y coherencia de su pensamiento estratégico, que alcanza un punto relevante precisamente en las cartas que escribe a sus amigos Federico Henríquez Carvajal y Manuel Mercado, del 25 de marzo y 15 de mayo de 1895 respectivamente, identificadas como su “testamento político” por el carácter abarcador de su síntesis de aspectos relevantes de su vida y, sobre todo, de lo hecho y pendiente por hacer en la organización del esfuerzo por la independencia de Cuba. En su carta a Carvajal afirma Martí: “Las Antillas libres salvarán la independencia de nuestra América, y el honor ya dudoso y lastimado de la América inglesa, y acaso acelerarán y fijarán el equilibrio del mundo”.

Y en su carta tan conocida y citada a Manuel Mercado le dice que “ya estoy todos los días en peligro de dar mi vida por mi país y por mi deber […] de impedir a tiempo con la independencia de Cuba que se extiendan por las Antillas los Estados Unidos y caigan, con esa fuerza más, sobre nuestras tierras de América”.

Afirmaciones tan terminantes y grandiosas como las citadas pueden confundir incluso a un lector especializado que no disponga de información acerca del verdadero contexto de Martí durante 1889-1890 y los años posteriores a la Conferencia Internacional Americana hasta 1895.i

Es verdad que parece imposible que una pequeña isla de algo más de un millón y medio de habitantes, a 90 millas del ya gigante estadounidense, de cerca de setenta millones de habitantes y unas fuerzas armadas poderosas, pudiera salvar “la independencia de nuestra América”. Digamos de inicio que José Martí sabía que la lucha por la independencia en Cuba se libraría ineludiblemente en dos frentes, el militar y el internacional, en un contexto complejo en el que era previsible el choque de ambiciones de las potencias que pugnaban por sus intereses imperiales. La creación de un equilibrio que neutralizara los planes expansivos de Estados Unidos, ya avanzados, revestía para él una importancia capital. En uno de sus fragmentos, una reflexión personal escrita aproximadamente en 1887, al referirse a América Latina había afirmado que “mientras llegamos a ser bastante fuertes para defendernos por nosotros mismos, nuestra salvación, y la garantía de nuestra independencia están en el equilibrio de potencias extranjeras rivales. Allá, muy en lo futuro, cuando estemos completamente desenvueltos, corremos el riesgo que se combinen en nuestra contra las naciones rivales, pero afines, ? (Inglaterra, Estados Unidos): de aquí que la política extranjera de la América Central y Meridional haya de tender a la creación de intereses extranjeros, –-de naciones diversas y desemejantes, y de intereses encontrados–, en nuestros diferentes países, sin dar ocasión de preponderancia definitiva a ninguna aunque es obvio que ha de haber, y en ocasiones ha de convenir que haya una preponderancia aparente y accidental, de algún poder que acaso deba ser siempre un poder europeo”.

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